“La guerrilla no parece ser prioritaria en la agenda política nacional.” Tajante, conocedor del tema, así lo afirma el investigador Jorge Lofredo, cofundador del Centro de Documentación de los Movimientos Armados (www.cedema.org), en su más reciente Posdata. Y agrega: “De hecho, de la reciente administración federal no se conoce ninguna iniciativa ni el lugar que ocupa este tema en la agenda presidencial. Tampoco la guerrilla accionó. Sin embargo, empiezan a conocerse distintos argumentos que procuran confundir antes que permitir establecer un escenario real sobre el tema”
¿Es antipriísta la guerrilla? Lofredo responde:
“A menudo se han pretendido igualar la intencionalidad, los tiempos y las razones de las organizaciones político-militares mexicanas contemporáneas con alguna situación coyuntural de la vida política del país. Estas especulaciones no tienen sustento o razón como así tampoco existen datos concretos que permitan comprobar la existencia de pactos o negociaciones. Pero este argumento no tiene como objetivo dar a luz los presuntos acuerdos entre las fuerzas clandestinas y una administración federal sino sostener la existencia de una guerrilla anti-PRI (Partido Revolucionario Institucional) lo que implica, además, acuerdos con el Partido de Acción Nacional (PAN).”
Sostiene, además, que hay una nueva generación de guerrilleros, surgida a partir de 1996 –hace 16 años, de los cuales 12 fueron de gobiernos federales panistas–, que dificulta comparar “fehacientemente una mayor presencia guerrillera respecto a una u otra gestión federal.”
Uno de los argumentos para sostener la intencionalidad hacia un instituto político y un acuerdo con el otro se basa en que el proceso de división que se produjo en el seno del eperrismo lo fue por la distinta posición sostenida entre dialoguistas y no dialoguistas con la administración federal iniciada en el año 2000. Esta circunstancia, sin embargo, no resuelve el dilema fundamental: el grueso de las escisiones sucedió al menos dos años antes; y más aún, existen documentos del año 1997 que ya marcaban claros indicios de malestar y que presagiaban una ruptura inminente, que de hecho ocurrió a la mitad del año siguiente, en 1998. Cabe aclarar que la diáspora que se conoció a partir del 2000 es el resultado de un proceso de discusión interno que comenzó bastante tiempo antes.
SE MULTIPLICARON
Afirma también el cofundador del Cedema que “en el transcurso del nuevo siglo se anunciaron otros grupos que protagonizaron acciones políticas y militares. Por eso, tras un brevísimo y somero recuento, puede anotarse la existencia de más organizaciones de estas características desde el 2000 que antes de ese año (véase ‘PAN y guerrilla’ en:http://cedema.org/ver.php?id=1549); y no solo ello sino que también puede comprobarse la reunificación y coordinación de varias de estas organizaciones en nuevos partidos y ejércitos clandestinos en el período 2000-2012. La mayoría de las organizaciones clandestinas activas actualmente operaron militarmente bajo los dos sexenios precedentes.
“Es posible subrayar la aparición de más grupos durante el panismo que el priísmo; pero, además, es incomprensible el marco de los presuntos acuerdos, ya que cabría establecer tanto los interlocutores con quienes se establecieron como así también las condiciones de los mismos. Primero, debido a que la totalidad de las facciones eperristas accionaron durante todos los años del panismo, lo que vuelve inviable sostener la idea de un acuerdo, aunque éste hubiese sido con alguna de ellas; y, por otra parte, porque estas acciones incluyeron (dentro de la dinámica golpe-contragolpe) las desapariciones forzadas de eperristas, el ataque a los ductos de Petróleos Mexicanos, el asesinato del comandante Ramiro, las acciones político-militares tanto en el DF como en otros estados de la república y otra larga serie de hechos.”
La guerrilla, afirma Lofredo “no es anti-PRI ni tampoco anti-PAN: es antisistema.” (Continúa)
Índice Flamígero: Un viejo documento de seguridad nacional –data de hace seis años– consideraba que los narcotraficantes mexicanos llegarían a emular las estrategias y tácticas de la narcoguerrilla colombiana, dado que más de la mitad de la droga que se trafica y consume en México es suministrada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), guerrilla que ha reemplazado a los cárteles de Cali y de Medellín…”Eso fue en 2007. ¿Y en el 2013?