DE FRENTE Y DE PERFIL
RAMÓN ZURITA SAHAGUN
Si hay algo preocupante es la salud del Presidente, trátese de quien se trate. Conocer su estado físico es elemental para la buena marcha del país.
Regularmente, los mandatarios mexicanos han sido renuentes para que se informe su estado de salud, las intervenciones quirúrgicas y las enfermedades que han padecido o padecen durante su ejercicio de gobierno.
Algunos de ellos hacían gala de su fortaleza física y sus panegiristas afirmaban que jamás se enfermaban.
Poco es lo que se conoce de ellos, aunque en pleno siglo XXI los Ejecutivos federales han permitido una mayor apertura. Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto permitieron que se divulgaran las operaciones que sufrieron durante sus respectivos mandatos.
Ninguno de ellos se sometió a un examen físico para dar a conocer su estado de salud antes de tomar posesión como Presidente de la República.
Andrés Manuel López Obrador tampoco lo hizo, pero de él se sabía que había sufrido años antes un infarto y que mantenía latentes otras enfermedades como presión alta.
Fue hasta que el grupo Guacamayas hackeó los archivos de la secretaría de la Defensa Nacional que se supo que el Presidente fue trasladado desde Palenque, Chiapas, al hospital militar de la CDMX, al sufrir una descomposición, a causa de la presión.
Debido a eso circularon muchas versiones en las que se mencionaba el preocupante estado físico del Ejecutivo federal, debido a diversos padecimientos, lo que siempre se ha negado.
El domingo desde Yucatán (estado en que se encontraba el mandatario mexicano) surgió la versión de que había sufrido un desmayo, relacionado con su padecimiento cardíaco, por lo que algunos establecieron que había sido un infarto.
El vocero de la presidencia, Jesús Ramírez fue cuestionado sobre ello y aseguró que no había tal y que Ejecutivo seguía con sus planes de trabajo en esa entidad, lo que resultó falso, ya que el propio López Obrador dio a conocer que sufría nuevamente (tercera vez) de un contagio por COVID.
Entre mensaje y mensaje surgieron decenas de versiones en las que se daba por sentada la gravedad del Presidente, dejando un vacío de información que suele tener alto impacto.
Y es que el padecimiento tres veces de COVID seguramente dejará huellas. Aseguran los médicos que entre las secuelas del COVJD se encuentran la fibrosis pulmonar, pérdida de la memoria, dificultad para razonar y discernir, así como otras enfermedades.
Y es que sabiendo que el Presidente padece algunas enfermedades que han dejado secuela, la preocupación es grande y no solo para sus familiares, sino también para sus gobernados.
Él lo sabe, tanto así que dejó un testamento político que dio a conocer, aunque no su contenido.
Y es que hay maledicentes que aseguran que Andrés Manuel sabe que su padecimiento avanza a pasos agigantados, por lo que ha confesado a sus cercanos que es tal su idolatría a Juárez que quiere morir como él, en funciones presidenciales.
Hay quienes dicen que debe bajar el ritmo de sus actividades, incluidas las dos o tres horas que dedica a la mañanera y ser un poco más sosegado en su labor, aunque no hace caso de ello.
Un gran susto provocó en millones de personas, la mayoría de ellos intrigados por desconocer qué pasaría si el Presidente en funciones falleciera.
Sin embargo, eso no debe causar temor, ya que ante la falta de un Presidente de la República en funciones, la Constitución establece que asumirá de inmediato el secretario de Gobernación, quien convocará al Poder Legislativo para definir al que ocupará el espacio del ausente.
Por lo pronto, Adán Augusto López, secretario de Gobernación, atiende las mañaneras en ausencia del Presidente y por instrucciones de él mismo.
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La mañanera sirvió de plataforma para que el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, reafirmara que el padecimiento de AMLO es COVID y que con dos o tres días de descanso estará listo para retomar su ruta.
Email: ramonzurita44@hotmail.com