Javier Peñalosa Castro
A poco menos de seis meses de los comicios en que los mexicanos habremos de elegir Presidente de la República, algunas de las gubernaturas más importantes, congresos locales, alcaldías, renovar la totalidad del Congreso federal y un larguísimo etcétera, la lucha por el poder se ha significado por la formación de tres grandes polos, alrededor de los cuales se aglutinan las principales fuerzas políticas (PRI [con su alter ego, el Verde Ecologista y un Panal desmejorado], PAN [con lo que queda del PRD y el utilitario MC] y Morena [con sus cuestionados socios, PT y PES]).
Finalmente, Ricardo, Ricky Ricón, Anaya logró imponerse, tras negociar con el jefe de gobierno de la Ciudad de México la postulación de un perredista al gobierno de la Ciudad de México, así como una importante participación en el eventual gobierno que formarían los integrantes de este frente en caso de obtener la mayoría de votos el próximo primero de julio.
La candidatura de Anaya también implicó la renuncia de Margarita Zavala de Calderón al PAN, la concesión de la candidatura al gobierno de Puebla para la esposa de Rafael Moreno Valle, a cambio de que el exgobernador hiciera a un lado sus aspiraciones presidenciales, un pacto similar para postular al hijastro de Graco Ramírez al gobierno de Morelos y un reparto ventajoso de otras posiciones para el PRD y el Panal. En tanto, como se esperaba, en Morena nadie alzó la mano para competir con Andrés Manuel López Obrador.
Por su parte, Zavala, El Bronco regio, y Armando Ríos Píter parecen avanzar para lograr la impresión de sus nombres en las boletas electorales; sin embargo, empiezan a conocerse las entretelas del abultado acopio de firmas que, según parece, obedece más al tráfico de padrones y credenciales de elector y acciones fraudulentas de diversa índole que al activismo de los seguidores de estos ciudadanos.
Con los movimientos realizados en su equipo, Peña Nieto ya mostró de qué tratará el proceso electoral. Para ello situó en posiciones estratégicas a miembros de su equipo más cercano e incondicionales de los intereses del llamado Grupo Atlacomulco. Ni Navarrete terminará con la violencia y los graves problemas que correspondería atender a la Secretaría de Gobernación, ni Campa sacará los pendientes de una reforma laboral que sólo alcanzó para la creación masiva de empleos mal remunerados y para continuar arrebatando a los trabajadores un creciente número de prestaciones y conculcando sus derechos a recibir una pensión digna.
En tanto, en la Secretaría de Desarrollo Social podría haber parecido que cualquier relevo del misógino e ignorante Luis Enrique Miranda sería para bien. Sin embargo, la llegada de Eviel Pérez hace pensar, por sus antecedentes, que habrá de dedicarse, de tiempo completo, a desarrollar el clientelismo y a apoyar la estrategia electoral de Peña y su grupo en busca de un milagro: conservar la Presidencia, pese a los bajísimos índices de popularidad de los gobernantes y al hartazgo de los mexicanos. Para ello —no hay que ser magos para adivinarlo— habrá de recurrir al manejo discrecional de programas de atención a marginados a cambio de su voto y a cuanta triquiñuela sea posible imaginar.
Pese a todo este apoyo, y al que pudiera representar la cargada de ejemplares de fauna variopinta, como la protagonizada por el siniestro expriista, expanista y de nueva cuenta priista Javier, Copelas o Cuello, Lozano Alarcón, a la propaganda y las campañas sucias contra sus adversarios, el más priista de los no priistas, José Antonio Meade, nada más no logra hacer que su campaña levante.
Ante ello, menudean las campañas negras, los dicterios, los infundios y la difamación en contra del puntero en las encuestas. Pero aunque el rival a vencer es, evidentemente, el tabasqueño, el régimen y su aparato propagandístico se ven en la necesidad de atajar también, por todos los medios a su alcance a Anaya, quien se mantiene en segundo lugar hasta el momento, pese a los intentos de restarle simpatías a través de medios de información a modo. Habrá que esperar.
Pero si Meade no logra repuntar, también hacia Anaya habrá de dirigirse el despiadado golpeteo de Ochoa y sus corifeos dentro del gobierno, en otros partidos e incluso en el extranjero, como empieza a perfilarse en el caso de López Obrador, a quien en menos de dos días de ha acusado de recibir el apoyo de Putin y de Maduro.
No sorprende ver que el nombre del Peje aparece en sospechosas “pintas” aparecidas en bardas de la ciudad de Caracas, en las que supuestamente se expresa el apoyo del desacreditado régimen de Maduro, así como piezas de video en las que se intenta a toda costa pintarlo como un demoniaco populista que causaría un daño irreparable a México y a los mexicanos. Por supuesto, Ochoa también lo responsabiliza de una eventual devaluación del peso (de 10%), cuando las llamadas reformas estructurales provocaron que nuestra moneda perdiera casi la mitad de su valor.
En fin. La lucha por el poder llegará paulatinamente a su apogeo y, sin duda, el escenario en el que tendrá lugar será un ring de lodo (en el mejor de los casos) y podrán verse todo género de triquiñuelas a ciencia y paciencia del réferi.