José Luis Parra
El nuevo feminismo de diseño tiene nombre, apellido y patrocinadores. Y como muchas cosas en esta etapa del país, no necesariamente viene a empoderar mujeres sino a proteger herencias, intereses y linajes políticos. En San Luis Potosí y Nuevo León se están cocinando reformas que obligan a que las próximas gubernaturas sean para mujeres. Y en el papel, suena bien: paridad, alternancia, equidad. Pero cuando se rasca tantito la superficie, brota el tufo del nepotismo disfrazado de feminismo y la intención clara de heredar el poder como si se tratara de una propiedad inmobiliaria.
María Luisa Alcalde, presidenta de Morena, salió a defender la necesidad de que sea la Suprema Corte quien determine si estas reformas son constitucionales. Pero en realidad lo que intenta es contener el efecto dominó que ya empieza a replicarse en estados como Tlaxcala, Jalisco y Michoacán. Lo que está en juego no es la paridad de género sino la hegemonía del partido en el poder. Porque mientras se impulsa el “es tiempo de las mujeres”, lo que se prepara es el terreno para que Ruth González —esposa del gobernador potosino Ricardo Gallardo— se convierta en candidata única con el aval de su esposo, su partido y ahora, quizá, de la ley.
Alcalde lo dijo sin rodeos: “Podríamos estar afectando a muchas mujeres del futuro” si se obliga a los partidos a postular a una mujer sólo por cumplir con la alternancia. Y tiene razón. Porque en el fondo, esta imposición podría dejar fuera a candidatas realmente competitivas en otros estados, solo porque en el “turno” toca a una mujer de tal o cual entidad. La paradoja está servida: en nombre de la equidad, se puede terminar excluyendo a mujeres.
Un “Podemos” que huele a PRI
Mientras en el centro del país se debate la legitimidad de los gobiernos de esposas, en el Estado de México se gesta el regreso de un viejo conocido: Eruviel Ávila. El exgobernador quiere volver a las ligas mayores, pero esta vez lo hará sin las siglas del PRI y con un nuevo juguete político llamado “Podemos”, que a pesar del nombre, no tiene nada que ver con la izquierda madrileña, salvo tal vez en la nostalgia por el poder.
El plan no es menor: construir un nuevo partido con la bendición del Instituto Electoral del Estado de México, el respaldo de más de 33 mil afiliados, y el apoyo, oculto o no, de figuras como Pepe Manzur y Cristian Campuzano. Un Frankenstein político armado con retazos de priismo, perredismo y un oportunismo feroz.
Lo interesante no es el nuevo partido. Lo que vale la pena observar es quién podría estar detrás de esta jugada. Porque si Eruviel se mueve, y Manzur reaparece, ¿quién garantiza que Peña Nieto no esté al menos espiando desde Madrid con una copa de vino en la mano y la nostalgia a flor de piel? ¿Acaso su reciente viaje a México fue una simple visita de cortesía o vino a dar instrucciones?
Podemos parece ser el caballo de Troya en el Edomex. No se opondrá a Delfina, claro que no. La idea no es contradecir al poder, sino sumarse a él desde la sombra. Lo que quieren es espacio, cuotas, poder de negociación. Ser parte del reparto. Eruviel lo sabe: desde el Verde ya no tiene tanto juego. Así que intenta volver con su propio instrumento político, en un movimiento que puede abrirle puertas, pero también resucitar viejas heridas.
Y si la avanzada en San Luis Potosí es efectiva, si Gallardo logra colocar a su esposa sin mayores costos, otros intentarán lo mismo. Y si Podemos se constituye como partido y gana presencia en municipios clave, no tardarán en llegar los pactos, las alianzas, los trueques.
Alianzas de ocasión
Entre el Partido Verde, el PT y Morena hay un matrimonio por conveniencia que va rumbo a su segunda luna de miel. María Luisa Alcalde asegura que no hay riesgos por el recurso de inconstitucionalidad ni por querer eliminar las plurinominales, porque “la alianza se mantiene fuerte”. Pero ya sabemos cómo son los matrimonios políticos: promesas hoy, divorcios mañana.
El Verde ya mostró que puede ir solo en SLP. Que no le tiembla la mano al colocar candidatas a modo. Que puede hablar de equidad mientras riega el jardín con boletos para conciertos. Y que si la Corte no mete las manos, va a imponer a Ruth González sin despeinarse.
El regreso del viejo PRI por la puerta trasera
Pepe Manzur, Cristian Campuzano y Eruviel Ávila son nombres que olían a naftalina, pero que hoy regresan barnizados con un nuevo nombre: Podemos. Y si esto prospera, no lo dude: el PRI del Estado de México, ese que Delfina derrotó en las urnas, podría convertirse en el socio silencioso del nuevo régimen.
La política mexicana tiene un talento especial para disfrazar regresos como novedades. Y los que antes eran adversarios, ahora pueden ser aliados, siempre y cuando haya algo qué negociar. En eso son expertos.
¿Paridad o simulación?
Volvamos al inicio: la causa de las mujeres. El discurso de género como herramienta para el poder. Si en 2027 veremos más mujeres en las boletas, ojalá sea por mérito y no por parentesco. Por trayectoria y no por consanguinidad. Porque si el futuro se escribe con “ellas”, que no sea con guion dictado desde la casa del gobernador.
Lo demás, como casi todo en estos tiempos, es simulación con aroma a herencia.





