-Victor Roccas.
Hasta hace poco más de dos décadas el consenso general era que la clase media estaba por desaparecer, la pobreza era el destino seguro como retribución al esfuerzo ante la falta de oportunidades y en definitiva al declive en salarios, empleos, aumento en la inflación, informalidad y otros tantos factores que evitaron que la clase media de las décadas pasadas experimentaran un desarrollo, una evolución social, todo ello fruto de administraciones totalmente corruptas y voraces tanto del PRI, PAN y PRD como de cualquier otro ¡partidillo! satélite como el PT, PVEM, MC, PES, etc..
Lamentablemente muchos politiquillos provenientes de esa casta gobernante de la partidocracia (fundada por neoliberales y neoconservadores postrevolucionarios hermanados en el poder como sigue sucediendo hoy) utilizaron el dilema de la clase media para apuntar y aprovechar el descontento social aunado a la ya miserable pero resignada condición de los millones de pobres en México, esos millones que ni al menos tenían ilusión de alcanzar la línea de medición que los habría definido como “clase media baja”, por tanto esos millones de menesterosos, vulnerables, hambreados que no hambrientos, esa franja de millones de habitantes en la miseria no eran ya suficiente razón para sostener la demagogia de la lucha de clases, era necesario elevar hipócritamente el descontento de una clase media en extinción, atomizada entre familias e individuos algunos con recursos apenas suficientes, otros bastante pudientes, e incluso personas ligadas a la mafia del poder, pero todos muy útiles para demagógicamente interesar a un electorado apático en nuevas oportunidades partidistas, en la viabilidad de generar a nuevos participantes pseudo-políticos y arropar a muchos otros que fueron desechados de los partidos mayoritarios, así se concibió la promoción de un nuevo movimiento ciudadano que bajo resguardo de personas catalogadas “clasemedieros” , pobres con recursos, clase media con recursos, ricos, empresarios, comerciantes, artistas, investigadores, científicos, obreros, jubilados y toda aquella persona que anhelaba oponerse al poder, con esperanza en un futuro mejor, pues los denominados pobres ya ni al menos esperaban otra cosa que migajas, pero que siempre sumisos han representado el voto seguro, ese voto que durante décadas ha mantenido a la partidocracia fuerte, firme, a cambio de miseria, hambre, violencia y muerte.
El escenario estaba listo, una lucha de clases se promulgaba imperceptiblemente, la “clase media” junto con la clase pobre a rastras (pues por su precariedad repito decidieron dejarse llevar por el rebaño aún a costa de más de lo mismo) en contra del poder, los sindicatos charros, la burocracia corrupta, los magnates monopólicos, los multimillonarios rastreros, el empresariado empoderado por la cúpula del poder ejecutivo, legislativo y judicial, etc, de tal modo esa lucha virtual se gestó como cuna de una transformación. La visceralidad de ese argumento atrajo a millones más que por estricta definición no eran solo clase media, eran millones de individuos ansiosos de oponerse también al poder, ansiosos de justicia y sobre todo ansiosos de retribución por tanta impunidad en concordancia con lo expresado por el magistral Julio Anguita (QDEP) “…La clase media es ya una clase proletarizada, ricos y pobres saben ya lo que es estar en paro (desempleados) también saben ya lo que es la falta de horizonte, se ha dado cuenta de como la han utilizado durante tanto tiempo pues le habían hecho creer que se diferenciaba del mundo obrero y se ha dado cuenta de que es igualmente parte del proletariado…”
Hoy día ya hemos pasado por la primera decepción que fue señalar a los ricos y empresarios, los pudientes como los malandrines en el sesgado mensaje de campaña manipulado como “lucha de clases” o “pobres contra ricos”, ese mismo sector de la sociedad, los ricos, se vio de pronto así mismo enfrentado al escarnio de millones gracias a semejante argumento de discriminación de clases que se dejó crecer desde la cúpula del movimiento ya convertido en partido. Por ello estos “ricos” se volvieron parias del movimiento y fueron los primeros en abominar del ahora partido trabajando muchos de ellos por evidenciar la traición de los líderes convertidos en gobierno.
Al mismo tiempo otro estricto sector de pensadores de izquierda autodidactas, anónimos, desconocidos y olvidados dio inmediata cuenta de la falacia en la supuesta transformación del estado pues se permitió involucrar dentro del partido a personajes non gratos para la ideología social que exigía desde un principio las cabezas de políticos corruptos de gobiernos pasados. Estos también fueron parte de los primeros que repudiaron la transformación y no tuvieron otra opción que marginarse, muchos de ellos decidieron incluso imponer un auto-exilio político.
Lo sucedido fue solamente resultado de aquellas traiciones, las elecciones pasadas demostraron que no fue ninguna clase media “aspiracional” la que repudió el supuesto cambio, sino la franja social que sin importar estrato socioeconómico lucho codo a codo contra el poder de antaño.
Ahora después de haberse evidenciado que ya no se cuenta con el capital político de hace 10 años se intenta establecer nuevamente otra lucha de clases, la lucha contra la clase media, esa que antes abarcaba desde pobres hasta acaudalados, pero que hoy se ha definido como “clase media aspiracional”, esa clase media que estaba cansada del poder corrupto, esa que se aprestó sin condición con poco, mucho o carretadas de dinero para fundar al movimiento como asociación civil manteniendo de esa manera a los activos y personal administrativo, estratégico y político incluida la cúpula del liderazgo del movimiento con aportaciones voluntarias entretanto se ponía sobre la mesa y para decepción de algunos miembros del movimiento la intención premeditada de convertir a esté movimiento de regeneración social en un partido político más de la partidocracia…
La lucha de clases no se destruye entre tanto haya regateo de garantías constitucionales, perdón institucional, exceso de reformas, leyes y normas, injusticia, inseguridad, sumisión, demagogia, individualismo, favoritismo, prebendas, tránsfugas, doctrinas, caudillismo, desempleo, falta de oportunidades, elitismo, desmemoria, competitividad, meritocracia, corrupción, nepotismo, ausencia de división de poderes, discriminación, aristocracia, aporofobia, cabildeo legislativo, intereses involucrados, adjudicaciones directas, crimen organizado sin control, ecocidio, militarización, rezago tecnológico, fuga de cerebros, reducción de inversión en ciencias, en investigación, etc, pero sobre todo, ante todo en la criminal ignorancia promovida y sustentada en sistema educativo doctrinario y demagogia.
“Porque la lucha de clases termina donde inicia el estudio, el debate, la razón, preparación, ideas y ciencia” -Julio Anguita,1941-2020
Y me permitiré complementar que la lucha de clases termina no por decreto sino dónde inicia el aprendizaje, el conocimiento y la consciencia social.
-V.Roccas.