Víctor Roccas
A este nivel de circunstancias ya no sorprende nada, es más, muchas situaciones ya están programadas como lo están muchas mentes de mexicanos adoctrinados, lo mejor del asunto es que prácticamente ninguno de ellos se da por aludido.
El pendejo (adjetivo coloquial admitido en la RAE como sinónimo de tonto, estúpido) promedio mexicano es un tipo que cree que la solución a todo mal es la misma creencia, vive optimista creyendo que otros velan por su bienestar y que el futuro será mejor porque otros así lo prometen o ¡el mismo se hace tal promesa!.
Diariamente el pendejo mexicano se despierta y enciende el televisor para atestiguar como un montón de esquizoides con ínfulas de adolescencia hiperactiva inyectan optimismo más a modo de lavativa pues solo remueven el excremento en el que sus vidas se prostituyen.
Programas televisivos, radiales, revistas y artículos dando consejos diarios de como disfrutar la vida y ser mejores, al mismo tiempo sin darnos cuenta el abono de la supuesta felicidad es cada día más alto y difícil de cubrir.
En redes sociales, si hay estomago suficiente para soportarlo, se puede atestiguar y corroborar tal argumento, es francamente revelador (no sorprendente) la cantidad de pendejos que se atreven inocentemente a participar y compartir de sus idílicas creencias.
Y no soy por supuesto nadie para juzgar las motivaciones o sinsabores de nadie, pero la falta de consciencia, sobre todo la social, es algo que me hierve la sangre, y de ello hay un mar de ejemplos.
Me incomodan aún, por ejemplo, los cretinos que ven en la derecha o el conservadurismo una solución social, mucho menos a quienes temen el arribo de una izquierda inexistente que es simple botarga de la derecha. Me encabrona, si así, leer a personas inteligentes describiendo la necesidad de un cambio de régimen es decir ahora votar por el PAN (sic).
Deprime como la opinión de cualquier conductora televisiva tenga tanto peso en la capacidad de raciocinio solo por el hecho de que es simpática, bonita, glamorosa y ostenta por lo regular una anatomía envidiable, y que además, solo mantiene en función un pequeño cerebelo.
Inquieta sobre todo que la mayoría de los padres permitan que sus hijos permeen sus mentes de tales factores y actores deformantes a sabiendas de lo tóxicos que son para su desarrollo conductual.
Evidencia reveladora es como la infalibilidad papal del supuesto primer siervo de Dios en la tierra pide a su feligresía rezos, resignación, tolerancia y paz ante las calamidades, desencuentros sociales y luego procede con su respaldo al concepto de familia convencional y cristiana causando más divisiones entre comunidades que no necesitan combustible para arder.
Retrato infausto como un presidente de la nación y estado mexicano cobija su propia deshonestidad y corrupción cínicamente bajo el argumento de que todos somos iguales y que “el que este libre de culpa que tire la primera piedra”(sic) al igual que mensajes como “la corrupción somos todos” es tolerada y cobijada por ¡esos todos! que se tragan entera semejante generalización.
Panorama desolador las finanzas institucionales que hoy adeudan casi el 50% del PBI nacional en préstamos al FMI, BM y sabrán las “11,000 vírgenes” a cuantos grupos financieros más, pero nos indican “apretarnos el cinturón” mientras el país sigue construyendo su nicho entre países desarrollados, entre tanto a pocos interesa la carga económica que en impuestos y adeudos obliga a cada mexicano y generaciones futuras.
Mal corresponde la definición de “cultura popular” lo que ahora padecemos como entorno de mal-vivencia, puesto que cualquier definición de cultura implica en mayor o menor grado, desarrollo, crecimiento, avance, educación y bienestar social, así como evolución en el grado de inteligencia de individuos, en esto que se denomina “cultura popular” vamos en retroceso ¡y de bajada!, y las nuevas generaciones se conciben orgullosos exponentes de esa nueva “cultura”.
Literalmente los mexicanos se vuelven locos con las sobras que las castas doradas les tiran a similitud de sobras a los perros. Pero en ello no estriba ninguna sorpresa, así nos han condicionado y lo seguirán haciendo por que les esta redituando excelentes dividendos.
Mi circulo de amistades aunque muy pequeño me da la razón, entrañables algunos, optimistas otros, despreocupados la mayoría, los hay quienes creen desperdicio mi tiempo en una especie de cruzada, o peor aún en un lance de frustración, pero lamentablemente muy pocos, sin pasar de la decena, conscientes.
Curiosamente ellos, mis amistades conscientes socialmente, son quienes me hacen favor de leer esto que escribo y se los agradezco en el alma.
Por estos simples argumentos me atrevo a decir no es sorpresa que la situación social sea tal que pocos muy pocos entendamos su profundidad y gravedad.
La gran mayoría seguirán despreocupadamente, inocentemente, con optimismo, laboriosamente y esforzadamente tratando de alcanzar la zanahoria de las respuestas y soluciones que como a los burros les ponen a la vista pero nunca al alcance.