Mauricio Carrera
“¿Qué somos?”, pregunta Jacinta Falcao.
“Hacemos el amor terca y descaradamente, con pseudónimo. El disimulo, lo corsario, la pasión fugitiva y bandolera, nos definen. Estamos en medio de la nada, en el aire, y sólo nuestros besos son reales, pero tampoco existen porque de ti y de mí nadie sabe. Pasión secreta, caricias forajidas, no por vergüenza sino por estas leyes humanas, de tristes y oscuras nubes.
Escondidos, nos encontramos. Compartimos verdades pero sólo una mentira. Tú y yo podríamos poner a llorar a cualquiera, hasta al alumbrado público, hasta al mar cuando es tormenta, hasta un rezo de golpe de pecho, hasta al azar cuando es propicio, porque inundamos de vida la maldita vida.
Lo hacemos en un beso o en el torrente sudoroso de las palabras cuando dan cabriolas de sabiduría o de contento. Y aquí nos tienes, nadie llora, sólo yo, porque mis noches preguntan qué somos.
Nadie responde, a no ser lo prohibido. Me siento aérea, en el pasmo de un salto mortal. Y odio eso: derramar lágrimas de incertidumbre”.