Victor Roccas.
Para este momento, estimado lector, no hay alguien que no sea bombardeado por las campañas electorales sin importar si son candidatos, partidos, coaliciones, gobernadores, legisladores, secretarios de estado, alcaldes, funcionarios, con licencia, con renuncia, legales o ilegales, campañas adelantadas o financiadas por el crimen organizado, la iniciativa privada o alimentadas con desvíos de presupuestos locales, estatales o federales, la mal llamada política en México, como supondré también funciona en otros países del orbe, debe ser hoy día la industria más pujante dentro de la sociedad mexicana, consideraré que el dinero que corre a través de la industria de la politiquería supera con creces industrias como la del narco, turismo, petróleo, metalúrgica, eléctrica, remesas, etc. No existen cuentas claras, ni las obtendremos jamás en este rubro y mucho menos de quienes manejan esta pasmosa industria.
Una de tantas definiciones de industria declara es la actividad económica que tiene como objeto la transformación de materia prima en artículos ya elaborados o semielaborados con vistas a bienes transformados de consumo, otra definición es; un grupo de empresas que están relacionadas en función de sus actividades principales, la Real Academia Española describe industria así; 1. f. Maña, destreza o artificio para hacer algo. 5. f. Negocio o actividad económica.
Por otra parte el origen etimológico de la palabra industria proviene del latín industria formada por el vocablo industria-; en el interior, y el verbo struo-; construir, apilar, fabricar, organizar.
Derivado de lo anterior figuremos que la industria de la politiquería como por ejemplo la del turismo, u otras, requiere de una comercialización y mercado, en cuyo caso la comercialización se cumple con cada campaña electoral, promoción del voto y la idea de una supuesta democracia.
El mercado a su vez es vasto pues supone una sociedad carente de garantías, ávida de justicia pero sobre todo pletórica de fe y esperanza en un nuevo producto y solución.
Esa sociedad formada por individuos que en conjunto se les suele llamar pueblo, más con fines demagógicos que en consonancia constitucional, son, para ser brutalmente honestos, la materia prima a transformar, esa masa informe de individuos que a fuerza de maña, destreza y artificios transfieren de manera organizada su voluntad a la voluntad de un ente ajeno, convencidos infantilmente de que ese liderazgo seleccionado por otros es el elegido por ellos.
Lo anterior debe entenderse como la más simple estrategia de ventas, es decir, crear una necesidad para vender luego una solución por lo cual y sin duda cada gobierno y gobernantes mantienen como el credo que erige dinastías de parásitos y una casta política nefasta pero poderosísima que ha trascendido quebrantando décadas, generaciones, principios políticos, derechos humanos, ética y Constitución Mexicana a su paso.
No hay alguien que pueda discutir entonces que la politiquería es un negocio, una industria que transforma la ignorancia, la desesperación, el hambre, la miseria, el miedo, la pasividad política y la inconsistente voluntad cívica de cada ciudadano en una masa de acarreados incendiarios, turba, o pueblo en pos de una sola voluntad política o el liderazgo de un cabrón alienado con el poder ( llámense Ordaz, Echeverría, Portillo, de la Madrid, Salinas, Zedillo, Fox, Calderón, Peña o López, sean quienes les anteceden o quienes les sucedan) un pueblo manipulado, engañado convertido en artículos elaborados y transformados como electorado para uso de un conglomerado de empresas llamadas partidos políticos que tiene como actividad principal la necesidad de democracia como un bien de consumo y en definitiva con fines propios de lucro.
Tanto es una industria que actualmente millones de personas en este pinche país bananero dependen de las campañas, promoción de politiquillos y fortalecimiento de partidos mediante coaliciones, “políticos” tránsfugas y migración de militantes entre partidos.
