* Ahora puede intuirse que a pesar de haber dado todo a los barones del dinero, éstos fueron parte importante de la presión para su salida desairada. A ellos no les importaron los créditos fiscales, las condonaciones impositivas, las Zonas Económicas Especiales ni todo trato preferencial que se les dio. Afirma el Banco de México
Gregorio Ortega Molina
En México nunca ha existido la muerte política, como sucede en otras naciones y ocurrió en otras épocas. De allí la cruenta ferocidad con la que Álvaro Obregón, y algunos otros, decidiera el destino inmediato de sus enemigos.
En todos lados escucho que Luis Videgaray Caso tiene un pie dentro del mejor de los mundos posibles: sería, por la gracia del señor presidente, candidato del PRI al virreinato del Estado de México y, con un gran margen de seguridad, obtendrá los votos necesarios para lograrlo, lo que demuestra que, efectivamente, EPN es más amigo de sus amigos, que éstos de él.
Para eso de la amistad, el ánimo del señor presidente es incólume. Alfredo Castillo es muestra de mi aserto.
Si ningún tropiezo aparece en la pavimentada -por los constructores favoritos del gobierno, los benefactores de las casas- auto pista de peaje que lo llevará hacia la gubernatura, para el futuro de los mexiquenses nada contaran las cifras macroeconómicas del saldo dejado por Luis Videgaray a su paso por Hacienda. Ahora puede intuirse que a pesar de haber dado todo a los barones del dinero, éstos fueron parte importante de la presión para su salida desairada. A ellos no les importaron los créditos fiscales, las condonaciones impositivas, las Zonas Económicas Especiales ni todo trato preferencial que se les dio.
No es afirmación mía, sino del Banco de México, que la hace cuando informa del monto de 71 mil 908 millones de dólares que, durante los cuatro años de su gestión como preboste hacendario, emigraron del suelo patrio.
Está bien considerar que mucho de ese dinero salió para adquisición de bienes de capital y pagar adeudos contraídos con anterioridad, pero en mayor porcentaje huyó de la inseguridad.
Pero lo anterior no importa. Luis Videgaray vivirá en su casa de Malinalco, para desde allí -algo enseñó David Korenfeld- hacer uso del helicóptero oficial para trasladarse al palacio de gobierno mexiquense, o a donde los deseos de EPN lo indiquen.
Si Alfonso Martínez Domínguez, Humberto Romero Pérez, Roberto Madrazo, Óscar Flores Sánchez, Jesús Silva Herzog Flores y otros muchos regresaron de la zona oscura del olvido político -con mayor o menor fortuna-, el receso de Luis Videgaray Caso será tan breve como este texto, como un suspiro, porque, insisto, EPN es más amigo de sus amigos, que éstos de él.