Joel Hernández Santiago
Las formas que adquiere el trabajo legislativo en México tienen sus particularidades, y da la impresión de que más que pensar en el país y en sus representados, la gran mayoría de los legisladores están alerta para para cuidar sus intereses políticos a futuro y para asestar, según el sapo, la pedrada.
No es nuevo lo que vemos hoy en eso de las mayorías determinantes en los Congresos del país, ya en el Federal, como en distintos Congresos estatales…
Durante años los diputados y senadores del Partido Revolucionario Institucional mandaron, decidieron, ordenaron, integraron y legislaron en razón de sus intereses de partido y a circunstancias del momento. Leyes se hacían como confeti para hacer un país a su imagen y semejanza.
Así fue por muchos años, y esto hizo mucho daño tanto al país como a quienes aquí vivimos, pero sobre todo, dañó a la Carta Magna mexicana que es una de las Constituciones más remendadas, parchadas y reformadas de las que existen en el mundo, al grado de que en mucho es irreconocible a lo que se firmó en 1917…
Natural –dicen algunos- si se considera el paso del tiempo; pero reprochable si se ve que otras Constituciones en países con democracias consolidadas siguen fiel a su esencia de origen: la francesa, la italiana, la estadounidense, la del Reino Unido…y tantas más.
Una constitución-constituye y es el espíritu de una nación.
Pero estos caprichos legislativos en gran medida construyeron el fin de más de setenta años de gobierno de un solo partido y de un solo hombre sexenal por más de setenta años.
En el año 2000 la gente en México estaba hasta la coronilla de eso a lo que Mario Vargas Llosa llamó ‘la dictadura perfecta’. Y votó por algo que cambiara las cosas: votó por el PAN y llegó un presidente que fue una broma macabra de nuestra inexperiencia democrática: Vicente Fox. Luego repitió el PAN en 2006 y hasta 2012 gobernó Felipe Calderón, el Presidente cruel.
Perdieron las elecciones en 2012, repudiados por aquella ola violenta que comenzaba a ensangrentar al país. Y de ahí Enrique Peña Nieto, del PRI, que no supo gobernar y que no supo entenderse con los mexicanos, puesto en un gobierno de corrupción y saqueo.
Pero cada periodo construye a sus propios legisladores y éstos construyen a su gobierno protector.
El Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) nació el 2 de octubre de 2011 como un proyecto político que habría de participar en las elecciones de 2012 para acabar con todas aquellas triquiñuelas, mentiras, engaños, corrupción cameral y abuso de poder y que se resumen en el abuso de las mayorías legislativas…
Por eso mismo sorprende la manera como se guían por estos días los legisladores de Morena en distintas cámaras de diputados y el Senado.
Ya se vio que el síndrome ‘del pasado histórico’ predomina aun entre quienes integran a este partido. Lo vimos en las confrontaciones recientes de Martí Batres con Ricardo Monreal, por hacerse del mando en el Senado de la República. ¡Vaya sainete!
Vimos ese mayoriteo en un asunto irregular y engañoso como fue la aprobación que diputados de distintos partidos, con mayoría de Morena, hicieron en Baja California para ampliar el periodo de gobierno de Jaime Bonilla Valdez, de dos a cinco años. Aún sigue el debate.
En Tabasco, la mayoría de Morena en el Congreso local, el 30 de julio pasado, avaló con 24 votos a favor, uno en contra y cero abstenciones, la llamada Ley Garrote que reforma el Código Penal de la entidad para imponer hasta 20 años prisión por el delito de extorsión y de seis a 13 años a aquellas personas que impidan u obstruyan la ejecución de trabajos de obras públicas y privadas.
Aquí el mensaje es claro: Proteger la construcción de la refinería en Dos Bocas. Esta ley convierte a la libertad de expresión y de asociación en delitos…
La gran mayoría Morenista decidió separar del cargo “de forma provisional” al fiscal Jorge Wincler en Veracruz quien ocupó el cargo desde 2016, puesto ahí por el ex gobernador panista, Miguel Ángel Yunes. Es bien sabida la confrontación que había entre este funcionario con el gobernador de Morena, Cuitláhuac García Jiménez, quien tomó posesión en diciembre pasado.
El argumento fue: “No ha certificado ni revalidado su confianza y no está registrado como alto mando.”
Y ya en la Cámara de Diputados Federal, se gestan reformas que favorecen a la mayoría Morenista, como aquello de que presida al Congreso durante un año y medio “el partido que tenga mayoría representativa” –o sea ellos-.
Y luego querer saltarse las trancas del gobierno interno para reelegir en la presidencia del Congreso a uno de los políticos más controversiales en la historia contemporánea del país: Porfirio Muñoz Ledo. Aunque más tarde y por las impugnaciones y críticas generalizadas por la violación a los estatutos camerales, decidió renunciar a esta reposición en el cargo. Con una mentada de madre que, asimismo, lo hace histórico.
En todo caso este es el dibujo de un país en donde sus políticos de todos colores se resisten a cambiar; se resisten a esa transformación por la que votó la mayoría el año pasado. Hoy, en los hechos, aun predomina la vieja escuela priista del sometimiento, el agandalle y el mayoriteo: pecados capitales de una democracia que quiere consolidarse pero que, por todo esto, no lo consigue…