Más allá de las estratosféricas e insultantes cantidades de dinero que se entregan a cada partido, dirigente y gobernante para su promoción es un secreto a voces y evidente que el crimen organizado invierte en la promoción política y en cada gobierno, también es conocido que cada empresario Forbes y grandes empresas nacionales e internacionales cabildean garantías y facilidades en cada oficina institucional, desde la presidencial hasta la más remota oficina de algún ayuntamiento, e igualmente que grandes consorcios mediáticos, periodistas y columnistas culiempinados, serviles y obsequisos con el gobierno son beneficiarios directos de la politiquería y que desde luego hoy con cientos de “opinólogos corruptores” en internet, todos ganando fortunas plegándose a la ignorancia, a la total falta de ética, a la controversia visceral y al servicio del poder en turno siempre en aras de crear un ánimo de distracción promoviendo una horda de pobladores incultos que con hachas, horquillas, palos, antorchas, piedras y alaridos son azuzadas a un linchamiento, todo lo anterior aderezado con la infaltable presencia de empresas encuestadoras, antes corruptas, y actualmente y sorpresivamente pie de balanza de la democracia moderna al alza, empresas de publicidad, empresas de imagen, empresas de transporte, etc, millones de mexicanos que de manera directa e indirecta colaboran y se benefician con la industria de la politiquería mexicana.
Cada politiquillo, en este pobre país pletórico primero de pobres y luego de pendejos, es dueño e inversionista de tal industria, cada funcionario y militante de cada partido es empleado en esa industria y cada individuo elector activo, convencido de ese “pueblo bueno y sabio” materia prima que sin entenderlo mal sobrevive irónicamente gracias a la industria de la politiquería, cierto que algunos privilegiados sobreviven en mejores condiciones financieras pero igualmente atados, sujetos y víctimas del crimen pero siempre recursos de explotación primaria en un sistema que ya ha desvirtuado totalmente la razón primigenia de un estado y su contrato social el cual es dispensar bienestar a la ciudadanía, ni que decir de más de la mitad de mexicanos que no superarán los niveles de pobreza y carencias en las próximas décadas y que son pobres desde la revolución y mucho menos los más de 15 millones de hambrientos y menesterosos que morirán en los próximos lustros bajo la misma línea de miseria en la cual sus ancestros nacieron, sin olvidar a los cientos de miles de muertos con violencia, a los cientos de miles de desaparecidos y a los cientos de miles de migrantes que seguirán huyendo al norte bajo la bota militar y el puño del narco.
Pues al final, repito, en esta industria de la politiquería lo esencial es mantener la materia prima disponible, constante y asequible, millones de pobres, desposeídos, miserables, desempleados y millones más de imbéciles dispuestos a creer una y otra vez en una campaña repetida cientos de veces de diferentes maneras pero con el mismo fin, convencer nuevamente a millones de pobres y a millones de pendejos para entregar su voluntad a otro hijo de puta en forma de voto, y tristemente con la justificación de absurdos lemas de campaña o “slogans” como; “Bienestar para la familia”, “Mi compromiso es contigo y con México”, “La solución somos todos”, “Juntos haremos historia”, “El voto del cambio”, “La renovación moral de la sociedad”, “¡México ya, el cambio que a ti te conviene!”, “¡Qué el poder sirva a la gente!”, “¡Con México a la victoria!”, “¡Por el bien de todos!”, “¡Para que vivamos mejor!”, “¡El cambio verdadero está en tus manos!”, “¡Ahora sí se hará justicia!”, “¡Primero los pobres!”, “¡No más corrupción!”, etc. De esa manera esos mismos “políticos” de mierda alcanzan el poder y garantizarán la abundancia de materia prima traducida en más pobres, más ignorantes, más enfermos, más desposeídos, más migración, más desigualdad, más crimen, más carencias, más leyes, más impunidad, más corrupción y desde luego más pendejos convencidos y más politiquillos con más hambre de poder y más soluciones a problemas que ellos mismos han creado y seguirán creando.
No cabe duda, la industria de la politiquería es cada día mas pujante.
-V.Roccas.