Joel Hernández Santiago
¿Alguna vez hemos tenido partidos políticos en México? ¿Partidos políticos en el sentido exacto del término, en la puntual dimensión de lo que significan para la democracia en un sistema que se dice democrático?
… ¿Para la integración de voluntades ciudadanas particulares; como representantes de un grupo de ciudadano con ideas afines a un propósito político, a una doctrina, a una ideología, a un proyecto de nación singular y del que se desprende la personalidad y la ruta que seguirán sus militantes y simpatizantes? ¿Partidos políticos que son interlocutores entre ciudadanos y gobierno?…
Acaso hemos tenido organizaciones políticas de incentivo para sus dirigentes, cuyos intereses no siempre corresponden al supuesto de un instituto político y sí a ventajas gremiales o individuales…
Sí, en el pasado han habido organizaciones que hicieron propuestas concretas y rutas y metas del tipo social y legal, como lo fue el Partido Comunista Mexicano en sus orígenes, o como lo fue el Partido Acción Nacional en su nacimiento, y más, muy bien intencionados, pero de los cuales hoy “no queda nada, nadita de nada…”.
Aun con esa deficiencia en la estructura democrática de México, algunas organizaciones políticas se apropiaron del país por años enteros; eran organizaciones camaleónicas que cambiaban de color de acuerdo con el paso del tiempo y las circunstancias. Así, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) fue durante más de setenta años ese partido omnipresente, dador de vidas políticas, de premios y castigos… Todo giraba en torno al ‘Partido de la revolución institucionalizada’.
Cuando llegó el cambio en el 2000 el PAN había dejado de ser aquel ideal democrático de Gómez Morín y sus fundadores para ser un partido utilitario al grado que para conseguir la presidencia llevaron a un personaje, él sí, singular: Vicente Fox Quezada, que hizo una presidencia anodina y hasta extravagante.
Pero que sin embargo consiguió que su partido (PAN) ganara las elecciones en 2006 y hasta 2012 con Felipe Calderón y su fallida lucha en contra del crimen organizado, la delincuencia, el narcotráfico; y quien lo único que consiguió fue sacar al Ejército de los cuarteles para ponerlos a hacer tareas que no les eran ni les son propias en esa “guerra” que costó muchas vidas.
Los demás partidos políticos menores oscilan entre fortalezas momentáneas o ser rémoras de los grupos más fortalecidos, o de gobierno, para hacerse de pedazos de poder: El Verde, el PES, el PT, RSP Fuerza por México… En lo federal hay diez partidos políticos. Además de que existen partidos locales registrados en distintas entidades.
Y precisamente por la deficiencia de este sistema de partidos mexicanos, es que se le asignó al Instituto Federal Electoral y al hoy INE la obligación de “fortalecer el sistema de partidos políticos en México”… Pero nada…
Y tan es así que en muchos casos lo del registro de un partido político se ha convertido en un mero requisito de un membrete y, a través de éste, recibir las prerrogativas que se tienen asignadas a cada uno, de acuerdo con su militancia y otros requisitos de orden…
Para algunos registrar un partido político resulta en un negocio redondo: reciben esos recursos, pero también los que se agencian ‘por el favor de sus votos’, a favor o en contra, para leyes, reglamentos o recursos políticos de acuerdo a los intereses de su patrón… O posiciones políticas que les reditúan altas ¿Y el ideal partidario?
Y aún más. Hoy mismo, en este proceso electoral, una multitud de políticos –estrellas, estrellitas o asteroides– brincan de un partido a otro de una forma cínica, irresponsable e impune; sin importar origen, condición, pensamiento de esta u otra organización política y todo eso que debiera ser el sello de un futuro municipal, estatal o federal.
Les interesa el poder y el puesto político; y lo que le ofrecen a sus electores estos saltimbanquis son ellos mismos, como mercancía política. Los partidos políticos lo aceptan y compran aquí o allá candidatos que les suponen triunfos electorales y ganancia de pescadores. Los mismos políticos que ahora son sus militantes, aunque se desprenderán de ahí mañana cuando las cosas cambien.
Los candidatos que antes fueron del PRI ahora son de Morena; los que fueron del PRD ahora están dispersos en Morena y otras organizaciones. Muchos políticos nacionales, estatales o municipales sueñan en contender con Morena, que está de moda, como un día lo fueron el PRI, el PAN, el PRD… Hoy tenemos membretes. No partidos políticos en sentido estricto.
Porque Morena es un Movimiento político que está integrado por remanentes del PRD, del PRI y de otras organizaciones de origen distinto. Y acepta candidatos del más disímbolo origen con o sin distinción de origen. Lo mismo cómicos, como cantantes, figuras del espectáculo, comerciantes de lo político y tanto más.
De forma somera esta ambigüedad genera asimismo ambigüedades y falta de congruencia. Traiciones de uno y otro partido hacia sus militantes y simpatizantes. Traición de estos mismos diez partidos nacionales a una nación a la que le urge consolidar su democracia y no expectativas que concluyen en nada… o si… en el fracaso de todos… pero sobre todo de la democracia.
Urge replantear el sistema de partidos políticos en México y exigir a los partidos políticos que sean eso, precisamente partidos políticos y no membretes; y políticos que dejen de medrar y traicionar a sus propias ideas… y, parafraseando a Cuco: ‘Si a sus ideas no respetan, qué nos podemos esperar’.