Eduardo Sadot
Sin duda el mayor daño que pueda infringirse a una comunidad a una población a un municipio, a una alcaldía, a un Estado, entidad federativa o a un país, es frenar o cancelar todo aquello que signifique cultura o su patrimonio cultural, vayamos a un ejemplo: imaginemos que se cierre un museo, el cierre al acceso de un pueblo o grupo de personas a aprender de un museo significa la disminución de la calidad de vida, preparación e inclusión de información, datos o conocimientos que contribuyen al enriquecimiento de criterios para la toma de decisiones. Una persona con mayor información y conocimientos tomará las mejores decisiones, para sí o para su comunidad o entorno, visitar un museo que contenga pinturas y obras de arte en general, permite al visitante ejercitarse en observar, concentrar su atención, distinguir detalles y particularidades que para alguien que no esté acostumbrado a la contemplación de obras de arte en su vida cotidiana, hará pasar inadvertidos detalles y elementos que pudieran ser fundamentales para la construcción de una realidad o prevención de un problema o, simplemente para comprensión de su entorno y proyección a futuro de sus consecuencias. Ese ejercicio, que pudiera resultar insignificante, permite identificar la esencia de las cosas y con el desarrollo de esa habilidad, identificar la esencia de cualquier problema para atender a sus causas y soluciones.
La educación y cultura de un pueblo funciona así, el fomento de costumbres genera hábitos, cuando, un pueblo o una persona no tiene oportunidad de asistir a la escuela de manera permanente, solo le queda someterse a los efectos de la influencia del exterior, los fenómenos y condiciones de una sociedad, nocivos como la delincuencia o benéficos como el visitar ambientes cuyas condiciones culturales forjan el comportamiento de los individuos.
Todo gobierno, independientemente de sus ideologías, debe superar la tentación de imponer sus condiciones o voluntad para privilegiar los valores, principios y virtudes humanas, para fortalecer el advenimiento de una nueva sociedad, conformada por mejores ciudadanos, mejores individuos cuya conducta contribuya al mejoramiento de las personas, comunidades y grupos sociales que propicien la mejor y más respetuosa convivencia entre sus miembros.
México, particularmente la ciudad de México está considerada entre las ciudades que más museos tienen, ello no es casualidad, una sociedad, malamente acostumbrada, a desempeñares como “homo vidents” en las palabras de Sartory, ha mudado el uso de su cerebro para privilegiar el uso de la vista desde la llegada de la televisión, más de medio siglo de dejarle irrumpir en la vida de los mexicanos con televisoras, cuyo criterio era más entretener que educar, dio como único resultado, el fortalecimiento de la necesidad de educar mediante museos, que combinan las interrelaciones familiares, la convivencia y el aprendizaje con las visitas de fin de semana, el mismo sistema educativo nacional considera las tareas de visitas a museos que obliga a los padres a aprender también.
En Coyoacán el cierre de museos, incluso privados como el de Dolores Olmedo, al cerrarle el subsidio para mantenimiento, es dañino, sin considerar que si un gobierno intentara abrir algo similar, tendría un costo que no podrían pagar, esa parte, que es mejor destinar recursos para salud y emergencias sociales y permitir que esas tareas las realicen particulares, con el apoyo del gobierno, mientras el gobierno invirtiera en hacer mejor sus tareas esenciales, pero aún no le queda claro al régimen actual.
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