En 1539, a instancias de Fray Juan de Zumárraga, primer Arzobispo Primado de México, se estableció la imprenta en tierra firme americana, ocupó un local en la histórica calle de Moneda en la Ciudad de México, a unos pasos del arzobispado. A partir de entonces el periodismo ha jugado un papel preponderante, primero en la conformación de la identidad que surgió tras 1521 y después en el México independiente. Ha sido y es luz del pensamiento y expresión de las ideas en tiempos de paz y el complemento idóneo de la espada en tiempos de lucha.
Tras la puesta en marcha de los primeros talleres de impresión en México, circularon “hojas volantes” que dieron cuenta de noticias de interés general para la población de la Nueva España. Casi dos siglos después, el 1 de enero de 1722 se publicó el primer periódico formal en México, “La Gazeta de México” del religioso criollo Juan Ignacio María de Castorena, considerado el primer periodista de Hispanoamérica. Durante la independencia, los insurgentes imprimieron diversos medios como “El Despertador Americano”, “El Pensador Americano de 1812” y el “Ilustrador Nacional” entre varios. El Generalísimo Morelos, autor de documentos como los “Sentimientos de la Nación” incluso trajo consigo una imprenta a la cual puso una escolta similar a la que acompañó a las piezas de artillería de su ejército.
La Constitución de 1834 plasmó por vez primera la garantía de la Libertad de Expresión en nuestras leyes, la Gran Década Nacional y la República Restaurada fueron tierra fértil para un periodismo valiente y consagrado a las mejores causas de la república, con plumas como las de: Francisco Zarco, Guillermo Prieto, Juan A. Mateos, Vicente Riva Palacio, Ignacio Manuel Altamirano, El Nigromante y caricaturistas como Santiago Hernández Ayllón, héroe de Chapultepec en 1847. Los medios preponderantes fueron “La Orquesta”, “El Siglo XIX”, “La Revista Universal” y “El Hijo del Ahuizote” entre otros. Durante el porfiriato circularon medios como “El Imparcial” proclive al régimen y “Regeneración” de los hermanos Flores Magón y fuerte crítico de Don Porfirio. Los años de la revolución dieron paso a su vez, a los afamados “El Universal” en 1916 seguido por “Excélsior en 1917, ambos aun en circulación e importantes referentes de la prensa mexicana.
El 19 de septiembre de 1984 se fundó “La Jornada” de solida carga social y equilibrio fundamental para el periodismo mexicano. Hoy a la par de los diarios y semanarios impresos, tienen destacada presencia la televisión, la radio, de añeja trayectoria y ahora las redes sociales, portales y plataformas digitales que a través del internet representan un hito en la historia de la comunicación en México. Mención aparte merece el periodismo regional de importante trayectoria y con presencia en todas las modalidades del periodismo y la comunicación a lo largo y ancho de la República Mexicana.
El Estado de Morelos no es una excepción en estas expresiones de periodismo regional, no son pocas las plumas que con fuerte acento social ya sean oriundos o avecindados se desarrollan en Morelos. A los medios tradicionales se han incorporado las mencionadas plataformas digitales que permiten que la población esté bien informada. Es del dominio público que Morelos raya en un estado fallido, el flagelo de la inseguridad pública lesiona a sus habitantes en los bienes más preciados: la vida, la integridad física y el patrimonio. Lo anterior a su vez impide que pueda existir un desarrollo económico y social que brinde la paz social que las autoridades están obligadas a garantizar a los ciudadanos. Los periodistas morelenses son una voz valiente que ha denunciado y documentado lo anterior, y en consecuencia su profesión es hoy una actividad de altísimo riesgo.
Durante la administración de Cuauhtémoc Blanco y su interinato, las amenazas, agresiones y asesinatos de periodistas y comunicadores han ido en ascenso. Incluso zonas como la Cuautla y la región oriente de la entidad, han sido declaradas “zonas de silencio” al no existir condiciones para ejercer la comunicación y el periodismo. El asesinato el pasado viernes del conductor y productor del programa “Acá en el Show” Roberto Carlos Figueroa, confirma que la cuota que están pagando los periodistas de Morelos es alarmante.
Sin embargo, la indignación que ha causado en el gremio este crimen, y el temor a que la muerte de Figueroa engrose las cifras de impunidad que caracterizan estos tiempos, ha detonado no solo que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) condene el asesinato, sino que ha unido al gremio periodístico de Morelos, de forma nunca antes vista. A la denuncia masiva en sus espacios y medios, los periodistas morelenses han desplegado manifiestos, se han pronunciado en las puertas de Palacio de Gobierno, hoy se reúnen con el Fiscal del Estado y anuncian más acciones, literalmente están en pie de guerra.
Sin temor a exagerar, ahora los periodistas locales pueden cambiar el curso de la historia reciente de Morelos, exigiendo y alcanzando justicia para sus compañeros asesinados, constituyendo un parteaguas para lograr que el Estado de Morelos supere las jornadas más cruentas desde la Revolución del Sur (1911-1919), y robusteciendo una estatura moral que no solo dignifique a su gremio, sino que consolide el reconocimiento de la sociedad a la cual día a día informan.