Este 1 de octubre, Claudia Sheinbaum tomará posesión como la primera presidenta de México. Un hecho histórico, sin duda. Pero no nos equivoquemos: más allá de la simbología política y los discursos emotivos, lo que realmente importa aquí es cómo va a enfrentar los retos que deja López Obrador. Y lo digo claro y tajantemente: sin tecnología, y sin una visión clara de cómo aprovecharla, su gobierno no va a lograr mucho.
Simplemente veamos los hechos. Los proyectos estrella de la actual administración —el Tren Maya, Dos Bocas, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA)— están bastante lejos de ser éxitos. El Tren Maya ha triplicado su presupuesto original, llegando a más de 28,500 millones de dólares, y ni siquiera está claro que vaya a cumplir con los plazos. Lo mismo pasa con Dos Bocas, una refinería que se supone va a salvarnos de la dependencia energética, pero que está muy lejos de ser rentable.
¿Y cuál es la constante aquí? Un gobierno que cree que el Estado lo puede hacer todo. Lo he dicho una y otra vez, ya es hora de que aceptemos que ese modelo murió antes de nacer. Si realmente queremos sacar adelante estos proyectos, necesitamos algo más que políticas estatistas que han demostrado ser ineficaces. Lo que necesitamos es tecnología. Pero ojo, no estoy hablando de “tecnología” en el sentido de hacer apps bonitas o usar drones en eventos públicos. Estoy hablando de una integración real de la tecnología para hacer las cosas más rápidas, eficientes y menos costosas para los mexicanos.
Uno de los grandes avances que ya se está viendo en otros países es el uso del Modelado de Información de Construcción (BIM, por sus siglas en inglés), que básicamente te permite gestionar y planear mejor cada etapa de una obra. Con BIM puedes reducir errores y ahorrar hasta un 15% en costos y tiempos de entrega. ¿Y, adivinen qué? En México, seguimos usando sistemas del año del caldo que solo generan gastos innecesarios. La realidad es que no tenemos tiempo para seguir experimentando con planes mal hechos; necesitamos resultados, y los necesitamos YA, o sufriremos las consecuencias en menos de lo que se imaginan.
Y no solo se trata de software. La red 5G, que apenas comienza a desplegarse en México, puede ser un avance real. Este tipo de conectividad permite que todas las partes involucradas en un proyecto de infraestructura tengan acceso a la información en tiempo real. Esto no solo ahorra tiempo, sino que también evita los típicos retrasos que ya son comunes en los proyectos del gobierno. Según un estudio de PwC, la adopción del 5G en sectores como la construcción puede incrementar la productividad hasta en un 20%. Y para un país como México, con una burocracia un “poquito” complicada y con su falta de eficiencia, eso podría ser un verdadero salvavidas.
Pero a ver, repito, la tecnología por sí sola no es la solución si seguimos atados a un Estado que quiere meter la cuchara en todo. Aquí es donde la Dra. Sheinbaum tiene que tomar una decisión seria: ¿Va a continuar con el modelo paternalista y estatista que tanto ama su partido, o va a quitarse la soga que traen el el cuello y hacer lo que realmente necesita este país y abrir la puerta a la inversión privada y la innovación? Porque está muy claro que los recursos públicos no van a ser suficientes para mantener todos estos proyectos. El déficit público está proyectado en un 5% del PIB para finales de 2024, y la deuda pública ya representa alrededor del 50% del PIB. ¿De dónde va a sacar dinero el gobierno para seguir con estas obras? Les voy a contar un secreto: no lo tiene.
La clave está en reducir la intervención estatal y permitir que el sector privado tome el control en áreas donde el Estado simplemente no es eficiente por diferentes razones. ¿Por qué seguir insistiendo en que Pemex o la CFE, dos empresas zombies, sean los motores del desarrollo energético del país? Ya lo hemos visto con Dos Bocas: el gobierno no puede hacer todo, y cuando lo intenta, lo hace mal. La verdadera solución está en permitir que la tecnología, impulsada por el sector privado, lidere el camino.
Y si de tecnología hablamos, la Inteligencia Artificial (IA) no puede quedar fuera. Según McKinsey, el uso de IA en el sector de la construcción puede reducir errores hasta en un 90%. Si queremos que obras como el AIFA o el Tren Maya sean algo más que elefantes blancos, necesitamos tecnología de vanguardia, pero sobre todo, necesitamos un cambio de mentalidad.
Finalmente, está el tema de la transparencia. La tecnología no solo es útil para construir más rápido o mejor, sino para eliminar la corrupción que siempre ha sido el cáncer de México. Lo he dicho en otros espacios, con plataformas digitales y blockchain, podríamos tener un control absoluto sobre los contratos, las adjudicaciones y los gastos. Imagínense un país donde los ciudadanos podamos ver en tiempo real cómo se gastan los impuestos en las grandes obras públicas. Eso no solo haría más eficientes los proyectos, sino que reduciría drásticamente el robo y la malversación de fondos. Supongo que a uno que otro de nuestros políticos esta idea les dispara la adrenalina.
Así que, Claudia Sheinbaum tiene una oportunidad histórica, no solo por ser la primera mujer presidenta, sino por tener en sus manos la capacidad de transformar verdaderamente el país. Pero esa transformación no vendrá si seguimos con la idea de que el gobierno es el que nos va a salvar con sus proyectos de quinta. El futuro está en la tecnología y en el sector privado. Si no lo entiende, su sexenio será recordado como más de lo mismo: promesas vacías y proyectos que no llegan a ninguna parte.
Norberto Maldonado