Ricardo Del Muro / Austral
En una de las esquinas del edificio Brown, ubicado en Washington Square y Greene Street, hay tres placas que recuerdan el incendio de la fábrica Triangle Shirtwaist (Blusas Triángulo), el 25 de marzo de 1911, donde murieron 146 trabajadores de la confección, en su mayoría jóvenes mujeres inmigrantes.
El desastre conmocionó a la ciudad de Nueva York y obligó a las autoridades a establecer reglamentos de seguridad laboral, además de que contribuyó al crecimiento del Sindicato Internacional de Mujeres Trabajadoras Textiles.
El edificio de hierro y acero, estilo neo renacentista, construido en 1900 por John Wooley, actualmente forma parte del campus de la Universidad de Nueva York, designado en 1991 monumento histórico nacional y en 2003 de la ciudad de Nueva York.
El incendio en el edificio Brown fue el mayor desastre industrial que en esa época sucedió en Nueva York y causó una profunda impresión en la opinión pública.
Más de 100 mil personas (algunos cálculos elevan la cifra hasta 400 mil ) acompañaron el cortejo fúnebre por las calles de Nueva York, señala la crónica que escribió Juan Ignacio Cortés, colaborador de Amnistía Internacional.
Los dueños de la fábrica, Max Blanck e Isaac Harris, fueron encontrados culpables de muerte por negligencia y condenados a pagar una indemnización de 75 dólares a las familias de cada una de las víctimas. Aún así, salieron ganando dinero, pues la compañía de seguros les abonó una compensación de 400 dólares por cada persona.
Un año después de los sucesos de la fábrica Triangle Shirtwaist, los trabajadores y trabajadoras textiles de Lawrence, Massachusetts, fueron a la huelga para protestar por sus precarias condiciones laborales, en una movilización que se llamó como la “huelga de pan y rosas”.
En la narrativa del Día Internacional de la Mujer, decretado por la ONU el 8 de marzo de 1975, tiene un lugar destacado el incendio del edificio Brown, pero 112 años después de la tragedia, las condiciones laborales de las trabajadoras de la industria del vestido y de la moda están lejos de ser justas y seguras.
La industria de la moda genera anualmente más de un billón de dólares estadounidenses a nivel mundial, destacando el segmento de la ropa femenina, que en 2022 registró 800 mil millones de dólares.
Blanca Juárez, periodista especializada en este tema del diario El Economista, señala que en los últimos 15 años, las personas trabajadoras de la industria de la moda, que en su mayoría son mujeres, aumentaron tres veces su productividad y le generaron a las marcas cuatro veces más de valor agregado. En cambio, los salarios en el sector han crecido a un menor ritmo y la mayoría de ellos se mantiene por debajo del umbral de la pobreza.
“Las mujeres son las personas preferidas” para trabajar en la industria de la vestimenta global, ya que le representan mano de obra barata y más obediente, aceptando jornadas y condiciones laborales irregulares, señala un estudio de La Círcula, una organización jurista feminista.
Una explotación que regularmente funciona en forma semioculta o tolerada por las autoridades, pero sale a la luz cuando ocurren tragedias, como el incendio del edificio Brown en Nueva York o el derrumbe de la fábrica Rana Plaza en Dhaka, Bangladesh, el 24 de abril de 2013, donde trabajaban 5 mil personas, en su mayoría mujeres.
Así sucedió en el terremoto en la Ciudad de México el 19 de septiembre de 1985, que destruyó más 800 talleres de costura, gran parte de ellos clandestinos, donde fallecieron más de mil costureras.
Ante la falta de apoyo de las autoridades y la indiferencia de los empresarios, las costureras sobrevivientes formaron el Sindicato Nacional de Trabajadoras de la Industria de la Costura 19 de Septiembre, encabezado por Concepción Guerrero Flores y Evangelina Corona Cadena, que llegó a aglutinar a cinco mil trabajadoras y celebró contratos con 85 fábricas textiles.
En memoria de las mujeres que fallecieron, se inauguró en 2003 el Monumento a la Costurera de la escultora Patricia Mejía, en el lugar donde estuvo una de las más grandes maquiladoras de aquella época en la colonia Obrera era Topeka, ubicada en la calle Manuel José Othón número 160.
Sin embargo, el sindicato “19 de Septiembre” fue disuelto por falta de agremiados en 2006. Después de más de 20 años la lucha perdió fuerza, observó la periodista Ana Yáñez en una crónica sobre el movimiento escrita en 2020.
Evangelina Corona, la primera secretaria general del sindicato, quien formó parte de la LV Legislatura del Congreso, al ganar una diputación federal en 1991 por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), falleció el 2 de enero de 2021.
Algunas costureras formaron una asociación civil (Costureras 19Sep A.C), sin sospechar que el 19 de septiembre, pero de 2017, ocurriría otro sismo en la Ciudad de México y que entre sus víctimas estarían las costureras que laboraban en un edificio ubicado en la esquina de Bolívar y Chimalpopoca, en la colonia Obrera, donde operaban las empresas New Fashion y Florina, S.A.
Lograron rescatar a 14 personas y hubo alrededor de 21 fallecidos, pero entre las listas incompletas de personas rescatadas y fallecidas, se encontraron los nombres de varias mujeres asiáticas. RDM