CUENTO: SEGUNDA PARTE
Anger ya llevaba encerrado dos años. Cumplía su condena: cadena perpetua. Jamás saldría de aquella cárcel, pero esto era lo que menos le importaba, porque al final lo había hecho; se había vengado.
El joven criminal casi nunca salía de su celda. Todo el tiempo lo gastaba en pura lectura. Su comportamiento era excelente; nunca reñía, nunca hablaba y nunca se quejaba de nada. Si la comida era mala, o si algún otro interno lo molestaba, él nunca reaccionaba… Con el pasar del tiempo todos lo llegaron a conocer, y lo empezaron a respetar; ya no lo molestaban, por lo mismo de que nunca reaccionaba ante las provocaciones.
Después de un tiempo, Anger empezó a visitar un poco el exterior. Cuando salía se iba a la parte más apartada de la cárcel, allí donde a nadie le gustaba ir. Los guardias, que ya lo conocían bien, no podían entender cómo un joven como él era lo que era. Cuando lo veían alejarse de los demás internos, ninguno hacía o decía nada para detenerlo.
Anger, al llegar a su lugar favorito -el cual era un árbol grande que producía una sombra igual de grande- se sentaba ahí mismo. Después de acomodarse, doblaba sus piernas y luego miraba hacia arriba para cerciorarse de que no hubiese ningún pájaro que lo pudiese ensuciar. Al no encontrarlo, juntaba su espalda contra la corteza del árbol, luego entonces metía su mano dentro de su bolsa, sacaba su reproductor de discos portátil “Sony”, se colocaba los auriculares en sus oídos, le daba play al aparato, y éste empezaba a tocar una de sus canciones favoritas.
Cuando la canción terminaba, enseguida volvía a empezar, una y otra vez. Al joven le gustaba escucharla un montón de veces. Y después de un rato de tararear la canción en voz baja, de repente, como siempre sucedía, Anger subía el volumen de su voz y entonces cantaba a todo pulmón: “What, what kind of fool, tears it apart, leaving me pain and sorrow…”
El joven asesino no lo sabía, que tenía voz para el canto. Al escuchar a Barbra Streisand cantar con tanta fuerza aquellas letras, cerraba sus ojos y nuevamente volvía a poner su rostro en dirección hacia el cielo. Entonces, de repente, sus ojos empezaban llorar porque era un ser muy sensible. El dolor de la letra le hacía recordar su propio dolor, aquel que creyó que moriría matando al hijo de su agresor.
El tiempo pasó; tres años. Para este entonces ya todos los internos conocían las dotes artísticas de Anger. Siempre le pedían que cantase, pero él siempre se negaba… hasta que un día sucedió algo que los complacería. Algo llegó a la cárcel. La cosa en cuestión se trataba de un programa de televisión, el cual buscaba talento dentro de las cárceles. Cuando todos los internos se enteraron, uno de ellos fue a decírselo a Anger, el cual era el único que todavía no lo sabía.
El joven asesino también se negó a participar. No le gustaba nada estar expuesto, y menos de la manera como se imaginaba que se llevaría a cabo el concurso. Pero… a la última hora, cuando las inscripciones estaban a punto de cerrarse, algo lo hizo cambiar de decisión. El joven se había enterado casi de todo, menos de cuál sería el premio. Y esto fue precisamente lo que lo hizo revertir su decisión de no participar. Anger se había enterado de que el premio ganador consistía en un paquete de cincuenta libros. El joven, que amaba los libros de una manera casi ridícula, perdió su timidez y corrió hacia la mesa donde se efectuaban los registros de los concursantes…
El concurso -que era una especie de “América tiene talento”, pero dentro de las cárceles- tuvo una inscripción de treinta concursantes, los cuales uno por uno fueron pasando al escenario para dar su número o “show”. Cuando Anger se enteró de que él sería el último en subir al estrado, se puso algo nervioso. Luego, cuando se enteró de que era el único que participaría dentro de la categoría de “canto”, se empezó a desesperar. Se dio cuenta de que inscribirse había sido un error muy grande, pero… ya era tarde para retirarse.
Los concursantes fueron pasando. Unos demostraron habilidades en artes marciales, otros en actuación, mímica, etcétera. Después de más de dos horas, al joven asesino le llegó su turno.
El patio estaba lleno. Ese día, hasta a los presos que estaban castigados se les permitió salir a presenciar el concurso. Todos estaban tan contentos que hasta parecían niños. Esa mañana todos dieron muestras de comportamiento ejemplar, algo que no se había visto en muchísimo tiempo. Cuando Anger tomó su lugar en el escenario, se hizo un silencio casi sepulcral. Nadie hablaba, todo era quietud. Todos los internos tenían la vista puesta en él; ¡lo querían ver cantar!
-Bueno, bueno -dijo el joven para probar el micrófono-. Bueno, bueno. Ejem… A continuación cantaré una canción que lleva por tirulo “What kind of fool”, de Barbra Streisand y Barry Gibb…, pero dado el hecho de que Barbra no está aquí, seré yo mismo quien cante sus partes. -Muchos de los internos empezaron a reír, eran los que conocían a la cantante de la que Anger hablaba. Los demás, que no la conocían, sólo se limitaron a mirarse entre sí. También las personas del jurado rieron.
El silencio se hizo de nuevo. La pista de la canción empezó a sonar en las dos bocinas colocadas en ambas orillas del escenario. Anger acercó el micrófono a su boca… y empezó a cantar: “There was a time when we were down and out, there was a place when we were starting over, we let the bought break, we let the heartache in. Who´s sorry now, who´s sorry now…” Después, al llegar a las partes de los coros, las cuales eran sus parte favoritas, Anger tomó aire, y entonces cantó con voz muy suave: “What, what kind of fool, tears it apart leaving me pain and sorrow…”, pero el momento climax de su actuación llegó casi al final de la canción, cuando entonces cantó: Was there a moment when I cut you down, Played around. What have i done, I only apologize. For being as they say, the last to know, It has to show When someone is in your eeeeeeeeeeeeeeeeeyes…” Anger, al cantar y alargar con su voz la palabra “eyes” enseguida empezó a ser aplaudido por todas aquellas personas. Hasta el hombre más rudo de todos ellos -que tenía la cabeza rapada y el cuerpo corpulento lleno de tatuajes- empezó a aplaudir muy fuertemente. Su voz les había movido las fibras por completo. El joven pudo llegar a ver que muchos se enjugaban sus lágrimas. A todos los había conmovido hasta el fondo de sus almas criminales.
Anger les dio las gracias por sus aplausos y luego empezó a retirarse del escenario, pero entonces empezó a escuchar que varias voces gritaban: “¡otra!, ¡otra!, ¡otra!” Pero él no cantó más. Se bajó del escenario y… Su actuación resultó ser la ganadora del concurso. Ninguno de los jurados dudó de que su actuación haya sido la mejor de todas. Así que él fue el ganador absoluto. El joven se sintió muy contento al ver que tendría material para leer durante mucho tiempo.
El tiempo pasó, dos años. Anger firmó un contrato con una disquera. Jamás saldría de la cárcel, pero se había vuelto un cantante profesional. Su versión de “What kind of fool” fue grabado en estudio y vendió cien millones de copias en todo el mundo…
FIN.
ANTHONY SMART
Septiembre/17/2017