Fuera de Todo
Denise Díaz Ricárdez
Más allá de recriminaciones de los estragos causados en muchas localidades, pueblos y ciudades del norte de Veracruz y entidades vecinas en la región huasteca, a causa del desbordamiento de ríos y arroyos por las fuertes lluvias, corresponde ahora continuar sin descanso en tareas centrales orientadas a revertir los daños.
Las tormentas fueron tan fuertes que lamentablemente hubo personas que fallecieron y todavía hay desaparecidas debido a la intensidad de las corrientes que arrasaron a su paso construcciones, árboles, unidades automotoras, ganadería por kilómetros devastados.
Casi 80 mil viviendas fueron destruidas o semidestruidas en los estados de Veracruz, Puebla, Hidalgo, San Luis Potosí y Querétaro, el primero de ellos con más daños con 43 mil 578 censadas.
Ante este panorama la respuesta del gobierno y la sociedad no hizo esperar y las tareas de limpieza y reconstrucción de caminos y carreteras están en plenos trabajos con el auxilio de elementos del ejército, marina, autoridades federales, estatales y municipales. Mencionar además la respuesta que han mostrado miles de personas en llevar agua, despensas, medicinas en las partes con más severos daños.
Se han anunciado también respaldos económicos a las familias censadas, con el fin de reconstruir viviendas y enseres básicos de parte de las instancias gubernamentales.
De verdad la naturaleza da sorpresas y esta fue una de ellas. Si se requiere recuperar la fuerte experiencia que fue esta devastación, mayor aún a la semejante ocurrida en 1999 y en Tabasco en 2007 y 2020, a causa de lluvias y por fenómenos meteorológicos en los océanos. Otra tarea importante es perfeccionar en la medida de lo posible la previsión para que estos impactos de fuerza no originen muertes, desapariciones y daños. No es momento de protagonismos y menos ventajas políticas, porque lucrar con el dolor ajeno en cualquier circunstancia y cualquiera que sea el objetivo es sádico.