Mauricio Carrera
El gran negocio: las micheladas. Qué imaginación para hacerlas y qué estómago para beberlas. El principal ingrediente: cerveza. Se acompaña de clamato, jugo de limón, salsa maggi, salsa inglesa, valentina o búfalo, y escarcha de sal o de chamoy.
Las hay también con camarones, gomitas, ostiones, cueritos, brocheta de verduras, pulparindos.
Es la moda, la chela bien helodia, con ingredientes agridulces, salados y picositos. Está la licuachela, la gomichela, la penechela, que se sirve en un recipiente con forma de falo, y la kittychela, para quien Hello Kitty es un referente sentimental. Se trata de chelear, de pasárselo a gusto. Es lo de hoy. Las micheladas preparadas son lo cursi que se bebe.
El churrigueresco de la mixología mexicana. La imaginación borracha y sofisticada del barrio bravo. La alegría de una tarde soleada con sus toques de chamoy.
Si no nacen en México, por sus colores las inventa Almodóvar. Si no existieran, a nuestro desmadre mexicano le faltaría esta refrescante delicia para olvidar por un rato las fatigas de la ardua vida.