Laberintos de Poder
Emilio Trinidad Zaldívar
Tijuana, Baja California.– Acostumbrado a ganar aunque dice que también reconoce y acepta la derrota; conocedor de la pobreza y el hambre que vivió en su niñez y juventud que lo impulsaron a trabajar duro para lograr el éxito y la abundancia, Jaime Bonilla Valdez está convencido de que al término de su gestión, logrará el verdadero cambio en el estado de Baja California, para acabar con la injusticia, el abuso, la inseguridad, el desempleo, la corrupción y los cinturones de marginación y miseria, que desde hace décadas azotan esta generosa tierra.
Hombre de polémicas y contrastes; bromista y alegre para unos, y seco, de pocos amigos e intolerante para otros, el gobernador del estado ve progreso en su administración y se siente muy satisfecho por los compromisos logrados.
Sabe que en su responsabilidad descansa mucho la posibilidad de darle al estado otro gobierno emanado de Morena, si es que Marina del Pilar, la candidata de ese organismo político, convence y vence a dos -quiérase o no- contrincantes serios: Lupita Jones y Jorge Hank Rohn.
La ex alcaldesa de Mexicali tendrá que ser muy habilidosa, cercana a la gente y a sus problemas; consolidar un discurso que haga suyas las demandas ciudadanas y que refleje en sus mensajes conocimiento, experiencia, prudencia, sensatez, humildad, preparación y visión de estado, para hacerse del momento histórico y convertirse en la primera gobernadora de Baja California.
Bonilla Valdez tiene claro que al mejorar la vida de los habitantes de la entidad, Marina del Pilar podrá ser una sólida opción, sobre todo en estos tiempos de inaplazable reconocimiento, espacio, respeto y participación activa en todos los ámbitos de la vida nacional de las mujeres, que se han visto lastimadas, agredidas, asesinadas, ultrajadas y marginadas, por una sociedad acostumbrada a tenerlas lejos de los espacios de decisión.
La juventud y belleza de la mexicalense no serán suficientes para convencer a un electorado polarizado por las guerras abiertas de los partidos participantes y las confrontaciones internas del propio movimiento de Morena -que mucho la dañan-, donde había otros aspirantes que dolidos por la derrota jugarán a la traición.
Si el gobernador Bonilla Valdez consolida su proyecto y obtiene el reconocimiento y respeto de la población que gobierna, las posibilidades de triunfo de la candidata Marina del Pilar pueden ser amplias, aún y cuando en la capital del estado mucho dejó por hacer en una ciudad que ha conocido el progreso a cuenta gotas, mientras sus gobernantes dejan el cargo sin problemas económicos.
Enfrentará a otra cachanilla, Lupita Jones, que aunque desconoce la práctica política, es una mujer con facilidad de palabra, sabe conducirse frente a escenarios de riesgo, y va respaldada por tres partidos (PAN, PRI y PRD), que han tenido fuerza y poder pero que por sus excesos, fueron ya despreciados por la población.
Marina lleva tres años en campaña y parece carecer de verdadera ideología y convicciones políticas. Fue diputada federal y renunció para buscar la alcaldía, y ahora renuncia a ella para aspirar a la gubernatura. No ha acabado ninguna gestión.
Se afirma que ella no era la primera opción de Jaime Bonilla para ser la abanderada. Si fuera por cercanía, confianza, experiencia, talento y capacidad de maniobra y negociación, sin duda habría sido Amador Rodríguez Lozano, pero además de no militar en Morena, en él descansan muchos temas difíciles y sensibles de la administración estatal.
La segunda opción que igual se cayó por no ser miembro activo del partido guinda, era Mario Escobedo, Secretario de Desarrollo Económico estatal, que venía creciendo y consolidando su imagen. El tercero era Armando Ayala Robles, alcalde de Ensenada, que a la caída de Escobedo parecía el elegido. Fue hasta recibido por el presidente Lopez Obrador y eso le daba confianza para competir.
En este escenario, surge nuevamente la controvertida figura de Jorge Hank Rohn, que va por segunda ocasión a competir por el cargo, en medio de otra fuerte andanada de las autoridades estatales en su contra, por las negras historias que se cuentan de él, que han provocado hasta la producción de películas.
En Baja California, donde empieza México, ya suenan los tambores de guerra.
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