LEY Y REALIDAD
Desde hace más de veinte años, mi ejercicio profesional se ha sustentado en una vocación profunda por la justicia y en un compromiso inquebrantable con el fortalecimiento del Estado de Derecho en México.
Vi en la Reforma al Poder Judicial, con ingenuidad, pero con mucha esperanza y confianza en México, una oportunidad; Primero, de que los especialistas en derecho del país con mejores trayectorias y conocimientos trabajarían, creando los perfiles que incluyeran a los mejores abogados para los puestos que, por fin dejarían de estar en las manos de un pequeño grupo y, se abrirían, para estar disponibles a los más íntegros, a los más capaces, a los que tienen más vocación de servicio; y,
Segundo, que el poder judicial se renovaría con gente de primer nivel, estudiosos, íntegros, abogados y abogadas enamorados de nuestro país. En mí opinión, era un gran momento para México. Claro que la Reforma tenía áreas de oportunidad, claro que era perfectible. Ahí pensé, todo es perfectible, vamos avanzando.
Recibí el primer golpe, cuando, para mi sorpresa, ni los colegios de abogados, ni las asociaciones, ni los grupos de abogados de whatsapp, ni las universidades, nadie quiso perfilar a nadie, todos se quejaban, maldecían la reforma, “en cortito” no fuera a haber represalias. Ahí pensé ¿Qué no, los colegios de abogados, las agrupaciones, las universidades, el foro (así le llamamos los abogados a todo lo que se refiere a actividad jurídica) es para completar al sistema y para fortalecerlo? ¿Para mejorar al Estado de Derecho? No obtuve respuestas ni justificaciones.
Decidí con inamovible decisión que entones sería yo quien registraría mi aspiración de competir por el puesto de Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, estaba seguro de contar con todos los requisitos, tanto constitucionales como de idoneidad.
Así, registré mi aspiración en los 3 comités, lo primero que me resultó “retador” fue que cada comité tuviera sus propias reglas respecto de los mismos requisitos constitucionales, en lugar de haberse hecho un solo documento y un solo repositorio y, que cada aspirante, decidiera en que comité participar ante un sistema homologado, de una sola plataforma y atendiendo a las mismas reglas para el mismo proceso (hecho perfectible y que hubiera ayudado a evitar lo que sucedió el 24 de noviembre, la “caída del sistema de los comités legislativo y ejecutivo”) y, todos hubiéramos jugado con las mismas reglas. Sin embargo, eran tres documentos con reglas distintas, tres páginas de internet con formatos diferentes y tres sistemas de registro diferentes. Ahí pensé, es un proceso novedoso, ya irá mejorando, incluso en diferentes foros invité a la ciudadanía a participar.
El segundo golpe fue doble, en el Foro lo recibí cuando, los abogados de los colegios de abogados, las asociaciones, los grupos de abogados de whatsapp, y algunos abogados de las universidades, en tono burlón, me decían, ya está todo negociado, eres un iluso, no traes padrinos, no traes apoyo del régimen, no tienes oportunidad, y,
En el proceso, cuando el comité del poder judicial consideró que no cumplí con requisitos constitucionales, no acredité, según su opinión, más de 5 años de ejercicio profesional (a quien tenga dudas le demuestro lo contrario) incluso impugné conforme a las reglas y, sin un solo fundamento, ni argumento sólido, mi caso fue resuelto por un tribunal incompetente, pues debió resolver el pleno de la Suprema Corte, conforme a las reglas el 4 de noviembre aplicables. Ahí pensé: Respecto al Foro, puede ser que tengan razón, pero mi vocación me inspira a luchar por México, a poner mi alma y mi corazón por hacer de este país un lugar mejor, sin impunidad, con un poder judicial sólido, con justicia real para todos los Mexicanos. Al proceso, que bueno que todo esto va a cambiar y que paz que me registré en los otros dos comités.
El Tercer Golpe, el que me despertó, fue el que me dio el hecho de que pasaban los días y nadie me llamaba para entrevistas de idoneidad, para presentar algún examen, para saber si podía ser yo el aspirante idóneo que iría a la tómbola. Créanme que defender el proceso ante todos los ojos de incredulidad, de desprecio a la tómbola, de malicia, fue un reto, pero México se merece todo mi empeño y así lo hice.
Desperté el 31 de enero cuando al publicarse las listas de idoneidad, no solo no estaba en las listas, además el número de candidatos a los puestos de ministros de la corte no cumplían con el número mínimo de 90 aspirantes (40 hombres y genero indistinto y 50 mujeres), los números simplemente eran menores, mi suspicacia me llevaba a pensar que para hacer más “a modo” la tómbola, se disminuyó el número de aspirantes.
Desperté… el Foro tenía razón, parece que estaba todo negociado, los aspirantes y candidatos que estarán en la boleta, todos tienen un padrino, un partido o son del régimen.
México requiere de nuestra participación en todo lo que suceda, no me voy a quedar mirando y con esta nueva vocación, con este nuevo despertar… Seguiré dedicando a México mi alma, mi corazón, mi vocación profunda por la justicia y mi compromiso inquebrantable con el fortalecimiento del Estado de Derecho en México.
Iñigo Cantú