Norma Meraz
Diciembre de 2018, mes de las emociones.
Mientras unos derraman lágrimas al ser alcanzados por las notas de Las Golondrinas, otros, eufóricos, se aprestan a colocarse en sus marcas para el tiro de salida el próximo sábado uno de diciembre.
La nostalgia por el poder invade el ánimo de quienes lo ejercieron, en especial el presidente Enrique Peña Nieto.
Nunca más le rendirán honores de jefe de Estado; nunca más portará la Banda Presidencial; nunca más lo verán con respeto aquellos que un día creyeron en él y a quienes les falló.
Nunca más ejercerá el poder para encabezar un gobierno elitista y arrogante que deja tras de sí una estela de agravios a un pueblo que no los merece.
Nunca más podrá gastar 60 mil millones de pesos en promover su imagen prefabricada.
Nunca más tendrá que responder cuales son los tres libros que haya leído y le hayan dejado huella; nunca más enfrentará el escrutinio intelectual, pero eso sí, por mucho tiempo más llevará a sus espaldas la pesada carga del reproche mayoritario de los mexicanos que lejos de acceder a un mejor estadio de vida se sumieron en el hambre la miseria y el abandono, y el reclamo de una clase media proletarizada a la que truncó sus expectativas de una vida mejor .
Deja a México como el país latinoamericano que ocupa los primeros lugares en corrupción, impunidad y violencia. Esos primeros lugares que no son para presumir.
Un mandatario que se mantuvo lejos de la gente de a pie y que como miembro “distinguido” de su partido, el PRI, acabó contaminándolo y permitiendo un régimen corrupto y elitista que desdibujó el orgullo de pertenencia de sus militantes y los llevó a perder las elecciones presidenciales.
Esto es triste y no Las Golondrinas.
Enrique Peña Nieto se despide viajando a la República Argentina en el avión oficial para asistir a la reunión del G20a la que asisten los 20 jefes de Estado más ricos del mundo. Con ellos se tomará la fotografía, pues sólo va como observador, no como participante.
Ahí, en Argentina, aprovechará para firmar el acuerdo para el nuevo tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá, mismo que quedará para su aprobación en manos de los Congresos de cada país.
También en su agenda de cierre de actividades, el Presidente Peña entregará la máxima condecoración que concede el gobierno mexicano: El Águila Azteca, reservada a personajes extranjeros que hayan contribuido de manera destacada con nuestro país, tanto en el ámbito del arte, literatura, deporte, la política; extranjeros que sustenten una obra que los distinga.
Pues el presidente Peña Nieto, para cerrar con broche de oro su mandato, entregará esta máxima distinción nada más y nada menos al yerno de Donald Trump, Jared Kushner, un joven que enfrenta una investigación que lo puede llevar a la cárcel por no cumplir con el pago de impuestos y cuyo único mérito es ser el consorte de la hija del presidente de Estados Unidos, un Presidente norteamericano que tiene como obsesión enfermiza y mezquina lastimar a los mexicanos en su integridad moral.
Vaya despedida del poder, con un halago a las complicidades
Pero no todo es tristeza y nostalgia en este México nuestro. Un nuevo gobierno se apresta a ejercer el poder omnímodo de la Presidencia de la República.
Andrés Manuel López Obrador encabezará un régimen democrático presidencialista; ha propuesto un cambio de régimen con formas de participación ciudadana basada en la democracia directa. En otras palabras, plantea un reordenamiento en lo político, lo económico, jurídico, social y cultural.
Una probada del futuro:
Enemigo del debate, el próximo Presidente, dictará el quehacer político disfrazado de consulta ciudadana; ha impulsado reformas constitucionales apoyadas y aprobadas por sus congresistas de Morena y sus aliados; ha adelantado la designación de su gabinete, así como la concentración de la toma de decisiones en la Presidencia de la República. Todo su equipo de trabajo, desde arriba hasta abajo, le reportaran a él, el desarrollo de su desempeño.
Algo que ha despertado escozor social es el perdón –amnistía– a los corruptos de este gobierno peñista; incluso ha aludido que Enrique Peña Nieto no será investigado y menos perseguido por presuntos actos de corrupción.
¿Esto sería perdón, amnistía o cultivo a la impunidad ?
Andrés Manuel López Obrador vivirá y gobernará desde Palacio Nacional, sede del Poder Presidencial.
¡Otro régimen aguarda a partir del uno de diciembre!
La ilusión de los mexicanos es que el nuevo gobierno no los defraude, que de verdad les corresponda a la confianza que empeñaron el uno de julio para que dirigiera el destino de este país lacerado por los malos gobiernos.
La nostalgia y la emoción reinan en los tiempos del cambio.
¡Digamos la Verdad!