* Como un “nuevo Jimmy Hoffa”, el jefe tiende hilos desde su celda
Frank Sheeran: «Cuando alguien dice que está un poco preocupado, está muy preocupado. Y cuando dicen estar más que un poco preocupados, están desesperados»
Por Antonio Ortigoza Vázquez/@ortigoza2010
Desde su celda en Almoloya, Gerardo Sosa Castelán pretende actuar como una especie de “Jimmy Hoffa” versión hidalguense y lanza consignas, arma intrigas y se propone imponer candidaturas para el Congreso federal y local, en tanto que sus secuaces en la UAEH, sin tanto temple, atisban nerviosos por si llegan vehículos oficiales con órdenes de aprehensión.
En Pachuca circulan versiones de que la “Sosa Nostra” no se arredra y el hermano del cacique encarcelado, Damián Sosa Castelán, maniobra con las dirigencias partidistas local y nacional con la propuesta de nominaciones plurinominales, por lo pronto, sea con Morena u otro partido, que para el caso dispone de varias maletas con efectivo, no obstante que se mantiene el congelamiento de cuentas a la UAEH.
Entre los principales prospectos que se manejan en la mafia universitaria figuran el rector Adolfo Pontigo Noyola, el ex rector Humberto Veras Godoy, el diputado local Rafael Garníaca y el propio Damián Sosa Castelán, los que pretenden obtener el fuero legislativo federal o bien local, toda vez que sus nombres figuran en otra lista, la de posibles indiciados en los latrocinios por los que se juzga al cacique Sosa Castelán.
Así mismo, porfían en apoyar las pretensiones de reelección de las diputadas federales Lydia García Anaya, Simey Olvera y Marivel Solís Barrera.
Pero, evidentemente, no las tienen todas consigo. Pese a todo, dentro de su naturaleza intrínseca de salirse con la suya, pelean con las armas que les puedan proporcionar los decenios en la cúpula del poder estatal con fuertes ligas en el central. Para el caso, apoyan sus expectativas que en la cúpula de Morena a nivel nacional se encuentran no pocos personajes que fueron jerarcas priistas, con los que se relacionaron en tratos no del todo limpios.
Jimmy Hoffa, el legendario líder del poderoso sindicato de transportistas de Estados Unidos, quien en cierto momento tuvo la osadía de injuriar, en su propia oficina del Procurador, a Robert Kennedy, fue un líder forjado en el muy rudo ambiente sindical norteamericano, con fuerte tendencia a ganarse enemigos poderosos -entre ellos, al propio presidente de Estados Unidos- llegó a creer que podía superar cualquier circunstancia adversa. Encarcelado por inversiones ilegales en los casinos de Las Vegas propiedad de la “Cosa Nostra”, salió libre bajo fianza y al intentar recuperar su poder sindical, afectó tantos intereses que de pronto fue “desaparecido” y nunca se encontró su cadáver.
Si Sosa Castelán, como parece suceder, quizá pretende imitar vida y hazañas del líder que comenzó desde humilde conductor de camión de carga, tal vez no encuentre muchos paralelismos, principalmente la lealtad de “las bases”, porque en la política mexicana los personajes caídos apestan y los otrora fieles se alejan espantados por el hedor.
El juicio por lavado de dinero, entre otros delitos, que le acusa la FGR, contra Sosa Castelán sigue adelante y en audiencia reciente, el juez de la causa rechazó una moción de la defensa para desestimar la declaración de un coacusado, Oscar Pacheco, quien se acogió al “criterio de oportunidad”, eufemismo legal para definir lo que se conoce como vil delación de parte de un cómplice, con beneficios proporcionados por la autoridad acusadora.
DE CÓMO UN FAMOSO MAFIOSO SE COLÓ EN LA 4T
No se puede negar que si Gerardo Sosa Castelán pudo escalar el poder político-delicuencial en el estado de Hidalgo, desde sus oficios como golpeador (“porro”), líder estudiantil, sindical hasta llegar a rector y cacique todopoderoso, además de la audacia, fue gracias a un fino olfato político.
Al arrancar la tercera campaña de AMLO por la presidencia, Sosa observó que se avecinaba un cambio radical, tanto a nivel federal como en la entidad.
