ÍNDICE POLÍTICO
FRANCISCO RODRÍGUEZ
Lo peor que pudo haberle sucedido al régimen de Cuarta… Transformación que padecemos fue la convenenciera alianza de Andrés Manuel López Obrador con los capos de los cárteles de la violenta delincuencia organizada. Fue el cimiento de los triunfos electorales de Morena, pero también el inicio de un socavamiento que llevará a ese Movimiento hacia un rápido final.
A cambio de recursos y de logística criminal en contra de los candidatos no deseados y en contra, también, de los electores los delincuentes recibieron protección, “abrazos y no balazos” de AMLO, quien dio la orden de que las fuerzas federales los dejaran hacer, los dejaran pasar y, al final del día, los dejaran crecer en número y en fuerza armamentista, por ende, también, en mayor violencia.
Hoy bien puede afirmarse sin dar lugar a equivocaciones que no hay morenista en cargo electoral que no haya sido apoyado con dinero negro, desde la Presidente formal Claudia Sheinbaum hasta el último de los regidores del ayuntamiento más recóndito. ¡Todos están embarrados!
De lo que morenistas y narcos no quieren percatarse es que de todo ello están enterados los gobernantes estadounidenses. En un principio lo toleraron, pero hoy ya no están dispuestos a permitir que esta “intolerable alianza” –Donald Trump dixit— prevalezca. Y es por ello y por la parálisis o hasta por el miedo –ibidem– que la Presidente pueda tener que el final de esta etapa negra de nuestra historia reciente está ya cerca de concluir.
No tarda la Casa Blanca en iniciar la cacería de narcogobernantes y narcopolíticos con lo que minará el escaso prestigio –si es que alguna vez tuvo alguno– de Morena.
La cancelación de la visa de la gobernadora de Baja California Marina del Pilar Ávila de Torres es, apenas, la punta de un enorme iceberg que flota en el estiércol morenista.
Ya lo verá usted.
FCH, EPN y AMLO cayeron de$lumbrado$
Ya lo hemos comentado aquí usted y yo. Durante muchos años se ha tratado de encontrar un origen cierto al proceso irreversible del apoderamiento del Estado por parte de los grupos delincuenciales del narcotráfico. El relajamiento institucional en su investigación y persecución presta bases para la sospecha: Las mal llamadas autoridades no sólo están infiltradas, sino complicitadas.
Gobiernos van y vienen desde hace cien años que se han repartido las prebendas del narcotráfico, unos en mayor medida que otros. Pero a partir del infame Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, paniaguado de los golpistas gringos, todo se hace para servirle al patrón, hasta provocar una guerra civil donde los muertos los ponemos nosotros y los beneficios les tocan a los valedores gabachos y a sus capataces ternuritas de aquí del rancho grande.
A pesar de que se les ha advertido en todos los tonos que la guerra o lucha contra el narcotráfico, lo mismo que los “abrazos, no balazos” no ha producido más que cientos de miles de víctimas y desolación, los gobiernitos de Calderón, de Enrique Peña Nieto y de Andrés Manuel López Obrador se deslumbraron ante la puerta falsa de los beneficios inmediatos y cómodos del trasiego.
Las oficinas que supuestamente combaten al narcotráfico en esta localidad no son sino simples sucursales de cuarto talón de los capos yanquis que operan y deciden –desde Washington, Nueva York, Chicago y Los Ángeles– la suerte de los mexicanos y los niveles de inseguridad a la que nos exponen.
Sus caporales en este territorio obedecen sin chistar, sabiendo que son removibles e inmunes.
De lo que sí está necesitado el pueblo es de lo que ellos no tienen ni conocen: la honestidad en el ejercicio del poder, la verdad en la toma de decisiones, la transparencia en el usufructo de los dineros.
AMLO se comprometió a ello y nos falló tanto o más como lo hicieron panistas y priístas.
Esos sencillos requerimientos populares, más la estabilidad política y la confianza de la gente en sus mandatarios para arrasar con la corrupción, es suficiente para desde ahí hacer todo lo demás que se requiera en los aspectos técnicos o diplomáticos y financieros, en el resarcimiento del Estado cabal y digno.
Para que, ojalá, México deje de ser un narcoestado
Los gringos ordenan por ser dueños del balón
Todos los gobiernos han fallado en toda la línea, en todos los frentes habidos y por haber en cuando menos restarle poder a la delincuencia.
La Federación sólo regentea un territorio en ruinas, atestado de males orgánicos, físicos y morales irresolubles, mientras los actuales detentadores del poder restablecen sus relaciones, en mejores condiciones, con los narcotraficantes y con los generadores de violencia.
La expresión narcoestado no es desafortunada ni ingenua. Literalmente, todo el mundo lo sabe. A ello obedece que nuestros vecinos estadounidenses y canadienses no sólo nos miren con recelo, incluso que anuncien acciones punitivas como lo han hecho Donald Trump y la mayoría de los integrantes de su gabinete.
Nuestro aparato gubernamental –de alguna manera hay que llamarlo– tiene miedo de enfrentar al poder del narco, no sólo por el incremento de la violencia que de ello resultaría, sino por la pérdida de un socio y compinche que hasta ahora le ha resultado funcional al régimen de Cuarta… Transformación.
Todo ello mientras la población indefensa está en el terror que provocan las bandas delincuenciales empoderadas.
Y hay que reiterarlo: México es de facto un narcoestado porque todas las actividades sustanciales del aparato son ahora dirigidas por las Fuerzas Armadas sometidas a los designios de los delincuentes, y porque nadie tiene para dónde hacerse, si no es obedeciendo la consigna de “plata o plomo”.
La economía nacional, el efectivo circulante en todas las actividades comerciales responden al mismo origen, ése que se gesta en la rapiña, el contubernio, la extorsión, el asesinato, las masacres y el tráfico de estupefacientes y detonadores químicos.
La mafia del poder cuatrotero, en la punta de la pirámide, responde a las mismas razones y exigencias.
El narco empoderó a la 4T. El narco acabará destruyéndola, porque así lo ordenan los gringos, porque ellos también son los dueños del balón.
Indicios
El enfrentamiento directo entre las dependencias encargadas de combatir el flagelo confirma casi todas las hipótesis que concluyen en asegurar una complicidad abierta y manifiesta entre autoridades protervas y delincuentes autorizados y protegidos por el poder político. Las dos tenazas de la pinza. Hoy son el general Ricardo Trevilla (Defensa) y El Batman García (Seguridad) los protagonistas. ¡El botín! ¡El botín! * * * Como siempre, reciba mi reconocimiento por haber leído hasta aquí este Índice Político. Vayan también mis mejores deseos para que tenga ¡buenas gracias y muchos, muchos días!
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