La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
A pesar de ser aldeanos no entienden las señales de humo
A inicios de noviembre pasado, policías estatales liberaron a un grupo de 46 migrantes que estaban secuestrados en una casa de seguridad en Alvarado.
Quien conozca la bulliciosa ciudad y bajo la premisa de ‘pueblo chico infierno grande’, pensaría ¿cómo pueden estar 46 almas retenidas sin que la autoridad se entere?
Justo eso fue lo que supuso el gobernador, Cuitláhuac García, que, al respecto, señaló: “Estamos indagando si existen autoridades municipales de Alvarado involucradas en estos hechos delictivos y lo digo con toda responsabilidad, de la autoridad electa municipal de Alvarado, independientemente de que color tenga vamos a indagar”.
A casi un mes de aquellos hechos, agentes de la Fiscalía General del estado detuvieron al alcalde electo de Lerdo de Tejada (municipio colindante con Alvarado), Jorge Fabián Cárdenas Sosa, al cual acusan de ser (¡ojo!) un presunto secuestrador.
Para cacarear el acto que confirma, desde la perspectiva del Cui, que en Veracruz el que la hace la paga, el mandatario comentó: “Yo expresé públicamente que había dos munícipes electos sobre los cuales tenía ciertas sospechas, lo dije, me referí a Lerdo de Tejada y Alvarado y sobre los cuales indagamos más, dentro de la competencia que me corresponde, porque hay indicios de que su comportamiento da lugar a delitos”.
Este escrito está lejos de ser un análisis, sólo es una recopilación, si gustan morbosa, para entender por dónde viene el siguiente golpe de la señora Verónica Hernández Giadáns,
Y por favor, no esperen que en la siguiente columna se publique un directorio de abogados.