C O N T R A P O D E R
JUAN ANTONIO TORRES
Todavía no arrancan las campañas políticas rumbo a los comicios estatales del 6 de junio, y ya cobró la primera víctima, al ser abatido antier, el precandidato a alcalde por el PRI, Yuriel Armando González, en el municipio de Nuevo Casas Grandes.
Era un hecho ineludible, que cuando empezaran a hacer presencia en las arenas de la política los distintos candidatos a los diferentes puestos de elección popular, surgirían las disputas, ya no solo por el poder, sino más bien, por el control de las plazas, donde el crimen organizado, ha tomado como rehenes, no solo a las comunidades de la sierra, sino también de ciudades completas, donde por desgracia, los diferentes niveles de gobierno, se han convertido, en cómplices silentes, o de plano están enchufados con células del hampa, que quita y pone, los perfiles de abanderados, que le sirvan y que no le estorben a sus inconfesables y turbios intereses.
Si en alguna asignatura está más que reprobada, la administración estatal del Triste Amanecer, que encabeza, Javier El Talegas, Corral, es en el tema de violencia, inseguridad, desde que tomó los bártulos del poder, que le cedió en octubre del 2016, su acérrimo rival, el priista, César Duarte Jáques, quien como usted guste y mande en el último año de su mandato, había revertido la tendencia al alza, de los crímenes de alto impacto.
No debe sonar a exageración o a amarillismo, señalar que Chihuahua, se ubica hoy entre las cuatro entidades del territorio nacional, donde se registran los índices de violencia más altos del país, en los cuales le llevan la delantera, Guanajuato, el Estado de México, Ciudad de México y obvio, Chihuahua.
El Mando Único, que implementó, el actual jefe del Ejecutivo estatal, para que lo operaran, el fiscal general, César Augusto Peniche Espejel y el ex jefe de la Comisión Estatal de Seguridad, Oscar Alberto Aparicio Avendaño, solo les sirvió para establecer controles y componendas, con los capos de las diferentes gavillas que tienen una presencia real, y que actúan como poderes fácticos, pero no para enfrentarlas, mucho menos para erradicarlas.
A guisa de ejemplos, podemos subrayar que municipios como Cuauhtémoc, Gómez Farías, Ignacio Zaragoza, Madera, Guerrero, que están contempladas en dicho programa, lejos de ser poblaciones donde impere el sosiego, la paz, de sus conciudadanos, ha ocurrido todo lo contrario; ejecuciones, levantones, que ocurren a plena luz del día.
Que decir de otras latitudes que no se ubican en la zona serrana, como son los municipios de Jiménez, Valle de Allende, Coronado, López, donde los que controlan quien entra, quien sale, son las gavillas de criminales, que incluso tienen instaladas cámaras de vigilancia en casas de seguridad, para detectar a extraños en sus dominios.
No se debe soslayar la inseguridad que también prevalece en otros lares como Bocoyna, Balleza, Guadalupe y Calvo, Guachochi, Hidalgo del Parral, donde los hechos de sangre, derivadas de las disputas, entre los diferentes grupos del narco y el crimen son parte del paisanaje y de la cotidineidad.
Obvio, que las urbes grandes, como Ciudad Juárez y la capital, Chihuahua, no son ajenas a esta crisis de violencia.
Javier Corral y César Peniche, son vivos retratos de la ineptitud en materia de seguridad, violencia y crímenes de alto impacto. Lo más grave, es que desde que llegaron, se han dado “baños de pureza” en el sentido de que ambos han sido incorruptibles, que no han caído antes las tentaciones de los arreglos, por dejar hacer, por dejar pasar, a cambio de cañonazos de dólares en efectivo y sin ninguna rúbrica de por medio, como lo hicieron sin lugar a dudas, sus predecesores, César Duarte y sus lugartenientes, Jorge González Nicolás y Carlos Manuel Salas, quien despacharon como responsables de “impartir y procurar justicia”. Como también lo hizo, José Reyes Baeza Terrazas, a través de sus operadores del trabajo sucio, la ex titular de la Procuraduría de Justicia, la bocoynense, Patricia González Rodríguez y/o, el extinto, Saúl Hernández Ruiz; cómo dejar fuera de estos enjuagues a Patricio Martínez García, quien tenía en turbios personeros como, Jesús José Solís Silva, alias, Chito Capone y Vicente González García, y ni modo que Fernando El Católico, Baeza Meléndez, no supiera de estas negociaciones, que había aprendido, desde que fuera ungido subprocurador general de la República, en los tiempos del “procurador de hierro” el chihuahuense, Oscar Flores Sánchez. Baeza Meléndez, se valió de “los finos oficios” de Elías Ramírez Ruiz, bautizado como La Hiena de Parral” porqué era un sanguinario policía; guarura de todo una vida, del oriundo de Delicias. También el hijo de Elías, o sea, Raúl Ramírez Aguirre, se encargó de los arreglos o igualas con los narcos de aquellos tiempos pretéritos.
El huésped de palacio y su hombre de confianza de la actual nomenclatura estatal, el intocable, César Augusto Peniche Espejel, juran y perjuran, ante sus detractores y críticos, que ellos, “están limpios, libres de cualquier imputación que les quisieran enderezar por presuntos vínculos con las mafias del narco y el crimen, a los que presumen, han combatido, no obstante la falta de apoyo y coordinación con el gobierno federal, ya sea a través del Ejercito o la recién creada, Guardia Nacional.
Sin embargo, los datos duros, los números fríos, las estadísticas, los tienen a la luz de la terca realidad, contra la pared, y eso es un hecho que va gravitar en contra del gobernador y de las siglas partidistas que lo llevaron al poder.
No se necesita ser un pitoniso, ni nada que se le parezca, para pronosticar que una vez que pasen los efectos de la pandemia del coronavirus, y el tejido social, ya no esté confinado, y salga de nuevo a hacer su vida normal, se hará más que visible el flagelo de la inseguridad que cobrará vidas no solo de hampones que operan el trasiego de las drogas, sino de ciudadanos limpios que les estorban.
Yuriel Armando González, fue el primer aspirante a un cargo de elección popular, en caer en este año de elecciones, y da pena decirlo, pero no creo, que vaya a ser el único, mucho menos el último, que lleve el sello por el que se hace “respetar” el crimen organizado.
Un homicidio más que quedara impune y quedará como parte de la criminalidad de una entidad que alguna vez fuera distinguida orgullosamente, como Refugio de la Revolución y Custodia de la República, pero que hoy se ha erigido como asiento de los cárteles de la droga, que dicen “combatir a muerte” pero de dientes para afuera, Javier Corral, el reputado Talegas, y su alter ego, César Peniche Espejel, que ni sus mismos correligionarios se lo creen…