José Alberto Sánchez Nava
Un tema que, aunque pareciera sacado de un mal chiste, es una realidad que sigue afectando los bolsillos y la seguridad de todos los que transitan por el cielo mexicano. Más de cinco años después de la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) en Texcoco, el fantasma de esa decisión sigue rondando en los corredores financieros y las pistas de aterrizaje del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).
Un peso que pesa en los bolsillos de los viajeros
La historia es la siguiente: la deuda generada por la cancelación del NAIM ascendió a la exorbitante cifra de 196 mil 350 millones de pesos. ¿Y quién creen que está pagando esa cuenta? ¡Exacto! ¡Los pasajeros del AICM! A través de las Tarifas de Uso de Aeropuerto (TUA), cada vez que sacamos boleto para volar, estamos contribuyendo a cubrir ese déficit que parece no tener fin. Y no solo eso, también todos los mexicanos, con nuestros impuestos, estamos aportando recursos adicionales para mantener a flote el aeropuerto capitalino.
Un desvío de ruta peligroso
Pero aquí viene lo interesante (o lo preocupante, dependiendo del cristal con que se mire): resulta que ese dinero, que debería estar siendo utilizado para el mantenimiento, modernización e inversión del AICM, está siendo desviado para pagar una deuda que, en teoría, no debería incumbir a los usuarios ni a los contribuyentes. Esto no solo es un atropello a la ley, sino que también pone en riesgo la seguridad de todos los que confiamos en volar desde la Ciudad de México.
El peligro en las alturas y en tierra firme
Alejo Botello, subdirector de Finanzas del AICM, lo ha dejado claro: la falta de inversión en mantenimiento puede desencadenar accidentes graves. No solo estamos hablando de problemas en las pistas de aterrizaje o en los sistemas de monitoreo, sino también de la infraestructura terrestre. Goteras, techos colapsados, mala higiene… ¡Imagínense llegar al aeropuerto y sentir que estás en una película de terror!
El juicio de la opinión pública
Entonces, ¿quién debería ser responsabilizado por esta situación tan complicada? Según expertos como Rogelio Rodríguez, abogado constitucionalista y experto en derecho aeronáutico, los servidores públicos que han permitido este desvío de fondos podrían estar cometiendo el delito de peculado. Es decir, estarían haciendo un mal uso de los recursos públicos en beneficio propio o de terceros.
Conclusión: Un aterrizaje forzoso en el sentido común
En resumen, la cancelación del NAIM ha sido como un avión que se queda sin combustible en pleno vuelo: un desastre. No solo hemos heredado una deuda monumental, sino que también estamos poniendo en riesgo nuestra seguridad cada vez que tomamos un vuelo desde la Ciudad de México. Es hora de que las autoridades tomen cartas en el asunto y empiecen a priorizar lo que realmente importa: la seguridad y el bienestar de los ciudadanos.