Lo primero que hizo el mandatario Enrique Peña Nieto al asumir el poder presidencial, fue sentar a todas las fuerzas políticas a la mesa para acordar con las mismas, las reformas constitucionales que ya marcan negativamente en gran parte su administración, pese a que ni la mitad del sexenio peñista se haya recorrido.
Apenas entraron en vigor las acciones reformistas de este gobierno, y, todo quedó claro aún para los más escépticos. El objetivo primordial es capitalizar la hacienda nacional a través de privatizar todo lo que sea susceptible de tal acción: Los recursos naturales, las telecomunicaciones, la salud, la seguridad social y lo poco que queda también de la educación pública.
Si Peña Nieto advirtió que con la puesta en marcha de las reformas de la transformación nacional nos colocaríamos en la antesala de los países desarrollados, parece que hubiera señalado todo lo contrario, porque no se ve por ningún resquicio que las economías de las familias pobres, muy pobres y las no tan pobres puedan tener un mejor futuro cuando en el presente el golpe a sus bolsillos fue brutal.
La reforma en telecomunicaciones tiene sus dos grandes fracasos tanto en el escándalo de corrupción que llega hasta Los Pinos por la cancelación de construcción y operación del que hubiera sido el tren rápido México-Querétaro y en la fallida asignación de una de las dos cadenas de televisión abierta en la que Grupo Radio Centro no puedo pagar por el precio de la adquisición y reportó fallas en la licitación pese a que se dijo tendría que pagar los 415 millones de pesos que ofreció en garantía.
La reforma energética no se queda atrás, más cuando la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Petróleos Mexicanos (Pemex), manifiestan ya de manera reiterada que literal, están quebrados. Los petroleros habrán de enfrentarse además, al nuevo contrato colectivo que entrará en vigor el próximo primero de agosto y en el cual se convertirán en lugar de un empleado con sueldos y prestaciones de primer mundo, en uno más de los burócratas nacionales cuando antes se distinguían por tener “súper prestaciones” entre los trabajadores de México.
La reforma hacendaria que en realidad es fiscal, no más no termina de refinarse… Pero en cuestión de cómo hincarnos cada vez más y más el diente a los contribuyentes de los que eso sí, lograron un aumento en 12 millones más a su base de cautivos para lo que va de este sexenio.
Aunque la reforma educativa fue herencia del panista Felipe Calderón, tampoco hay indicios de que vayamos en el camino de mejorar la calidad de la educación en todos los aspectos; incluido el respeto al verdadero trabajo magisterial, que es golpeado por cobro de facturas políticas a profesores que no son maestros.
La reforma laboral, también de corte calderonista, a la vez tiene poca viabilidad para su aplicación al verse atajada por los nulos niveles de crecimiento económico.
Para rematar la pobreza nos crece como gigante avorazado que va extendiendo su mancha a casi la mitad de la población.
¿Reformas para crecer y beneficio de los mexicanos? ¿En dónde me perdí?
Acta Divina… “El mundo reconoce las reformas estructurales”: Peña Nieto.
Para advertir… Como señala mi maestro de profesión y de vida, Francisco Rodríguez: En qué momento de esta política de horror “me salí a comprar palomitas”