Cuando Don Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista derrotó a Victoriano Huerta, logró reencausar al país en el rumbo de la legalidad, pero también debió enfrentar el complejo reto de pacificar México y reordenar a las fuerzas armadas. En 1916 se instaló la Academia de Estado Mayor y el 5 de febrero de 1920, meses antes de su caída, el presidente Carranza reaperturó el Colegio Militar en Popotla. Lo que no pudo resolver Carranza o no tuvo tiempo para ello, fue pacificar por completo el territorio nacional y apartar a los caudillos militares de la política.
Es con la llegada del general Joaquín Amaro a la Secretaria de Guerra y Marina en 1924, cuando por fin se da la anhelada y necesaria reorganización del ejército nacional.
Amaro no solo derrotó cualquier conato de rebelión sino reorganizó a las fuerzas a lo largo y ancho del país, y sembró una fértil semilla con la formación de tropas y oficiales de carrera que han hecho hasta nuestros días del Ejército Mexicano, una institución castrense profesional pero también la más leal de Iberoamérica. A la par de la consolidación del Colegio Militar, con la denominación de “heroico” desde 1949, se dio en 1932 la fundación de la Escuela Superior de Guerra, cuya primera sede fue el pabellón Álvaro Obregón en Popotla y su primer director el entonces Teniente Coronel Luis Alamillo Flores.
La Escuela Superior de Guerra, cambió un año después, su sede al histórico inmueble en San Jerónimo Aculco en la Ciudad de México. El sitio también denominado “Los muros blancos de San Jerónimo” fue el cuartel del general Gabriel Valencia durante la histórica batalla de Padierna el 19 de agosto de 1847, durante la guerra entre México y Estados Unidos.
La Escuela Superior de Guerra desde su fundación tiene la misión de formar jefes y oficiales de Estado Mayor, quienes serán los asesores y colaboradores inmediatos de los mandos del ejército, y en su momento, ellos ejercerán el mando en posiciones operativas y administrativas.
No en vano, el lema de la Escuela Superior de Guerra sintetiza el espíritu que define a sus alumnos: “Saber más, para servir mejor”, su emblema es la orgullosa efigie de la cabeza de un caballero águila de las tropas mexicas. Los cursos que se imparten en este prestigiado plantel militar han evolucionado desde su origen como curso de Estado Mayor y el curso de Estado Mayor Aéreo hasta la actuales Maestría en Administración Militar con Especialidad en Estado Mayor y Maestría en Dirección Estratégica con Especialidad en Estado Mayor Conjunto. Los graduados engrosaran de inmediato unidades del ejército, armada, fuerza aérea, guardia nacional y ejércitos extranjeros.
A la evolución y actualización constante en su programa y sistema de estudios, la Escuela Superior de Guerra ha estado siempre a la vanguardia con las más modernas herramientas tecnológicas para coadyuvar en la formación de los oficiales de Estado de Mayor, el prestigio del plantel trasciende nuestras fronteras y cada año se gradúan junto con nuestros jefes y oficiales, becarios de naciones amigas. Actualmente también está por concluir una remodelación y modernización integral de las históricas instalaciones de San Jerónimo.
El pasado 30 de julio por la mañana, en emotivo acto, cargado con la solemnidad del ceremonial militar se llevó a cabo la graduación de 97 jefes y oficiales entre los que se contaron becarios de Brasil, China, Corea del Sur y Guatemala. La ceremonia estuvo presidida por los secretarios de la Defensa Nacional y de Marina, el Director de la Escuela Superior de Guerra, ex Directores del plantel, Agregados Militares acreditados en México quienes entregaron reconocimientos a los graduados, jefes y generales del Ejército Mexicano, así como las familias de los graduados.
Entre los egresados destacaron con el primer lugar una mayor médico cirujano y las tres primeras mujeres oficiales de arma: dos artilleras y una zapadora.
El protocolo militar solo fue interrumpido cuando los familiares jubilosos desde las gradas vitoreaban a alguno de los graduados al escuchar la mención de su nombre. Fue muy emotivo, cuando las esposas y familiares de los egresados recibieron por parte de las autoridades del presídium un reconocimiento individual por el apoyo que les brindaron durante este tiempo de preparación, sin duda, un gesto de justicia y de merecido reconocimiento. Al final después de la fotografía oficial, los graduados compartieron el júbilo de concluir sus estudios, con sus familias y amigos en el campo de deportes del plantel. Otro momento que no pasó por alto se dio cuando al cantarse el himno nacional, el agregado militar español, Coronel de Infantería Alberto Guevara Martínez entonó a la perfección y marcialmente las estrofas del himno nacional mexicano.
Las señales alrededor de la ceremonia no son pocas, van desde la capacidad y alta calidad en la formación de militares de Estado Mayor, la cohesión en nuestras fuerzas armadas, el alto grado de profesionalización que ha logrado el Ejército Mexicano, así como el prestigio y reconocimiento por parte de ejércitos extranjeros. Pero sobre todo y lo más importante: constatar el espíritu de jóvenes hombres y mujeres compartiendo con sus familias no solo un logro personal y profesional, sino los valores que dan cuenta de un genuino nacionalismo y el firme compromiso de servir a su patria, construyendo con su trayectoria militar y vidas cotidianas un México mejor.