Por Claudio De la Llata
Tras el último debate sostenido entre los entonces aspirantes a la presidencia de los Estados Unidos de América (Joe Biden y Donald Trump), el demócrata recibió una andanada de críticas provenientes de sus propios correligionarios, quienes han afirmado una y otra vez que ya no está en edad ni de proseguir en el puesto, mucho menos ser candidato nuevamente.
Luego de lo narrado, todo pareciera que, ante la eventualidad de que pudiera ser reemplazado Joe Biden, la nueva candidata sería Kamala Harris, en un primer momento; sin embargo, el resto de tiradores que eran más de diez, se han centrado en el gobernador de California Gavi Newsom, Anthony Blinken el secretario de estado de los Estados Unidos, Michelle Obama, la gobernadora de Michigan Gretchen Whitmer, el senador Robert Kennedy, así como por último y casi descartada Hilary Clinton.
Pero el tema no es sólo centrarse en el sustituto de Biden, sino en el vicepresidente que junto con Donald Trump forman la dupla republicana y me refiero a James David Vance, o mejor dicho: “J. D. Vance” (para los cuates)… quien de plano es un ultra conservador digno de tenerle miedo, de tal suerte, que Donald Trump parece un niño de pecho a su lado. El tema es que es mucho más radical y de ganar las elecciones Donald Trump, lo más seguro es que veamos el muro erigido, las sanciones por alentar la inmigración ilegal, los actos de autoridad e injerencismo del gobierno estadounidense en territorio mexicano, para combatir el fentanilo; y la muerte súbita, del culto institucional y gubernamental a la teoría de género.
Pero no crean que con Kamala Harris nos va a ir mejor, pese a que es hija de una inmigrante procedente de la India, Kamala nunca ha visto con buenos ojos a los mexicanos y eso nos debe de quedar muy claro; ahora bien, de que como dijeran en mi tierra es “la menos peor” claro que lo es, sin embargo, esto no garantiza el techo de tolerancia que Joe Biden ha mostrado a la 4T, a cambio del voto latino, asunto que no va a lograr pues en verdad Trump le lleva ventaja real a Joe Biden, y a cualquier demócrata en este momento, ante un sinfín de encuestas cruzadas que demuestran lo dicho en este espacio.
El asunto es que ahora Claudia Sheinbaum, va a tener que ser muy cauta, pues quien llegue a la presidencia de los Estados Unidos no será Joe Biden, y ese manto protector de Ken Salazar va a desaparecer, pues desde los Estados Unidos se ha filtrado, que ven a Ken Salazar como un colaboracionista del gobierno de López Obrador, y Donald Trump ha dicho que si gana, traerá de regreso a una diplomática de mucho más alto nivel, mucho más severa y eficaz, y esta podría ser Roberta Sara Jacobson.
Por lo narrado, pareciera que tiene un gran reto frente de sí Claudia Sheinbaum Pardo, ya que no podrá sacar la espada de Damocles y pegar tortazos a diestra y siniestra, pues los ojos del vecino del norte estarán más que abiertos, pese al padrinazgo de Larry Flink, presidente del consejo de administración de Blackrock, quien pudiera ayudarle a su relación bilateral con los Estados Unidos, pero no podrá definirla efectivamente a su favor, puesto que hay muchos argumentos que indican el endurecimiento de las políticas de Washington contra la 4T (no contra México… mucho ojo), y que posiblemente propiciarían algo más que una complicación, y que tal vez sería el único elemento importante por librar…
Pese a lo anterior, hay que sumar además la pésima visión que tiene el estado Israelí, contra López Obrador por su postura en la guerra de Hamas, contra el gobierno de Benjamín Netanyahu, así como las repercusiones de hacer oídos sordos ante los reclamos de la embajadora de Israel en México, Einat Kranz Neiger, quien ya tiene a López Obrador en la mira, y ya hizo saber a Tel Aviv, los devaneos del ejecutivo federal, y los enemigos fortuitos que a futuro se ha ganado López Obrador, de los que no tiene la más menor idea de lo que pudiera pasar.
Finalmente basta decir que Claudia Sheinbaum Pardo comenzará su sexenio lleno de dudas, de inquietudes, de problemas de seguridad graves, de liquidez monetaria del gobierno federal, de cargas de gastos y altos costos tributarios (aunque nada como un IVA del 27% que acaba de decretar Lula Da Silva, eso es un suicidio político simplemente), y de una contraposición del gobierno entrante de los Estados Unidos, que sería de complicada a muy grave, si no modera de modo eficaz al presidente en turno, Andrés Manuel López Obrador, pues quien va a cargar y pagar las culpas de los excesos de la 4T, será Claudia Sheinbaum Pardo.