Quienes en los últimos días han desatado una serie de críticas en contra de la encuensta que realizará el equipo de Andrés Manuel López Obrador para definir el destino del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, le apuestan a que el tabasqueño manipule el ejercicio para cancelar la obra que actualmente lleva un avance del 31por ciento.
Resulta ridículo que un hombre que en los últimos 18 años se ha dedicado a hacer política y con una actitud profundamente intransigente frente a la corrupción y otros vicios de los gobiernos priistas y panistas eche a perder una lucha, que lo puede llevar a ser un gran presidente de México, deseo que expresó en campaña y lo sigue expresando como presidente electo.
Desde mi punto de vista la decisión sobre el destino de la nueva terminal aérea está tomada y la encuesta sólo servirá como elemento de presión para poner orden porque hay muchos empresarios voraces que ya se frotaban las manos por los grandes beneficios que esperan una vez que concluya la gran obra del peñismo.
La encuesta es un mensaje para aquellos que por medio de corruptelas y sobornos a miembros de la administración peñista consiguieron contratos bajo la tradicional fórmula del “moche”, que de ninguna manera garantiza que el NAIM cumpla con las más estrictas reglas en su operación.
La encuesta servirá a López Obrador para limpiar la podredumbre que deja la administración de Enrique Peña Nieto en una obra, muy necesaria para el desarrollo del país pero que tiene vicios de origen que ponen en duda la transparencia en el manejo de los multimillonarios recursos que se destinan para su construcción.
Por eso me atrevo a adelantar que el próximo domingo Andrés Manuel López Obrador anunciará que Texcoco va, pero con la condición de que habrá que limpiar la porquería que deja el gobierno peñista, que no goza de la credibilidad que pueda garantizar que en la construcción del NAIM no hubo corrupción.
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¿Quién tiene la razón, respecto al atentado en la casa del cardenal Norberto Rivera Carrera, el Secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida o el Jefe del Gobierno de la Ciudad de México, José Ramón Amieva? El primero dice que el purpurado no estaba en el domicilio en el momento del ataque, mientras que el segundo asegura que iban por él pero no pudieron llegar gracias a que los elementos de seguridad repelieron la agresión. Lo cierto es que Rivera Carrera estaba comiendo en el jardín de la residencia de la colonia Florida con un grupo de monjitas. Por cierto ese inmueble fue adquirido por el arzobispado de la Ciudad de México, cuando al frente del mismo estaba el arzobispo Dario Miranda y Gómez, allí vivió fallecido, Ernesto Corripio Ahumada, ambos ya fallecidos, y en es lugar le tocaba vivir al actual arzobispo primado, Carlos Aguiar Retes, pero resulta que Rivera no se la quiso entregar y se la agandalló.
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@HctorMoctezuma1