Por: Héctor Calderón Hallal
El turismo para México es uno de los componentes más nobles y constantes de ingreso para su Producto Interno Bruto (PIB), variable que, aunque satanizada y todo, sigue siendo un indicador confiable y nos sitúa en una perspectiva de análisis justa.
La actividad turística de México aporta el 8.7% al Producto Interno Bruto (PIB) del país y genera 2.3 millones de puestos de trabajo, que representan 6.0% del total nacional, aproximadamente.
3 billones y medio de pesos corrientes, es la derrama de efectivo en promedio anual por consumo, realizado por los turistas dentro del territorio nacional (consumo interior).
Es, después de las remesas de efectivo de connacionales, de las exportaciones por manufacturas automotrices y del crudo (que tienden a caer estrepitosamente por diferentes causas, exógenas y endógenas), la actividad que más provee de divisas a la economía nacional.
Es este rubro del turismo, un buen pretexto incluso, para refutar a los que le endilgan al país el calificativo de “Estado fallido”, cuando su principal fuente de ingresos son las “remesas” de mexicanos que se van allende las fronteras buscando una oportunidad laboral y que, como muchos sospechamos, no provienen sólo de mexicanos que lavan platos en Chicago o cosechan cebollas en Arizona; sino que, desafortunadamente, tienen un origen en el narcotráfico.
Es nuestra gran salvación, en tiempos de esta pandemia atroz que nos amenaza como Estado-Nación, inclusive. La gran crisis que sobrevendrá diezmará en mucho la confianza exterior e interior en cualquier institución por el hombre conocida.
Sólo la voluntad del hombre organizado, en torno a la fraternidad con sus semejantes e imbuído de un espíritu genuinamente humanista y de servicio, nos pondrá de regreso en la ruta del crecimiento y la normalidad que, dicho sea de paso, su trayecto podría durar más de 2 años, según algunos especialistas.
Pero México tiene una gran ventaja comparativa sobre el resto del mundo: está lleno de mexicanos.
Sí.
No es una ironía ni mucho menos una afirmación eufemística en tono de mofa. Los mexicanos somos hombres y mujeres resilientes, acostumbrados a “arremangar contra la corriente” y prolíficos ante cualquier adversidad.
Con un atributo adicional, en este caso el más importante para la construcción de la idea central de esta entrega: conocemos el concepto hospitalidad como ningún otro ciudadano del mundo.
Por algo somos uno de los diez destinos turísticos más importantes en el mundo. Será el turismo nuestra gran salvación en los tiempos de la recuperación, cuando los demás rubros estén deprimidos.
El turismo es, para México, una actividad con la que hemos convivido mucho y sin embargo, no le hemos dado su lugar preponderante.
La actividad turística es como aquella ola de Octavio Paz en su memorable relato de 1949, en donde reseña como aprendió a vivir con ese segmento de mar vivo, proceloso y apacible, manso pero sórdidamente exigente a ratos, puntualmente demandante pero al final, necesario e inolvidable; vital.
Como la ola a la que hace alusión el poeta, el turismo no llegó sólo a los mexicanos; lo fuimos a conocer todos los mexicanos hasta su lugar de residencia, todos, empresarios, empleados y gente indirectamente beneficiada con esa actividad, lo aprendimos. Conocimos el turismo y sus bondades… y ya no lo abandonamos nunca.
La “industria sin chimeneas” no puede soslayarse del México productivo y moderno al que aspiramos.
Y nuestro mejor argumento, tan o más importante que mostrar la belleza de nuestros paísajes y lo profundo de nuestra historia nacional, tendrá que ser en lo sucesivo nuestro espíritu de servicio y hospitalidad.
Vienen tiempos muy complicados en todos los rubros económicos; en el truístico no será la excepción. Levantar la industria del turismo en el mundo, no sólo en nuestro país, implicará entre 48 y 72 meses.
Algunas ramificaciones de la industria turística, como la industria aérea, quedarán diezmadas y, de no encontrarse pronto (o algún día), una vacuna integralmente eficaz contra el padecimiento provocado por la nueva cepa del coronavirus, los costos de la transportación de triplicarán por lo menos, al hacer obligatorios -por razones sanitarias- sistemas de esterilización de aeronaves y aeropuertos más estrictos y caros, así como reducir -para fines de distanciamiento entre pasajeros- el número de asientos y sus ubicaciones, al interior de los aviones.
Los planes y las reglas de viaje y hospedaje cambiarán mucho.
En Europa se estima reabrir vuelos a Cancún hasta el 15 de febrero del 2021, por ejemplo.
Y los vuelos desde Estados Unidos a la Riviera Maya, hasta por lo menos el 15 de diciembre próximos, si no aparece un “rebrote”, allá o aquí.
La necesidad que se tiene hoy, dentro de la llamada “Visión de la Hotelería” es el novedoso requerimiento de la norma de certificación “Covid-19 Free”; es decir libre de Covid-19 y se sumaría este concepto en el plus de la mercadotecnia a aplicar para cualquier tipo de promoción de destino.
Eso se está haciendo en Europa y se traslada ya a América, como requisito insoslayable.
Al propio tiempo, las principales cadenas hoteleras del mundo están implementando una nueva cultura en atención y servicios a sus clientes y visitantes; pues será totalmente diferente a la forma y el fondo de como actualmente los conocemos: el cómo atender todas las áreas que componen la hotelería en alimentación, bebidas, renta car, servicios acuáticos, deporte extremo, a caballo o camello, spa, gym, convencionales, etcétera.
Todo lo anterior será en estricto apego a criterios de “bioseguridad”, para evitar el contagio pandémico.
Se tendrán nuevos procedimientos de asistencia en servicio de alimentos dentro de una habitación; donde el mesero será un mayordomo y un agente más especializado en la atención y el confort… lo que eso signifique.
Las tarifas en inicio después de pandemia, se estima reducirlas en un 70 a 80% y ganar en servicios de excelencia y calidad adicionales como cenas, spas, paseos. Ahí estribará la posible ganancia en los primeros días después de la pandemia.
Desde abril pasado, la Asociación de Hoteles de Cancún (AHCP), impulsa paquetes de promoción “2×1”, reembolsando a visitantes el costo del traslado en avión, para visitar sus playas después del encierro, en clara réplica de lo que se hace en países europeos, como en Italia por ejemplo, donde actualmente el gobierno de ese país paga a los viajeros el costo del vuelo y el hospedaje, a fin de que la gente vuelva a viajar a su país después de la cuarentena.
La “Nueva Normalidad” se irá aprendiendo día a día, bajo el esquema de “acierto y error”… aunque ya nada será igual; y todo aquel empresario que quiera seguir los mismos criterios de servicio y laborales, estará perdido.
Existen más allá de las estrategias gubernamentales, estrategias de planeacion orgánico a mediano plazo y a futuro, dentro de las mismas cadenas hoteleras.
Ser innovadores, creativos y audaces ante la competencia mundial, será un incentivo permenente en lo sucesivo.
Será vivir un día nuevo cada nueva jornada de la Industria del turismo.
Será la ola de la hospitalidad, la que salve al turismo en México.
Escribe: Héctor Calderón Hallal
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