Jorge Miguel Ramírez Pérez
La contienda para la presidencia también se puede ver como una carrera de obstáculos, que hay que sortear con la habilidad que proviene del entrenamiento previo. Y como no hay atajos para los contendientes, al menos no deben ponerse ellos mismos, más obstáculos que añadan dificultad a los ya existentes
Y por eso sorprende que Obrador cargue con “basura cósmica”, con políticos que brillaron alguna vez en el firmamento y que hoy, como los desechos de las naves espaciales, se quedaron deambulando, sin propósito, sin combustible y actuando como estorbos de otros proyectos, que tienen que atravesar ese basurero que se quedó inútilmente en las alturas.
Porque tratar de revivir a Napoleón Gómez Urrutia, es buscar perder el tiempo valioso de la política y perder autoridad moral con los seguidores fanatizados, que observan en vivo y a todo color a la junta de notables corruptos que se le arriman cada vez con mayor frecuencia, a su ídolo Obrador.
Una senaduría plurinominal refleja el precio muy alto que tuvo que pagar en especie o sonante, el líder del sindicato de mineros; agrupación en la que estaban los fallecidos del triste episodio de Pasta de Conchos.
Gómez Urrutia estuvo en el Canadá evadiendo las acciones de la justicia sobre diversos asuntos; y no se necesita ser un mago para saber que la inclusión de este sujeto en las listas plurinominales de Morena, es reeditar un obstáculo que no tenían y que les va a estorbar mucho, en esta etapa.
Lo mismo ha decirse de otro estorbo: Germán Martínez, que se ganó la lotería con algún secreto traicionando al calderonismo, porque no sabe de otra cosa, para figurar en las listas plurinominales al senado. De hecho, no sabe de elecciones, es malísimo para ese tema que le gusta llenar de conjeturas improbables.
Martínez fue presidente del PAN calderonista; una persona desagradable, prepotente, que fuerza un reconocimiento a sus conocimientos librescos, en materias inútiles para el buen gobierno; usa comúnmente de manifestaciones de desprecio, a los que le rodean con sarcasmos hirientes. Germán un perdedor empedernido es antipolítico en la extensión de la palabra, le debe mover el rendir culto a Obrador la venganza, hasta para su hacedor: Felipe Calderón.
Un escolástico siguiendo a un vulgar dicharachero, refleja la necesidad vital de un espacio de poder, que llene un ego insaciable, un lugar donde rumiar más despacio su destino, que le marca un futuro donde nada tiene que hacer en lo que le resta de vida.
En esa tesitura está el joven aún Roberto Gil Zuarth, compadre de priístas corruptos tránsfuga del PAN, también invento de Calderón; su suegro de la clica de Fidel Herrera lo recomendó Gil, con el gobernador actual de Tamaulipas para que no se quede sin sus proyectos constructivos, que se caen como la carretera del libramiento de Veracruz a Córdoba.
Está también entre los agraciados para la senaduría José Antonio “La perica” Álvarez Lima, esbirro del padrino de Obrador, Enrique González Pedrero alias La leona, que cuando fue gobernador de Tabasco hizo presidente del PRI a Obrador. Álvarez Lima debe haber llegado a la conclusión que no ganaría ni en Tlaxcala, donde fue gobernador sin pena ni gloria; y se arrimó a la segura, donde se ubican los que no se arriesgan.
Pero lo que más sorprende es la falta de credibilidad en el proyecto morenista de parte del propio Obrador. Porque nombrar a la “secretaria de Gobernación” del gabinete en la sombra del tabasqueño, Olga Sánchez Cordero como senadora plurinominal es a todas luces, la demostración más evidente de que no van a ganar, que saben que están en una hoja de papel pegada al pizarrón con alfileres.
Es un reconocimiento tácito del propio Obrador que es el que hace las listas de cargos políticos de Morena, él las negocia, él las palomea, él las pontifica y él las otorga sin que nadie intervenga; y por eso mismo es Obrador, el que sabe que no llega a la victoria, aún con esa diferencia que tiene ahora, porque lo primero que le quita el sueño es como evadir los debates obligatorios con Anaya que se lo va a comer entero, y lo va a poner como lazo de cochino.
Y lo sabe, no duerme y ya reparte entre su propia mafia de poder la cobertura que le permita recurrir a todas esas mañas para justificarse ante la historia, como un fracasado más que quiso correr y se puso más obstáculos; entre ellos el mayor: el miedo.
El puntero de hoy está desesperado.