Mauricio Carrera
Rumania. Uno piensa en Cioran, en Eliade, en Istrati, grandes pensadores. También en Ceaucescu, gran dictador. Su conocida megalomanía lo hizo construir una casa enorme, de 240 metros de largo, 270 de ancho, 16 metros de profundidad y 84 de alto. Las casas de los políticos mexicanos se quedan cortas por tantito. Se usó un millón de toneladas de mármol, casi otro millón de metros cúbicos de madera y setecientos mil toneladas de acero y bronce. Se gastó en su construcción una tercera parte del presupuesto anual destinado al país en su totalidad. Ahí vivía Ceaucescu con su esposa y sus hijos, la servidumbre salía a las seis de la tarde y los dejaba solos.
Monumento al autoritarismo, eso fue ese edificio, conocido como la Casa del Pueblo.
Un amigo la visitó en tiempos del dictador.
-Una construcción tan grande y sólo contaba con una entrada y unas escaleras. No era tonto, Ceaucescu. Así podía vigilar quién entraba y quién salía.
Por 24 años fue el tirano de Rumania. Desde su ascensión al poder en 1965, hasta su muerte, ocurrida en 1989, gobernó con mano dura al país. Opulencia para él y los suyos, pobreza para el pueblo.
Por fin, en diciembre de 1989, estalló el descontento, la rebeldía, la protesta.
Una horda enardecida llegó a la casa de Ceaucescu para exigir su renuncia.
-Ceaucescu intentó calmar los ánimos. Salió a uno de los balcones y les ofreció veinte dólares por cabeza para detener su furia.
No lo consiguió. Ceaucescu y su esposa fueron fusilados el 26 de diciembre de 1989.