Por Aurelio Contreras Moreno
Temprano por la mañana de este lunes, familiares y amigos de Carlos Andrés Navarro Landa, el serigrafista y rapero muerto en los separos de la policía estatal hace más de un mes, se congregaron a un costado de la avenida “Lázaro Cárdenas” de la capital veracruzana para exigir justicia para la víctima de lo que todo indica fue un acto de brutalidad policiaca.
De manera ordenada y pacífica -y siempre bajo la vigilancia de cuerpos policiacos, como consta en videos- los manifestantes se dirigieron al cuartel “Heriberto Jara Corona”, mejor conocido Cuartel de Policía Estatal de San José, donde perdiera la vida Navarro Landa a causa de un infarto fulminante provocado a su vez por la golpiza que le fue propinada tras ser arrestado, como se narró en la anterior entrega de la Rúbrica. Ahí también expresaron su exigencia de justicia sin causar disturbios ni agredir a nadie.
Su siguiente parada fue la plaza principal de Xalapa, frente a la sede del Poder Ejecutivo estatal, donde planeaban plantarse durante el día mostrando la música que Carlos Navarro hacía, mientras continuaban pidiendo el deslinde de responsabilidades en su caso.
Sin embargo, esto último ya no fue posible, porque para ese momento hacia la plaza se dirigía otro contingente, proveniente de otro punto de la ciudad e integrado por encapuchados armados con piedras, palos y martillos, que desde el comienzo de su marcha se dedicaron a provocar destrozos sin sentido para “repudiar” la “represión policiaca”.
Lo que sucedió después ya es historia conocida: comercios, oficinas públicas, templos religiosos, instituciones bancarias y medios de comunicación vandalizados estúpidamente, pintarrajeados con consignas como “muerte al capitalismo”, “muerte a la propiedad privada” o “dinero es un robo”. Es decir, promoviendo una agenda política que nada tenía que ver con la protesta original contra los abusos policiales de la que ese grupo se “colgó” para salir a las calles.
Los familiares de la víctima se deslindaron de los hechos de violencia e incluso acusaron que se trató de una estrategia para invisibilizar y manchar su exigencia de justicia. “No sabemos si sean un grupo de choque, mandados por el gobierno y los partidos, o gente que solo se dedica a hacer destrozos. Nuestra única intención era pedir justicia por la muerte de Carlos Andrés, no tenemos nada que ver con este grupo, no sabemos qué intenciones tengan”, afirmaron.
Y algo apesta sin duda. A diferencia de la marcha de los familiares de Carlos Navarro, que estuvo custodiada por policías desde el principio, a los agresores no se les acercó ningún elemento de Seguridad Pública estatal y los dejaron destrozar el centro de Xalapa a su entero antojo y con total impunidad. Nadie fue detenido por estos hechos, ni siquiera porque atacaron las instalaciones de la propia Secretaría de Seguridad Pública. Raro, ¿no?
Además, dos de los vándalos que causaron destrozos y que se habían infiltrado en la marcha de los familiares de Carlos Navarro, fueron identificados como “estudiantes” de la facultad de Derecho de la Universidad Veracruzana. O sea que lo más seguro es que sean “porros” a las órdenes de quién sabe qué intereses.
Y es ahí donde hay que poner la vista: ¿a quién le conviene crear desestabilización en Veracruz? ¿Quién movilizó incluso con transporte a los vándalos, entre los cuales también se encontraban los infaltables tontos útiles que se creen muy contestatarios por salir a destruir el patrimonio ajeno, pero no son capaces ni de pagar sus tragos en un bar?
Se percibe en México –pues a la misma hora sucedían desmanes muy similares en la capital del país- la puesta en marcha de la estrategia del caos. Y quien o quienes la promueven son unos irresponsables que tarde que temprano tendrán que rendir cuentas por infundir odio en nuestro país, en nuestro estado.
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