Desde Filomeno Mata 8
Junio de 2021
Por Mouris Salloum George
En tanto no se reforme la Constitución, un periodo presidencial dura seis años. La misma Carta fundamental dicta: No reelección.
El sistema métrico sexenal, es implacable: No hay más allá.
Si mal no calculamos, a la Cuarta transformación le restan sólo 43 meses de experimentación. La construcción de la democracia, como de la Nación, es el plebiscito de todos los días. Toca a los ciudadanos el derecho al referéndum en las urnas que se dará en el marco de la fatalidad sexenal que hemos descrito, exacerbada ahora por la contingencia sanitaria y la crisis económica derivada, atendidas con respuestas reactivas según los giros y acontecimientos cotidianos. Junio de 2021 será la prueba de fuego en que se sabrá si se refrenda o no el bono democrático de 2018.
Los tecnócratas del neoliberalismo se dieron 25 años de ejercicio del poder para consolidar el cambio y hacerlo irreversible. De ahí que al salinato se le tipifique como mandato transexenal. Este ciclo pareció cerrarse con el periodo de Peña Nieto en 2018.
No es ocioso recordar que, en los meses finales de la gestión de Carlos Salinas de Gortari, desde Los Pinos se lanzaron globos de sonda para explorar las posibilidades de reelección. Los resultados del sondeo desalentaron la tentativa.
Nada garantiza la continuidad del proyecto después de 2024
El Plan Nacional de Desarrollo (PDN) tiene alcances específicos hasta 2024. En 2025 tendrá un nuevo diseño y nuevos conductores que, al estilo mexicano, tendrán otro proyecto de Nación aun sí en el Palacio Nacional permanece la misma corriente política que la del actual inquilino de Palacio Nacional.
Aun en el huracán de la pandemia, los contenidos del balance de los primeros 29 meses de la 4-T reportan aciertos que no se pueden regatear. Sin embargo, en el enfoque estructural de largo aliento, todavía encontramos el saldo de lo mucho que se queda a deber.
Fuerzas de resistencia al cambio actúan en franca conspiración
Pecaríamos de ceguera y de sordera, si no señaláramos que -como ocurrió en los últimos dos periodos populistas (1970-1982)- las fuerzas de la resistencia al cambio están actuando en franca conspiración.
Lo obvio es que ese anárquico enfrentamiento alcanzará su curva más alta y explosiva en los procesos electorales de Junio de 2021 dónde se renovaran 15 gubernaturas, la Cámara de Diputados federal, legislaturas estatales y un buen racimo de presidencias municipales.
En momentos de destino nacional, la vieja y juiciosa sabiduría política recomendaba: Actuar con el corazón caliente, pero con la nuca fría. Ésta es la responsabilidad del estadista. Vale.