Redacción Mx Político.- La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) rindieron este lunes 5 de diciembre un emotivo homenaje al artista plástico mexicano Rafael Cauduro, en el Palacio de Bellas Artes, recinto que recibió su obra por vez primera en 1984 y posteriormente en 1995.
Considerado un referente obligado en la pintura hiperrealista, Cauduro falleció la noche del sábado pasado dejando un amplio legado artístico dentro de la pintura y el muralismo –entre otras técnicas que cultivó exitosamente–, como los murales Siete crímenes mayores, en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), que se constituyen hoy como una seria mirada crítica a los procesos de procuración de justicia.
Al pie de las escaleras del vestíbulo del máximo recinto cultural, con la urna conteniendo las cenizas del artista, autoridades de Cultura del país, familiares, amigos, colegas y público rindieron homenaje a Rafael Alejandro Cauduro Alcántara, artista cuya obra se caracterizó por su enorme carga de ilusionismo y por jugar con la realidad y el tiempo.
La directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), Lucina Jiménez López, con la representación de la secretaria de Cultura federal, Alejandra Frausto Guerrero, y acompañada por la esposa, hijas y familiares, así como de amigos de Cauduro, hizo la primera guardia del homenaje póstumo al artista nacido en la Ciudad de México en 1950.
Luego expresó: “Rafael Cauduro levantó el vuelo para reunirse con otros grandes creadores. Hoy nos reunimos aquí para reconocerle y acompañarle en este último trance, en un lugar donde él dejó una impronta, porque el maestro Cauduro hizo aquí en su momento ópera, dio vida a su obra a través de la gran ópera Salomé que estrenó al comienzo de este siglo, haciendo que la obra plástica que él generaba también se convirtiera en ese escenario donde la ópera encuentra su relación con todas las artes”.
Calificó a Cauduro como “el gran pintor, muralista y creador infatigable” que deja para la historia del arte mexicano “un aporte fundamental, una postura crítica y alejada del mundo del reflector. Porque hizo todos sus trazos desde una postura crítica en verdad comprometida. Fue congruente con él mismo, sin caer en tendencias, corrientes, modas o escuelas, y porque fraguó su propio camino y transitó desde muchas otras disciplinas al quehacer artístico que era su convencimiento y que era su razón y a la cual dedicó su vida”.
Como artista de su tiempo –consideró la directora general del Inbal– Cauduro desnudó belleza y horror al mismo tiempo, sin mediaciones piadosas ni dogmas, pero comprometido, sí, con la plástica y con todo el trabajo de experimentación plena que realizó tanto en materiales como en técnicas, texturas, formatos, planos y volumetrías. Y encontró material de trabajo artístico, tanto en tlapalerías como en los lugares más inesperados, porque supo crear obra de arte a partir de lo que le rodeaba.
Tras una breve pausa, dijo: “Cauduro se colocó del lado de quienes viven la orfandad, de quienes deambulan como extraños en su propia tierra; escudriñó la piel desnuda de la muerte y de los rencores más obscuros de nuestra propia humanidad para conmovernos, incomodarnos y así dejó testimonio de su obra”.
La titular del Inbal agregó que Cauduro es autor de esa obra mural que pone a México frente al espejo de las carencias, de los vacíos, de los riesgos de deshumanización de la justicia. Trabajó dos años para recordar a quien sube las escalinatas de la Suprema Corte de Justicia de la Nación con sed de justicia para las mujeres violentadas, para quienes han sido condenados al encierro. Solo quien sabe lo que significa ese cúmulo de expedientes amarillentos de tanto tiempo puede expresar desde la emoción, la desesperación o desde lo político, aquello que significa la espera del equilibrio en esa balanza de la justicia.
Y remató: “Cauduro escribió en ese archivero donde asoman sus ojos: aquí estoy para ser juzgado. En esa obra, La historia de la justicia en México, que abarca 200 metros cuadrados en tres niveles de las escalinatas, está la conciencia de México ante la necesidad de la justicia.
Sus herramientas estaban en los pinceles, en el óleo y su paleta
En su momento, Walter Boesterly, director del Museo de Arte Popular, aseguró que Rafael Cauduro fue “un artista que trabajó desde su taller obras de calidad asombrosa; sus herramientas estaban en los pinceles, en el óleo y su paleta, en las telas y en sus propuestas plásticas. Su taller fue la trinchera desde donde trabajó al lado de un gran equipo, donde las ideas se convirtieron en bocetos y estos en obras que asombran a los conocedores y neófitos.
“La calidad pictórica salta a la vista, sus texturas y sus propuestas rebasan lo comúnmente visto. La calidad no dejaba duda de su talento. Las obras de caballete y los murales que desarrolló dan cuenta de la originalidad temática, de la calidad en la manufactura, de la honestidad y el atrevimiento de sus críticas. Su obra nunca recurre al grito, usa la imagen, sus símbolos, domina sus herramientas y su vasto conocimiento de la historia de la pintura”.
