La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
La lucha dialéctica es entre el Principio de Realidad y los ‘otros datos’
Es tan claro que, la aún, presidenta electa, Claudia Sheinbaum, lo afirma: no habrá ruptura con los postulados y políticas impulsadas por el, aún, presidente López Obrador.
Esto implica, de arranque, aceptar todos los recomendados en puestos clave, aprobar las iniciativas legislativas de YSQ, someter la agenda de la futura Tlatoani a la de su mentor y, de entrada, echarse un round diplomático con el gobierno de España.
Sin embargo, la supervivencia política de la doctora Sheinbaum pasa, necesariamente, por la construcción de un estilo personal de gobernar, que deje, para bien o para mal, una impronta en la historia nacional, de lo contrario, será un adendum en la narrativa de la 4T.
Así pues, el gobierno que entra en funciones el martes primero de octubre, deberá comenzar a desmarcarse de las acciones que lo comprometan con determinados actores y naciones que, de alguna forma, tienen que ver con el con el correcto desarrollo de su administración.
Pero, si la futura presidenta se empeña en ‘comprar’ los negativos de su antecesor, deberá asumir las consecuencias, entre otras cosas, la funesta polarización social que vivimos.
La cuestión es sencilla: es ella o, se sincretiza. Como dijo el clásico: ¡no se hagan bolas!