* Seguro se le complica más a EPN la manera de medir su tiempo, si toma en cuenta el estudio del Observatorio Nacional Ciudadano, en el que se indica que durante 2017 cada 18 minutos y un segundo, una persona fue asesinada en alguna de las 32 entidades federativas del país. Su legado dejó de ser el sueño que alguna vez tuvo
Gregorio Ortega Molina
Todo ser humano mide el tiempo de acuerdo a su circunstancia. Unos lo hacen conforme suman sus éxitos, otros recurren al número de sus fracasos para saber de sus días, semanas, meses, años; los que están encerrados en chirona dicen que prefieren no tomarlo en cuenta. Pero, ¿cómo transcurre la búsqueda del tiempo perdido desde el poder?
Supongo que EPN y su entorno lo sumaron de manera distinta en cuanto supieron su destino político, y todavía transcurrió más lento después de la firma del Pacto por México. Supongo que sus relojes lo marcaron de manera distinta al hacerse público lo de Ayotzinapa, lo de la Casa Blanca, lo de Odebrecht y OHL, pero todavía la sensación de dominio que alguna vez tuvieron sobre el transcurrir del sexenio se diluyó más, cuando encorsetados en la realidad debieron imponer como candidato a la presidencia de México a un no priista, en esencia a un no candidato que todavía se encuentra en la forja de Hefestos. Ahora estarán dedicados a buscar los días que se les fueron.
Seguro se le complica más a EPN la manera de medir su tiempo, si toma en cuenta el estudio del Observatorio Nacional Ciudadano, en el que se indica que, durante 2017, cada 18 minutos y un segundo una persona fue asesinada en alguna de las 32 entidades federativas del país. Su legado dejó de ser el sueño que alguna vez tuvo en las oficinas de gobierno, en Toluca. A fin de cuentas incumplió con la esencia de su mandato constitucional: preservar la vida de sus gobernados. Son tres muertes atroces cada hora.
Los números inobjetables de la organización advierten que los 12 meses de 2017 fueron los más violentos en nuestra historia reciente, al registrarse 29 mil 168 víctimas por armas de fuego, punzocortantes o de forma violenta. Son los clavos del féretro de la candidatura de Miguel Ángel Osorio Chong, responsable de la seguridad interna de la patria, o de lo que queda de ella.
Francisco Rivas, director del Observatorio Nacional, fue enfático: “En promedio hubo una víctima cada 18 minutos y un segundo a nivel nacional. Las entidades que concentraron el mayor número de fallecidos son: en primer lugar, Colima, es la entidad con la mayor tasa de homicidios del país”.
La sumatoria del dolor de los deudos y del escurrimiento de sangre indica que: “Guerrero, con dos mil 529; México, dos mil 368; y Baja California, dos mil 317 son las entidades que registraron más asesinatos; mientras que en el total de víctimas por cada 100 mil habitantes, Colima, con 109.12; Baja California Sur, 91.13 y Guerrero 70.11, concentran la mayor incidencia”.
Lo anterior es la más pesada de las herencias políticas que pueda recibir el nuevo mandamás de México.
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