El General Lázaro Cárdenas será siempre un referente innegable de las mejores causas que derivaron de nuestro proceso revolucionario, supo de manera oportuna consolidar y anteponer los anhelos de la primera gran revolución social del siglo XX sobre la lucha de caudillos que se desencadenó tras la derrota de Victoriano Huerta. Tras la muerte de Carranza, los sonorenses se afianzaron en el poder, nada pareció entonces desplazarlos de ahí, ni siquiera la muerte del carismático e imbatible General Obregón, pues esta de manera oportuna le permitió a Calles institucionalizar el “Maximato” a través de Portes Gil, Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez.
Cuando llegó el momento del relevo de Rodríguez, el Jefe Máximo no imaginó el fin de su influencia y se decantó por el General Cárdenas, un perfil que si bien gozaba de todos los méritos revolucionarios aún no se avizoraba como el gran referente político y moral de la revolución. Cárdenas entonces mostró no solo ser un revolucionario consumado, sino un avezado político, supo ser paciente, no mostrar sus cartas y una vez en la presidencia nunca dejó de reconocer que si bien estuvo bajo las ordenes de Calles desde 1915, que con él se formó como militar y fue su jefe político, ahora no podía interferir en las facultades constitucionales del presidente de la república y envió a Calles al exilio dando así por concluido el “Maximato” afianzando su poder y prestigio.
Inició entonces una obra social sin límites, recorrió incansable la geografía nacional, llegando a todos los rincones de México, lo mismo fuera en avión, en el mítico ferrocarril “El Olivo”, en automóvil, a caballo, o incluso atravesando caudalosos ríos y cuerpos de agua en rudimentarias pangas. Privilegió las obras sociales, a los indígenas que paternalmente lo llamaron “Tata”, a los campesinos por medio del ejido y proyectos exitosos como el Ingenio de Zacatepec en Morelos, y a los veteranos de la revolución, en este último rubro propició una verdadera reunificación de todas las facciones, los vencedores fueron reivindicados pero también muchos abandonaron el exilio o el ostracismo y pasaron todos de ser villistas, zapatistas, carrancistas u obregonistas para ser simplemente revolucionarios, incluso los ex federales tuvieron cabida en este México que se consolidó en una era de estabilidad.
Su obra cumbre se materializó con la expropiación petrolera, la cual, a pesar de los amagos de ruptura con Reino Unido y Estados Unidos, se logró sin mayores consecuencias y sin disparar un cartucho, su política exterior fue relevante, apoyó a la República Española, asiló a Trotsky y condenó el fascismo. La cultura y la identidad nacional fueron una prioridad fundo el INAH, el IPN y el Colegio de México. El periodo cardenista se distinguió por un marcado acento social y progresista que le ha sido reconocido por la inmensa mayoría, aunque como es natura,l también significó una corriente detractora de quienes se inclinan ideológicamente a la derecha. Concluida su administración, la primera bajo un plan sexenal, el General Cárdenas fue respetuoso de sus sucesores, pero no perdió influencia, fue Secretario de la Defensa, estuvo al frente de la Comisión del Balsas y fue un decidido defensor de las causas sociales, de disidentes políticos y siendo miembro del sistema, un crítico severo de los excesos del régimen, es recordado también por su firme apoyo a la Revolución Cubana. El General Cárdenas fue el líder indiscutible de la Revolución Mexicana hasta su muerte en 1970, y sus restos con justicia hoy reposan en una de las columnas del Monumento a la Revolución.
Sin embargo, hay un polémico pasaje que da cuenta que Cárdenas fue un hombre prudente y que sobrepuso el bien nacional por encima de sus preferencias y afectos personales: fueron los actos referentes a su propia sucesión. Para nadie fue un secreto la amistad y la coincidencia ideológica entre el General Cárdenas y su paisano el General Francisco J. Múgica, izquierdista y anticlerical consumado y quien tuvo una decidida intervención en las reformas sociales del cardenismo, quien redactó el texto de la expropiación petrolera, muchos expertos incluso lo señalan como el ideólogo del General Cárdenas.
Todo lo anterior, sumado a la franca amistad que lo unió al presidente de la república dieron por descontado que Múgica sería el sucesor de Don Lázaro, incluso el mismo Múgica se vio como el candidato natural y llegado el momento renunció a la poderosa Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas para iniciar su precampaña. Pero nunca contó con la cabeza fría de su amigo el presidente, quien, a pesar del afecto y la afinidad ideológica, no compartió el talante marcadamente radical de Múgica, llegando a manifestar expresamente que México no necesitaba un radical en la presidencia y se decidió por un candidato moderado y de tendencia conservadora como los fue su antiguo subordinado desde las luchas revolucionarias, el Secretario de la Defensa Nacional, General Manuel Ávila Camacho.
Ávila Camacho fue diametralmente opuesto a Múgica, de talante conservador, se manifestó públicamente creyente lo cual serenó a un país que no hace mucho se había ensangrentado en una cruenta guerra religiosa, fue un hombre sereno que bregó por la unidad revolucionaria, creó instituciones como el Instituto Mexicano del Seguro Social y condujo al país en los aciagos años de la II Guerra Mundial, también no sin dificultad pudo mantener a raya a su rapaz hermano Maximino, no en vano es recordado como el “Presidente Caballero” y quien transmitió el poder a los civiles.
La campaña presidencial de 1940, es recordada como una de las más violentas de la historia de México, el velo del fraude electoral al popular General Almazán nunca dejará de empañar a Cárdenas y a Ávila Camacho, flaco favor les hizo Gonzalo N. Santos, el famoso “Alazán Tostado” quien siempre disfruto jactarse de sus proezas de faldas y políticas y quien con lujo de detalles narró en sus memorias como abatió metralleta en mano a los almazanistas el día de la elección, incluso describe como Ávila Camacho titubeo en aceptar su triunfo ante la violencia de la jornada electoral, de cualquier forma esa es otra historia, lo que debe prevalecer y destacar es la prudencia Cárdenas al elegir a Ávila Camacho sobre Múgica en aras del bien de México, decisión que la historia nos ha mostrado como atinada y acertada.