La Unión Europea (UE) está enfrentando serios desafíos económicos y de defensa debido, en parte, al rechazo de la energía rusa, según un informe reciente del ex primer ministro de Italia y exjefe del Banco Central Europeo, Mario Draghi.
Publicado el 8 de septiembre, el informe destaca cómo la pérdida de Rusia como proveedor clave de energía ha afectado gravemente a la economía europea.
Draghi señala que Europa «ha perdido repentinamente a su proveedor de energía más importante» y ha desaprovechado las oportunidades de la revolución digital y las ganancias de productividad que esta conllevaba. La falta de inversión en sectores críticos, como la tecnología avanzada, y la creciente competencia de China y el interés desplazado de Estados Unidos están contribuyendo a la crisis económica en la región.
El informe indica que la UE enfrenta una encrucijada: «Si Europa no consigue ser más productiva, tendremos que elegir entre ser líder en nuevas tecnologías, faro de la transición climática y actor independiente en la escena mundial, o reducir nuestras ambiciones». Draghi advierte que la pérdida de valores fundamentales como prosperidad, igualdad y democracia podría comprometer la identidad y el futuro de Europa.
Para abordar estos desafíos, Draghi sugiere que la UE debe «reorientar radicalmente sus esfuerzos colectivos» para reducir la brecha de innovación con Estados Unidos y China. También recomienda ajustar los planes para la transición verde y enfatiza la necesidad de aumentar la inversión en tecnologías avanzadas y defensa.
El informe destaca que Europa ha experimentado una desaceleración en el crecimiento económico desde principios del siglo, con una disminución en la productividad y un aumento en la brecha del PIB y los ingresos entre Washington y Bruselas. Además, la dependencia de la UE de materias primas y tecnologías críticas de terceros países sigue siendo un problema significativo.
En términos de defensa, Draghi señala que la doctrina estratégica de Estados Unidos se está desplazando de Europa al Pacífico, lo que requiere que la UE aumente sus propias capacidades de defensa. La industria de defensa europea enfrenta décadas de falta de inversión, y el informe estima que se necesitarán aproximadamente 500.000 millones de euros en inversiones adicionales durante la próxima década para modernizar el sector.
El gasto en defensa de la UE representa actualmente solo un tercio del gasto de Estados Unidos, y la mayoría del gasto en adquisiciones de defensa proviene de proveedores no europeos, con un 63% procedente de Estados Unidos.
El informe concluye que Europa necesita un plan estratégico para gestionar sus dependencias y reforzar la inversión en defensa para lograr una verdadera independencia estratégica y aumentar su influencia global.
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