Cuando pensamos en el norte de México, usualmente nos referimos su talante industrioso, en aquella gente que como se dice con justicia: “le ganó tierra al desierto” y ahora constituye un formidable motor de la economía mexicana. Sin embargo, hay que tomar en consideración las robustas aportaciones de los norteños a la cultura y la memoria histórica de nuestro país, la Feria Internacional del Libro de Monterrey que concluyó su 30 edición el día de ayer y que tuvo como invitado de honor al vecino estado de Coahuila fue una magnifica muestra de ello.
Caminar por el centro de Monterrey evoca indiscutiblemente a la aportación de Nuevo León a la consolidación de nuestra independencia y soberanía, La Explanada de los Héroes da cuenta de ello con los monumentos a Hidalgo, Juárez, Morelos y Escobedo, nuestras luchas de independencia y contra la intervención y el imperio se conmemoran ahí sobre columnas y monumentos ecuestres, pero también en un acto de congruencia se reconoce independientemente de su actuación posterior, los aportes de Bernardo Reyes como Gobernador y “Procónsul del Norte”, sus restos descansan ahí en la explanada. Una de las avenidas más populosas de la ciudad a su vez honra a uno de los mexicanos más destacados y para orgullo de la ciudad, hijo de ella, Servando Teresa de Mier, el tenaz Padre Mier, ideólogo por antonomasia de la emancipación de México de la corona española, sobre la avenida Padre Mier no muy lejos del sitio donde el General mexicano Pedro Ampudia rindió la ciudad a Zachary Taylor tras una valiente defensa en 1846, se levanta un edificio moderno, francamente feo y ya obsoleto, sin embargo tiene al frente un busto de Alfonso Reyes y una placa que consigna que en ese sitio nació Don Alfonso, titán de la letras mexicanas.
La 30 edición de la FIL de Monterrey con sede en el recinto de Cintermex, como ya se mencionó tuvo como invitado de honor al estado de Coahuila, más allá de los lazos naturales e históricos que unen a ambas entidades, la presencia de Coahuila fue un justo homenaje a una tierra fundamental en la conformación de la nación mexicana. Pienso en Coahuila como la tierra donde llegó la diáspora de Tlaxcaltecas en el siglo XVI consolidando el mestizaje y la cultura que nace tras la fusión de dos mundos, el sitio donde se sembraron las primeras parras en el hemisferio y como el vino es cuestión de gustos, a mi juicio donde se producen los mejores caldos del continente. Pienso también en la región donde fue apresado Hidalgo, la que perdió territorio como la Texas donde nació uno de los más grandes mexicanos, el General Ignacio Zaragoza. Coahuila no fue protagonista menor de las luchas contra la intervención americana en 1847 con la Batalla de la Angostura librada en las inmediaciones de Saltillo y contra la intervención y el imperio con importantes encuentros como la Batalla de Santa Isabel, que se dio en marzo de 1866 en las inmediaciones de Parras y donde Mariano Escobedo venció a un importante contingente de franceses y traidores.
Coahuila también ha sido cuna natal de Venustiano Carranza, de Francisco I. Madero, de tantos revolucionarios como Lucio Blanco oriundo de Nadadores y del sampetrino Francisco L. Urquizo no solo destacado militar sino una de nuestras mejores plumas del siglo pasado, el “novelista del soldado”
Acudir a la sede de la FIL de Monterrey fue sin temor a exagerar una experiencia vibrante, no solo por la enorme afluencia de visitantes, mayoritariamente de jóvenes, donde destacaban las mujeres, sino de familias y muchos niños. La organización fue impecable, las presentaciones de libros y conferencias se dieron perfectamente cronometradas y sin problema alguno. Los stands de editoriales de todos los colores, públicas y privadas dieron cuenta de la diversidad de la oferta editorial en México, los stands también de medios de comunicación, de manera fluida transmitieron y difundieron las actividades de la feria, así como la presencia de tantos pesos completos nacionales y extranjeros de las letras y del mundo del periodismo, a su vez la zona de salas y auditorios fue amplia y cómoda.
Sin duda alguna el norte de México se consolida como un referente de la cultura con sus Ferias Internacionales del Libro, el mes pasado con la de Saltillo y ahora con Monterrey. Las Ferias no solo difunden la lectura entre los mexicanos y son una magnifica oportunidad de adquirir libros sino refrendan a la cultura como un elemento indiscutible y poderoso para reconstituir el tejido social en un México que ya merece seguridad y paz social. Estas ferias norteñas complementan la oferta de otras como la FIL de Guadalajara y las de Minería y Antropología e Historia en la Ciudad de México.
El stand de Coahuila en la FIL de Monterrey fue sin duda el centro de atracción de la feria, conjugó en aproximadamente doscientos metros cuadrados la oferta editorial y cultural de la entidad con sus atractivos turísticos. Destacó un enorme dinosaurio robotizado, que con su movimiento atrajo a todos los visitantes y fue no solo un elemento agradable a la vista sino un referente al rico patrimonio paleontológico del estado. A lo anterior se unió la muestra de vinos de Coahuila, de sotol y de pan de pulque, herencia indiscutible de los tlaxcaltecas que fundaron San Esteban de la Nueva Tlaxcala, hoy Saltillo.
La presencia de escritores coahuilenses y publicaciones alusivas a Coahuila fue abundante, los temas de historia, novela, poesía, crónica entre tantos refrendaron lo aquí ya mencionado en cuanto a la aportación de la tierra de Carranza a México.
Al final solo queda hacer un reconocimiento a dos mujeres excepcionales y destacadas en el mundo de la cultura en México: a Consuelo Sáizar, Directora de la FIL de Monterrey que superó con creces las expectativas, y a Ana Sofía García Camil, Secretaria de Cultura de Coahuila, quien da cuenta de manera firme de la centenaria tradición cultural de su tierra natal.