Visto así el panorama, tomó una decisión y se apersonó con la dirigencia nacional de Morena para poner a sus órdenes su maquinaria político-electoral, con base en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, y muy orondo presumia a los cuatro vientos: “Soy amigo de Andrés Manuel”.
Sosa vio algo evidente: Andrés Manuel López Obrador no ponía muchos reparos en la personalidad y/o trayectoria de los personajes que se le acercaban como aliados y colaboradores, toda vez que había emitido de forma por demás pública que “los arrepentidos serían bienvenidos y perdonados” (Bartlett, Salgado Macedonio, Garduño, Bonilla, Murat etcétera.)
Y Sosa Castelán no sólo aportó “arrepentimiento” sino dinero (mucho), militantes, operadores y votantes. Fue bendecido y purificado de posibles pecados que fueron sepultados en el pasado.
La alianza tuvo frutos inmediatos. Morena Hidalgo, de la mano de la “Sosa Nostra”, barrió en las elecciones locales, al hacerse con la mayoría absoluta en el Congreso estatal y amenazando con lo mismo dos años después, en las municipales. Y en esos momentos, Sosa Castelán comenzó a ser visto como el inminente próximo gobernador del estado.
Los críticos de la 4T comentaban con acidez la alianza de un presidente que proclamaba a voz en cuello “la lucha contra la corrupción” y la “mafia del poder” y a la vez pactaba una alianza con lo peor del priismo: Una mafia político-delincuencial surgida en la universidad hidalguense, en tanto que comentaristas afines al régimen guardaban hosco silencio.
Pero en febrero de 2019 estalló una bomba: tal parece que nadie le avisó a Santiago Nieto, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de Hacienda, que Sosa era aliado prominente del régimen y tomó el hilo de una investigación acerca de sospechosas transacciones en bancos europeos que se concentraron en una cuenta en Suiza por 151 millones de dólares.
Por lo pronto congeló los fondos y acto seguido, también las cuentas bancarias de la UAEH.
Fue un escándalo y la figura poderosa de Sosa en Hidalgo comenzó a abollarse. Se supuso que en cualquier momento el cacique universitario sería detenido. Pero pasaron las semanas y los meses, y Sosa seguía tan campante. En su círculo interno llegó a comentarse que “Nieto metió la pata y pronto será destituido de la UIF”.
Pero unos 18 meses después, el 31 de septiembre de 2020, Sosa Castelán fue detenido en la ciudad de México y trasladado de inmediato al penal de alta seguridad del Altiplano. Con los narcos, los secuestradores, con la “élite” de la delincuencia nacional.
En las elecciones municipales posteriores, Morena recibió una paliza a manos de la oposición. Perdió Pachuca, Tulancingo, Tula, todas las ciudades importantes de la entidad donde, con excepción de la capital, donde hubo una intervención del gabinete para una candidatura “familiar”, habían sido postulados prospectos de la “Sosa Nostra”.
Pero, con los arrestos que se pretende sean similares al legendario Jimmy Hoffa, Sosa Castelán pelea desde su celda para meter la mano en las candidaturas a diputados federales y locales de Hidalgo.
La terquedad a veces reditúa. Pero en este caso, todo indica que a Sosa no le podrá redituar… sino más frustraciones y amarguras. Para sí y para sus lacayos.
DE TOR
YOLI TELLERÍA YA SIENTE PASOS EN LA AZOTEA
La ex alcaldesa panista de Pachuca, Yolanda Tellería, es otro personaje de la política hidalguense que no las tiene todas consigo.
Después de obtener una suspensión provisional contra posible orden de aprehensión por los delitos de peculado y concusión, de lo que resultaría responsable por su actuación en el periodo 2016-2020, detectados en investigaciones para los ejercicios de 2017, 2018 y 2019, con retenciones por concepto de “aportaciones partidistas” en revisiones de la Contraloría Estatal, el juzgado correspondiente decidió negar la suspensión definitiva.
Esto deja a la ex alcaldesa en la situación de ser detenida en cualquier momento, y el PAN tendrá qué cargar con el peso electoral negativo para junio próximo, por una ex edil encarcelada.
Así, el matrimonio Ludlow-Tellería, sufre de desvelos y frustración en altas dosis aderezadas con una amargura combinada con terror.