Es del dominio público el alto grado de aceptación que tiene el Ejército Mexicano entre la sociedad. Algunas encuestas incluso ubican a las fuerzas armadas en general como la institución más valorada por la sociedad, tan solo por detrás de la familia. Lo anterior no es cosa menor, pues soldados, marinos y aviadores se encuentran desplegados a lo largo y ancho de México en tareas que van desde el sensible tema de la seguridad pública, el cáncer que asola al país, hasta una intensa labor social y por supuesto su invaluable presencia en apoyo a la población en desastres naturales, donde destaca el afamado plan “DN III” del ejército.
La Secretaría de la Defensa Nacional tiene la dualidad de ser no solo el ejército de tierra de México, sino también una secretaría de despacho, integrante del gabinete legal y ahora también encargada de operar la Guardia Nacional constituida con un formidable estado de fuerza de alrededor de 120,000 efectivos.
El Ejército Mexicano es tan antiguo como la nación independiente que surgió en 1821, y tal vez un poco más si somos rigoristas y tomamos a las huestes insurgentes del padre Hidalgo como pie veterano de los soldados mexicanos. Si bien es cierto que el ejército actual nació del Plan de Guadalupe en 1913 y del licenciamiento del Ejército Federal en agosto de 1914, es imposible dejar de lado la heroica tradición militar mexicana que se constituyó a lo largo del siglo XIX y el porfiriato.
Por ende, no se puede comprender la formación del México independiente sin la presencia de sus militares, un referente indispensable lo es el origen popular del ejército surgido de la revolución, espíritu que prevalece al día de hoy, en que cualquier joven sin importar su origen o condición social puede ingresar al prestigioso sistema educativo militar y llegar con el paso de los años a general. El único límite que existe, es el que su propia capacidad y perseverancia le impongan. Lo anterior ha redundado en un ejército con una sólida tradición, pero también moderno, profesional, con un magnífico adiestramiento y con mucho orgullo: el más leal de Iberoamérica.
A pesar de lo anterior, hasta hace unos lustros, el mundo castrense era una burbuja aparte, y las fuerzas armadas eran desconocidas para la mayor parte de la sociedad, pero este hermetismo con el que se manejaban los militares, no era privativo de México sino una característica que distingue a los soldados en todos los confines del planeta.
Los desafíos que entrañan la participación del ejército en labores de seguridad pública ante la ineficacia y corrupción emanadas de las fuerzas de seguridad pública de los tres niveles de gobierno, detonaron entonces la creación del concepto de la Gran Fuerza de México, que no solo es un apelativo que define con certeza al ejército sino una iniciativa que marcó un parteaguas en la relación de los soldados con la sociedad civil.
La Gran Fuerza de México significó acciones de proximidad social que acercaron al ejército con la sociedad, los ciudadanos entonces ya no vieron a los soldados tan solo brindando seguridad en las calles, remozando escuelas, rindiendo honores en ceremonias cívicas o auxiliando en desastres natural sino que conocieron la parte humana de los hombres y mujeres que portan el uniforme.
En concreto se organizaron grandes exposiciones en todo el país, donde el público en general, pudo ver el equipo, armamento, aeronaves, blindados, transportes, uniformes e interactuar con las tropas en un ambiente de camaradería, los niños particularmente disfrutaron las tirolesas, cubrirse el rostro con camuflaje facial o montarse en un tanque”panhard”.
Hubo también una intensa pero atinada campaña en medios escritos y electrónicos, la presencia de SEDENA en redes sociales, los “flashmobs” con la intervención repentina de bandas de guerra o músicos militares amenizando en espacios públicos, la apertura de campos e instalaciones militares para actividades deportivas, paseos dominicales de las familias así como cabalgatas y rodadas de motociclistas. La memoria histórica no fue dejada de lado y se crearon museos militares que enriquecieron la red de recintos bajo administración de la Dirección General de Archivo e Historia de la SEDENA.
A partir de entonces la apertura del ejército a la sociedad es plena, las campañas negativas o mal intencionadas se derrumban con la eficaz labor de comunicación social y difusión que es ya norma en el ejército. El artífice del éxito de la Gran Fuerza de México, fue el entonces Coronel de Caballería Ricardo Trevilla Trejo, quien como Director de Comunicación Social de SEDENA, implementó un modelo que marcó una nueva etapa en las relaciones entre ejército y sociedad civil.
Hoy como Divisionario, el general Trevilla ha sido designado Secretario de la Defensa Nacional, a su sólida trayectoria castrense, se añaden la visión y experiencia probadas que sin duda alguna abonarán a que el ejército se siga robusteciendo como la Gran Fuerza de México.