Las togas independientes de la Ciudad Capital no salen de su asombro al constatar cotidianamente que el personaje sub realista que dirigió a la Fiscalía General de Justicia, extravió totalmente el rumbo jurídico y despreció absolutamente los principios torales de la Carta Magna, reprimiendo, amenazando y corrompiendo a la justicia, lo que lo convirtió en un contumaz violador de normas.
Ese insalubre pilar de lo que tenía que ser la procuración de justicia, no supo y no quiso saber que en nuestra Ley Suprema existe un precepto Constitucional como lo es el arábigo 17, el que estipula en su espíritu que el acceso a que se provea justicia es un derecho fundamental, el cual también es reconocido por la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Pero nada de eso le importó.
El tristemente célebre funcionario, contó entre sus más cercanos colaboradores a indeseables juristas que ejercieron funciones de fiscales y que avergonzarían a los más despreciados corruptos que hayan sido titulares en dicha institución.
El señalado engendro jurídico rompió todo tipo de principios legales con el único ánimo de satisfacer sus deseos de servir al tráfico de influencias.
Por desgracia la institución que dirigió, no le exigió en su momento a Ulises Lara López que mostrara públicamente sus antecedentes y experiencia de cómo obtuvo su título y cédula profesional, que lo acreditan como Licenciado en Derecho, condición sine qua non para poder ejercer legítimamente el cargo para el cual fue impulsado.
De otra suerte, el indeseable fiscal resultaría ser, como hasta ahora lo ha sido, un permanente simulador de la profesión.
Ulises Lara, al protestar el cargo que detenta juró respetar y hacer respetar la Carta de Carranza, la de la Ciudad Capital y las Leyes que de ambas emanen y, fue el primero en violarlas y pisotearlas.
La Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de Mexico, A.C. y todo el mundo que conoce y sabe de estos menesteres, repudiamos en su momento esa insalubre designación.
La Cuarta Transformación de la Nación no quiso dejar sin cargo a ese corrupto e incompetente protegido.
Con aquella singular maniobra se suplió a un ignaro por otra, lo que resultó en aquel momento congruente con la singular forma de gobernar de Andrés Manuel López Obrador.
Aquellas acciones populistas fueron aplaudidas a rabiar por corifeos y quienes viven de la corrupción en esa fiscalía.
Pobre historia de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de Mexico, nunca en su acerada historia tuvo un titular tan especial, y si no que lo expresen todos aquellos que en su calidad de justipreciables, acudieron al ministerio público para hacer valer sus derechos y de hecho y con incidía sólo obtuvieron arbitrariedades, tráfico de influencias, corrupciones, persecuciones, intimidaciones e incorrectas interpretaciones de la ley.
Ahora Bertha María Alcalde Luján, conjuntamente con Regina Seemann Audiffred, tienen la palabra.
Es cuánto.
Lic. Alberto Woolrich Ortiz.
Presidente de la Academia de Derecho Penal
del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, A.C.