Por su parte, Paola Pineda, directora de Proyectos Artísticos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, lo definió como un gigante intelectual que “nos conmueve en la sutileza del tiempo, mostrando la reconciliación de todas las almas que llevaba dentro”. Quien tuvo el privilegio de estar cerca de él –recordó– conoció la obsesión hecha pasión y el continuo razonamiento de sus procesos: Rafael Cauduro tuvo la necesidad de plasmar su diálogo interior con la sabiduría de comprender nuestro tiempo y dejarnos ver lo que lastima, duele y mutila a la condición humana”.
Gran legado a través de su obra y sus murales,
Más adelante, sumamente conmovida, Liliana Pérez Cano, representante de Rafael Cauduro, agradeció las muestras de cariño recibidas de tantas personas e instituciones por el fallecimiento del maestro Cauduro.
Dijo que el artista deja un gran legado a través de su obra y sus murales, los cuales son representativos por su alto contenido de justicia social, haciendo una denuncia constante, luchando por la igualdad y los derechos humanos, levantando la voz por los que nada tienen.
La también directora de la Casa Estudio que lleva el nombre del pintor expresó que, como madre de las hijas del artista, “me enorgullece que hayan vivido de cerca el ejemplo de su padre, un hombre que vivió para crear, que se obsesionó por trabajar y mostrar en sus creaciones el paso del tiempo”.
Era un tío divertido, juguetón, travieso…
También con la representación de la familia, Laura Appendini, sobrina de Rafael Cauduro, agradeció a la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y al Inbal el reconocimiento que valora el legado del maestro Cauduro a través de sus obras.
Y lo describió así al interior del hogar: “Los sobrinos tuvimos nuestro primer contacto con él cuando era adolescente; era un tío divertido, juguetón, travieso y a veces impaciente. Cariñoso y cálido, era una persona al parecer distraída y, sin embargo, siempre atento a cada miembro de la familia.
“Respetuoso de su padre, de quien aprendió la rectitud y la honorabilidad, y un gran admirador de su madre, por su alegría y disfrute de la vida, para él la familia siempre fue lo primero y fue una persona bondadosa, generosa y respetuosa de la naturaleza y de las personas. Fuerte y firme en sus convicciones, ávido siempre por compartir, alentándonos siempre a cada uno para alcanzar nuestros ideales. Sus manos mágicas, creadoras, también nos sostuvieron en el dolor y era nuestro puerto seguro”.
Finalmente, Laura Cauduro, hija del artista homenajeado, expresó a nombre de su familia: Gracias a autoridades, familia y amigos por acompañarnos. “Afortunadamente –dijo— le dijimos todo lo que le queríamos decir, y siempre él estará presente para escucharnos en todos los pensamientos que le queramos compartir. Solo nos queda hacer honor a todas sus enseñanzas como padre y agradecer lo que hizo por su familia y para todo el país a través de su trabajo artístico. Su obra lo inmortaliza. Queda honrar su pensamiento de protesta, que buscaba lo mejor para el país”.
“Alquimista moderno”
Rafael Cauduro nació el 18 de abril de 1950 en la Ciudad de México. Se le reconoce como un destacado pintor y muralista cuya obra se caracteriza por estar cargada con ilusionismo y jugar con la realidad y el tiempo. “Alquimista moderno” lo calificó la crítica especializada, por haber experimentado con una gama muy amplia de técnicas y materiales para lograr realidades a través de ilusiones ópticas que parecen tener el poder de diluir entes y ciudad en un todo.
De 1968 a 1972 estudió Arquitectura y Diseño Industrial en la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México. En 1975 optó por la pintura de modo profesional y su primera exhibición individual se llevó a cabo en la Casa del Lago, lo que fue para él cumplir un sueño, ya que, en su infancia, al lado de su padre, visitó cada semana ese lugar al que llegó a considerar “algo sagrado”.
Por trasladar al hecho artístico su pensamiento estético, Rafael Cauduro indagó por su cuenta en un número bastante amplio de materiales, técnicas y métodos hasta llegar a hacer ver el ladrillo como un ladrillo real, sin serlo.
Recientemente se presentó la exposición retrospectiva Un Cauduro es un Cauduro (es un Cauduro) en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, la cual se muestra actualmente en el Museo Morelense de Arte Contemporáneo Juan Soriano, en Cuernavaca, hasta finales de enero de 2024.
Además de su vasta obra de caballete, creó murales como Escenarios subterráneos, en la estación del Metro Insurgentes; El condominio, en el Edificio Cauduro en la colonia Roma, además del mural en la escalinata de la SCJN.
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