RELATO
Hace mucho tiempo atrás existió un país en donde había unos pobres monstruos que no hacían más que destruir el país en el que habían nacido. Se llamaban políticos, y eran las gentes más detestables que uno se pueda imaginar. Eran pequeñitos de cuerpo, pero enormes en capacidad de destruirlo todo. Y así siempre actuaban, de la manera más absurda e increíble. Robos, rapiñas… no tenían manera de llenarse, de saciarse… Eran lo absurdo de lo absurdo.
En este país habitaban otros cientos de miles de personas, pero ellos también eran pequeños de cuerpos. NINGUNO SOLO tenía lo necesario para hacer frente a los monstruos llamados políticos; ¡ni uno solo! Así que el país seguía y seguía yéndose a la deriva, ahora más que nunca… Hasta que un día, un niño, que se la pasaba todo el tiempo observando y estudiando el comportamiento de estos monstruos, vio que lo que más les gustaba comer a ellos era dinero.
-¡Ya sé qué es lo que haré! -exclamó el niño, al percatarse de su descubrimiento. Y entonces se fue corriendo para algún lugar. Al llegar al lugar, que era un cerro alto, desde el cual se podía apreciar el cielo infinito de una manera más clara, puso su mirada en lo alto, y enseguida empezó a rezar. Rezaba por una respuesta. Quería que el cielo le dijese qué hacer… Se sentó sobre el suelo, cruzó las piernas, y estando en posición de meditación empezó a buscar….Ommmm. Ommmmm. El niño meditaba como si fuese un buda. Su mente estaba muy concentraba. Le urgía encontrar la respuesta divina para lo que le sucedía a su desgraciado país. Ommmm. Ommmm.
Los rayos del sol le quemaban el rostro, pero aun así él seguía sin moverlo. “El dolor no existe, aunque ahora me tortura; el dolor no existe…” El niño era una de las personas que más sufría por su país… Después de estar meditando por más de dos horas, su mente por fin se le iluminó. Una ráfaga de sabiduría invadió todo lo que él era. LA RESPUESTA POR FIN LE HABÍA LLEGADO.
-Gracias, cielo infinito -dijo el niño. A continuación se puso de pie y bajó otra vez corriendo hacia el centro de su pueblo. Estaba seguro de tener ya la respuesta que salvaría a su país de esos malditos monstruos que nadie se atrevía a combatir…
“Ommmmm. Ommmm”. El niño se sentó bajo un árbol y empezó a invocar a los espíritus benévolos…. Agua, tierra, aire y fuego, cuatro elementos básicos para la vida humana. El niño tenía los ojos cerrados y apretados… Meditaba, rezaba. “Ommmm. Ommm….” Nuevamente cerró su mente ante la realidad, el mundo, ante todo lo que lo rodeaba. Y después, al lograr el estado máximo de concentración, su cuerpo dejó de existir, y su mente pasó a ser parte del cielo, el aire. Entonces empezó a volar; su mente alzó el vuelo y después de unos segundos, desde lo alto, vio todo la destrucción que los monstruos políticos le habían propiciado a todo su país. El niño, sin poder hacer nada para evitarlo, se llenó de ira y maldijo a todos estos seres devoradores….
-¡Que la mierda se convierta en dinero! -soltó el niño desde lo alto. Y en ese mismo instante su petición se hizo realidad. La mierda se convirtió en dinero. Y los políticos, que siempre estaban detrás del dinero, al darse cuenta de esto, al olerlo, enseguida vinieron a devorar -como las bestias que eran- los yacimientos llenos y enormes de mierda. Allí estaban -como si fuesen cuervos sobre los desechos putrefactos- todos los políticos devoradores de dinero de aquel pobre país tan enfermo y débil. Comían toda la mierda, pensando que era dinero. Sus hocicos de marranos -aunque los cerdos son más limpios comparados con ellos- los hundían una y otra vez. Todos se engullían el gran platillo. El niño los miraba desde lo alto Y NO HACÍA MÁS QUE PARTIRSE DE LA RISA… Ja ja ja. Reía tanto que hasta lágrimas le salían de sus ojos. Ver a aquellos monstros comer mierda como si fuese dinero lo hacía desternillarse de risa. Estaba disfrutando, ¡se estaba desquitando! Todo era la cosa más asquerosa de ver…
Después de pasado unas dos horas, aquel gran sumidero, que antes estaba casi a rebosar de mierda, ya casi había sido vaciado por las bocas feroces de los monstruos políticos… “Ja ja ja”. El niño se partía de la risa al mirar cómo entre todos ellos se peleaban por más y más mierda. Los políticos se empujaban, hombres y mujeres se disputaban el mejor sitio. “¡Aquí! No, ¡allí!”, decían, cuando medían con sus vistas un punto u otro dentro de aquel lugar.
“¡Aquí ya comí todo!, ¡váyanse! “ “¡Yo llegué primero!, ¡este lugar es mío!” Los monstruos políticos se disputaban el lugar más lleno de mierda…
Después de estar comiendo la mierda de este gran sumidero, al ver que solo quedaba poca materia fecal, salieron corriendo como ratas para ir en busca de otro yacimiento. El niño disfrutaba como nunca. ¿Qué pasó después?
Sus naturalezas de “nunca nos saciamos” fue lo que los destruyó. Comieron y comieron tanta mierda, que después de unas horas, todos y cada uno de ellos empezaron a explotar. Sus malditos cuerpos se rompieron en montones de pedazos… Habían comido mierda, creyendo que era dinero.
Y así es como el niño había logrado su objetivo. ACABAR CON LOS MALDITOS MONSTRUOS QUE HABÍAN LLEVADO A LA TOTAL DESTRUCION TODO SU PAÍS…
FIN.
ANTHONY SMART
Septiembre/16/2017