- Operación Limpieza del Jefe Urrutia
Aún presidente, Andrés Manuel López Obrador miró de reojo cuando su reemplazo al cargo, Claudia Sheinbaum, saludó de mano —y de mejilla con mejilla— a la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Piña.
Esa mirada no fue de curiosidad, sino de recelo.
Evitó LO saludar ayer a Piña en San Lázaro, acaso como desquite cuando la ministra no se levantó para saludar de pie al presidente, aunque sí le aplaudió, en el acto conmemorativo de la promulgación de la Constitución de 1917, el año pasado, en Querétaro.
Veinte meses atrás, el permanecer la magistrada presidenta en su asiento molestó al inquilino de Palacio Nacional, enfatizando esa descortesía a través de su vocero, Jesús Ramírez, que lo consideró una falta de respeto «al protocolo».
Pero quienes no respetaron el protocolo fueron los organizadores del acto republicano, es decir, la Presidencia de la República. Al centro, en mesa de números impar, debían estar los jefes de los Tres Poderes, pero logística presidencial orilló de la mesa al representante del Congreso, Santiago Creel, y de la Corte, Norma Piña.
Aquí desvelé el doble resero presidencial que ameritó la reflexión por dos hechos parecidos, de igual peso gubernativo, por separado: la molestia presidencial por no pararse la ministra Piña, y el saludo de mano a la mamá de un criminal, ofertada la consideración de que permaneciera sentada en la camioneta de la que era copiloto.
Como sea, el instante del saludo de Sheinbaum a Piña, congelado ayer en imágenes en el acto de toma de posesión, sobre todo por la mirada casi reprobatoria del ya expresidente, envió el mensaje probabilístico del inicio del proceso de desvinculación Claudista. Ya con el poder, debe repensar la presidenta de México que el respaldo de su líder fue electoral y que ya en el poder, sopesando positivos y negativos de la cercanísima relación, la que manda es ella.
letraschiquitas
El atrevimiento de los hermanos uterinos, Cuauhtémoc Blanco y Ulises Bravo, selló seis años de desenfrenos gubernamentales. Uno se presentó a ridículamente colgar su retrato del fracaso, y el otro en el acto de toma de posesión de la nueva gobernadora, contaminándolo***. Hay ausencias más notables que las presencias, y la del zar anticrimen Uriel Carmona en la Cámara de Diputados es una de ellas. Se ausentó de la sesión solemne cameral, no por trabajo, sino porque considera que no debe ser bienvenido donde cobrará pronta cesantía, por renuncia voluntaria***. Con todo el respaldo federal y estatal, Miguel Ángel Urrutia, el jefe Urrutia, secretario de Seguridad margarista, anunció una Operación Limpieza en la policía morelense de tan nefastos resultados de prevención del delito y posibles vínculos delincuenciales en el pretérito inmediato.