* Los mexicanos sanos y sin complejos somos nuestros propios enemigos, ya que, con parte del fruto de nuestro trabajo, alimentamos la megalomanía del presidente constitucional, que ofreció una 4T que nunca llegará, si no es para mal
Gregorio Ortega Molina
Es momento de hacer la pregunta y esperar una respuesta sin rodeos. ¿De dónde sale el dinero para los programas sociales, principalmente el de las becas y los viejitos? De los diversos rubros de la recaudación fiscal. Los causantes cautivos pagamos, además, todas las tasas impositivas de los bienes y servicios que adquirimos: educación, salud, alimentos, transporte particular (gasolina, tenencia), telefonía, IVA a servicios como tintorería, lavandería, consulta médica… y lo que quieran sumar.
Es decir, la veneración -a todas luces interesada- que el pueblo bueno y sabio profesa a su presidente constitucional, se paga con parte del dinero con el que todos, absolutamente todos los mexicanos, contribuimos a la recaudación fiscal. Este amor, esta lealtad, tiene fecha de caducidad, coincidente con el instante en que los recursos económicos se agoten, en unos casos, en otros, cuando se constate que la ineficacia para hacer universal esos beneficios, está coja, porque es selectiva, como todo en las relaciones humanas.
Lo anterior viene a cuento porque el 3 de marzo, en crónica publicada en La Jornada, leo: “El día que el pueblo no me quiera, ese día voy a llorar y me voy a Palenque, así de claro, afirmó el presidente Andrés Manuel López Obrador al hablar sobre la caída en las preferencias que ha tenido su gobierno. Acerca de mi popularidad, estamos bien, tenemos mayoría, la gente nos está apoyando. También sufrimos desgastes. ¡Imagínense, enfrentar a los conservadores corruptos que no quieren dejar de robar! Están molestísimos, no los calienta ni el sol. Están desquiciados”.
Es posible que los mexicanos que tenemos un entendimiento ordenado del mundo y del tiempo estemos tristes y preocupados, porque este gobierno desperdicia recursos sin considerar que lo que ha de hacerse es producir riqueza.
Leo la nota informativa de La Crónica, donde nos informan a los que deseamos respuestas sobre el destino de nuestros impuestos, de lo siguiente: “La cartera vencida del programa federal Tandas del Bienestar asciende a casi 800 millones de pesos, de acuerdo con datos de la Secretaría de Economía. Durante 2019 se repartieron a pequeños negocios 2,139.2 millones de pesos, pero sólo se ha podido recuperar el 63 por ciento, detalló Graciela Márquez, secretaria del ramo.
“El plan consiste en otorgar créditos sin intereses, papeleo ni garantías por 6 mil pesos, los cuales deben pagarse con la devolución mes a mes de 500 pesos.
Tanto Márquez como el presidente Andrés Manuel López Obrador llamaron a los beneficiarios a completar el reembolso del dinero prestado, condición para solicitar un segundo crédito de 10 mil pesos”.
Si a esto sumamos el desastre de Pemex y lo que se avecina como consecuencia del Covid-19, será fácil comprender que los mexicanos sanos y sin complejos somos nuestros propios enemigos, ya que, con parte del fruto de nuestro trabajo, alimentamos la megalomanía del presidente constitucional, que ofreció una 4T que nunca llegará, si no es para mal.
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@OrtegaGregorio