El último reporte sobre el nivel de inseguridad y violencia en todo el país informado en voz del propio presidente Enrique Peña Nieto, fue hace ya casi un año en junio del 2014 y al respecto; se señaló que en un 25 por ciento éstos se habían reducido en relación al 2012 y en un 12 por ciento, al 2013.
Si bien, la bandera de la administración de Peña Nieto nunca se vinculó a la garantía de seguridad ciudadana y el ataque a los grupos delincuenciales, las cifras ayudaban para posicionarlo como el mismísimo salvador de México a año y medio de inicio de su gestión.
Pero la euforia de situar a Peña Nieto como héroe nacional poco duró. Tlatlaya y Ayotzinapa revelaron que la justicia y la legalidad en México están más vinculadas a la impunidad y a la corrupción que al buen quehacer.
La violencia en México no es cuestión de percepción, es asunto vivencial que nos coloca aún como un país al que hay que marcar en el contexto mundial como peligroso y riesgoso para las inversiones, los negocios y el turismo.
Más allá de lo sucedido apenas el fin de semana pasado en un enfrentamiento entre fuerzas federales y los integrantes del cártel Jalisco Nueva Generación, la realidad es que México tiene muchos años que se encuentra convulsionado; y la inseguridad y la violencia pueden detonar en cualquier punto de la geografía nacional.
Cabe citar un estudio que realizó la Dirección General de Políticas Exteriores del Parlamento Europeo y que dio a conocer en enero de este 2015, en el que se advierte que no a todos los europeos les hace gracia tener que ver con México. Los parlamentarios del Partido Popular Europeo y de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas, se mostraron a favor de modernizar las estrategias de negocio con México, pero el grupo de los llamados Verdes expreso su rotunda negativa.
Los apuntes de los legisladores europeos por el no a negociar con nuestro país, van directo a señalar que el Estado mexicano no ha sido capaz en primera instancia, de brindar seguridad a sus propios ciudadanos y de minar a los grupos del crimen organizado. Además del temor que tienen los parlamentarios europeos de que la economía de su región quede más que expuesta a la corrupción, el lavado de dinero y el propio narcotráfico mexicano.
Es verdad, la violencia en México no sólo es percepción y cifras. Llega a México y al mundo de manera real y tangible.
Acta Divina…En 2014, el presidente Enrique Peña Nieto señaló que su Gobierno estaba en ruta para alcanzar resultados alentadores en niveles de violencia y seguridad y de reducir el número de homicidios dolosos que es, como señalo Peña Nieto, el termómetro vinculante y más ilustrativo de las condiciones de seguridad con las que se mide el mundo.
Para advertir… Una llamada hasta la puerta de la habitación en donde me hospedé el fin de semana anterior, me advirtió de un operativo federal con “gente armada”. La violencia no es percepción, es vivencial.
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