Juan Luis Parra
El PAN no votó por Ernestina Godoy. Pero tres de sus senadores sí. Y otros once simplemente decidieron que anular su voto era “lo mismo” que oponerse. ¿Confundido? Tranquilo. Jorge Romero, el dirigente nacional del PAN, también.
Romero dice que “el voto del PAN fue en contra”. Pero no se inmuta al admitir que hubo panistas que votaron a favor. Es más, les aplaude su “libertad” para hacerlo. ¿Entonces cuál es la postura real del partido? La que convenga al momento.
O a la narrativa. O a la confusión.
Anular el voto, según Romero, también cuenta como voto en contra. Aunque no lo sea. Porque claro, en la lógica del PAN, no elegir a nadie es una forma muy valiente de rechazar al régimen. O de lavarse las manos.
Ya ni Pilatos.
El caso es que Ernestina Godoy, la única candidata, la misma que los propios opositores consideraban “impresentable”, fue electa con ayuda de… la oposición. Así, sin vergüenza. Tres panistas, seis de Movimiento Ciudadano y un independiente decidieron que no estaba tan mal entregar la Fiscalía General de la República por nueve años más al oficialismo. Total, ¿qué puede salir mal?
MC, por ejemplo, se dejó seducir por un decálogo. Sí, un decálogo de buenas intenciones. Y bastó con que Godoy dijera que “lo hacía suyo” para que el partido se rindiera sin condiciones. ¿Qué más da el pasado, las omisiones, los señalamientos o la cercanía con el poder? Un compromiso firmado y un pequeño espaldarazo vale más.
Mientras tanto, el PAN juega a ser oposición responsable. Una oposición que no se mete con los suyos, aunque voten como si fueran parte del oficialismo. Romero prefiere hacerse el desentendido: “yo no soy un dirigente que se meta”, dice.
Claro, porque exigir coherencia en sus representantes sería muy autoritario, ¿no?
La oposición en México ya no necesita ser vencida. Se vence sola. Se desdibuja con discursos tibios, se diluye con votos contradictorios y se justifica con malabares lingüísticos.
Es verdad que los del PRI no entregaron sus votos como el PAN o MC. No le regalaron a Morena los números que necesitaba. Pero tampoco confrontaron de frente. Se limitaron a simular dignidad sin meterse en la bronca.
Y así, Ernestina Godoy arranca su gestión con un mandato “sólido”, respaldado por un bloque opositor que dice una cosa y hace otra. La fiscal que alguna vez advirtió del peligro de imponer fiscales ahora celebra ser impuesta. Y los partidos que prometieron frenar abusos, celebran abstenerse con dignidad.
¿Quién necesita una aplanadora cuando tienes opositores dispuestos a hacerte el trabajo sucio?
Ni el oficialismo esperaba que la oposición se les entregara tan rápido. Y con tanto entusiasmo.





