* Hay confusión y mala información. En México no existe control de cambios, pero la corrupción es rampante, y ésta no desaparecerá con el escarnio público. El dinero ayuda a ser aceptado. La confianza inicia con el tamaño de la sanción
Gregorio Ortega Molina
Generar confianza, concederla, es casuístico y peculiar. La víctima puede ceder y terminar por entregar su seguridad a su victimario. ¿Hay alguna explicación lógica al síndrome de Estocolmo? Naciones enteras se entregan a los dictadores o, al menos, a gobiernos autoritarios, que nada les garantizan, ni siquiera la vida.
¿Es la confianza un asunto de sentimientos, o uno de sagacidad? Carezco de respuesta. Quizá la lectura de la nota informativa del reportero de El País, en Los Ángeles, California, nos abra las entendederas acerca de lo que está por ocurrir, y por qué. Escribe Pablo Ximénez de Sandoval lo siguiente:
“Aunque son apenas unos cientos de los 12 millones de mexicanos que viven en Estados Unidos, son los primeros que están hablando al Gobierno de México a la cara. Lo hacen con crudeza. Por primera vez se realizan en el exterior reuniones ciudadanas (foros consultivos) cuyas propuestas se incluirán en el plan maestro del Gobierno. Es decir, por primera vez la voz de los migrantes al menos va a quedar por escrito. Se celebraron los dos últimos foros el viernes 12 de abril, en Chicago, y el sábado 13 de abril en Nueva York. Antes, se han celebrado otras 11 reuniones de migrantes en los consulados de las principales ciudades de California, Arizona y Texas.
“A la espera de ver lo que queda por escrito, ya se pueden sacar algunas conclusiones. En Los Ángeles, por ejemplo, donde está la comunidad mexicoamericana más grande de Estados Unidos, unas 500 personas se juntaron en el Consulado General el 3 de abril. Cantaron el himno nacional y hablaron de corrupción, de los engorrosos trámites para votar, de sus ganas de volver o de sus ganas de invertir.
“Aquí hay muchos mexicanos interesados en regresar y hacer una diferencia en el país, aseguraba José Antonio Ángeles, que lleva 38 años en Estados Unidos. Vino en los setenta, cuando la vida de los jóvenes era muy difícil. Tiene inversiones inmobiliarias y se levantó para decir que quería invertir en México, pero necesitaba primero varias cosas. Un banco que no se quede con las comisiones, dijo. Seguros del Estado que garanticen las inversiones. Queremos invertir, pero nos tienen que dar garantías. Ángeles contaba la historia de un amigo suyo que invirtió en tierras en México y cuando fue a repatriar su dinero no pudo hacerlo”.
Hay confusión y mala información. En México no existe control de cambios, pero la corrupción es rampante, y ésta no desaparecerá con el escarnio público. El dinero ayuda a ser aceptado. La confianza inicia con el tamaño de la sanción.
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