Magno Garcimarrero
Como amaneciera con una de esas dolencias que no se sabe qué, cuánto, ni donde duele, fui arriado hacia el consultorio del geriatra a pesar de mi reticencia a ver médicos.
Después del interrogatorio y la revisión médica, sin darme explicaciones el galeno me dio hora para una segunda cita al día siguiente sugiriéndome que fuera acompañado de algún familiar cercano.
-¿Pos qué es tan grave la cosa?- Le pregunté y me contestó que no, pero que atendiera su recomendación.
Como no me gustó su modo, me puse de pie en actitud de salir, a la vez que casi con reclamo le dije:
– Dígame de donde estoy mal o me voy y no vuelvo. Me miró con lo que interpreté como esbozo de sonrisa y dijo:
-Paquete vasculo-nervioso…
– ¿Qué qué? – interrogué incrédulo de lo que había escuchado y, él repitió en tono de aclaración:
-Paquete… vascular… nervioso: conjunto de vasos y nervios que tienes en el cuello.
Llegando a mi casa fui interrogado sobre los resultados de la consulta a lo que repuse que no volvería porque el doctor me había albureado.
M. G.